Fermin Gassol Peco.- «Quiero hacer un poema en lengua clara/ en la que el pueblo suele hablar a su vecino/ pues no soy tan letrado para hacer otro latino/ bien valdrá como creo un vaso de buen vino». (Gonzalo de Berceo)
El vino, cuna de nuestra lengua y nuestro espíritu, jugo y mosto de nuestros campos, tierras preñadas de aromas y sabores, origen de nuestra identidad e historia, sangre festiva de nuestros pueblos, ciudades y bodegas. Placer de dioses, deleite para los humanos, bendito vino, manjar divino.
Amanece…
El sol aparece en el horizonte más tarde y más esquivo. Estamos en septiembre y el aire de los campos en La Mancha nos recuerda que ha comenzado la vendimia…
Huele a mosto en el ambiente. Es el aroma que van dejando los capachos por las calles cuando al atardecer van camino a su destino en los lagares.
Estamos en septiembre y nuestro campo manchego está preñado de racimos. Vino en ciernes, mosto vivo, cepas viejas, pampas ocres, uvas doradas y tintas, bodegas oliendo al sanador tanino. Procesión ancestral de nuestro otoño. Fiesta del vino.
Ofrenda al dios Baco para las mesas y altares, para curar el alma y alegrar la vida y los sentidos. Que como diría Pitágoras “Si quieres vivir mucho guarda siempre contigo un poco de vino y un viejo amigo”.
Estamos en setiembre y La Mancha se viste de ella misma, los pueblos se tiñen de ellos mismos.
Estamos en septiembre y en los pueblos de La Mancha ha comenzado la vendimia.