Juan Andrés Olmedo. Presidente del comité de empresa de Eserman.- La reciente decisión de ESERMAN de rescindir su contrato ha generado una gran preocupación entre los trabajadores que, durante años, hemos dedicado nuestra vida profesional a distintas labores en el centro de trabajo de Repsol Química. Nos encontramos ante una situación que no solo pone en riesgo nuestra estabilidad laboral, sino que también refleja la falta de empatía y de comunicación por parte de la empresa principal, que parece ignorar la realidad de quienes trabajamos en el terreno.
Durante décadas, hemos acumulado una experiencia y un conocimiento fundamentales para el correcto desarrollo de las operaciones en Repsol. Sin embargo, hoy se nos excluye y se nos responsabiliza de supuestas deficiencias que, en realidad, derivan de la deficiente organización de la empresa contratista. Desde su llegada, la nueva dirección ha impuesto condiciones sin diálogo ni consideración hacia los trabajadores ni hacia el comité de empresa.
Lo más preocupante es la actitud de Repsol, que, pese a conocer el conflicto y haberlo tratado en reuniones con su departamento de Recursos Humanos, ha optado por no intervenir. Este silencio pone en duda su compromiso con los trabajadores y con el acuerdo de Subrogación firmado en 1995 junto a la Inspección de Trabajo, cuyo objetivo era garantizar la estabilidad laboral de las plantillas subcontratadas en el sector químico de Puertollano.
La prohibición de entrada a las instalaciones bajo el argumento de implantar un “nuevo modelo de logística” resulta incoherente. Las tareas siguen siendo exactamente las mismas que hemos desempeñado durante años, y quienes llegan carecen del conocimiento adecuado de las instalaciones. Todo apunta a una estrategia de contratar personal temporal, sin antigüedad ni derechos, con salarios más bajos y en condiciones precarias.
Repsol debe reflexionar sobre el camino que ha tomado. Sustituir a trabajadores con amplia experiencia y compromiso por otros en condiciones desfavorables no solo precariza el empleo y elimina derechos históricos, sino que también pone en riesgo la calidad y la seguridad de las operaciones.
Es el momento de abrir un diálogo real y constructivo entre todas las partes: la empresa principal, la contratista y los trabajadores. La solución no pasa por despidos ni exclusiones, sino por reconocer el valor de quienes hemos sostenido el funcionamiento de
Repsol Química durante años.
Hacemos un llamado a la empatía, a la negociación y a la búsqueda de acuerdos que garanticen un entorno laboral justo, digno y seguro para todos.