Anselmo Alañón Alcaide.- Con el paso del tiempo, avanzamos paulatinamente hasta la decrepitud. El tiempo, sabio y señor, nos gobierna, dirige nuestros pasos inevitablemente, hacia la decrepitud. Caminamos inexorablemente hacia el crepúsculo de los dioses. Aves de paso somos.
No miramos nunca el crono. Creemos poseer el mando de nuestra existencia. Enjuiciamos todo aquello que nos entorpece ser felices.
No somos conscientes de nuestra finitud. Somos imperfectos.
Aunque realmente la perfección sigue siendo uno de los ideales, que andamos buscando, que deseamos encontrar, si o si, a pesar de nuestra finitud. Somos en realidad imperfectos por naturaleza. La vida nos sonríe, sin embargo nos empeñamos en negarlo, porque estamos permanente insatisfechos.
Somos insaciables.








