La orfandad de discurso del socialismo español

Fermín Gassol Peco.- Hace unos días, un grupo de viejos socialistas mantenía una reunión para tratar lo que ellos definían como el post sanchismo. En ella se habló de reconducir al partido socialista hacia un pensamiento desde una perspectiva nacional, aunque bien es verdad que ellos mismos albergaban muy pocas esperanzas de lograrlo dado el férreo control del partido por parte de su secretario general. 

Como ejemplo, el mutismo mantenido por los parlamentarios socialistas aragoneses en el homenaje a Lamban, recientemente fallecido y ejemplo socialista de los pies a la cabeza. Un par de diputados iniciaron el aplauso, pero pararon en seco viendo que se quedaban solos; les auguro un futuro político digamos que incierto pues Sánchez difícilmente perdona esos errores tan gruesos. Pero, como en las películas hemos recurrir al «flash back» para entender esta desafortunada y desgraciada actitud.

   La tesis que vengo manteniendo desde hace tiempo es la de que el Partido Socialista se quedó huérfano, sin su discurso troncal con la elección como secretario general de Rodríguez Zapatero. Él fue quien optó por una deriva distinta a la que el PSOE había dispensado hasta su llegada y que sirvió de una manera fundamental para que la democracia pudiera consolidarse. Fueron años de cierto entendimiento con el principal partido de la derecha, no exento de momentos difíciles propiciados por los errores cometidos en el seno de ambas formaciones políticas por miembros destacados. Pero todo se desarrollaba dentro de unos cauces convergentes que vistos hoy cobran especial valor.

Fue Rodríguez Zapatero quien optó por alejarse de estas posiciones y abrazar una política frentista, quizá debido a que la idea del viejo socialismo, soportada en la igualdad y progreso, dejaba de tener tirón entre el electorado, más preocupado ahora por mantener la fortaleza del bolsillo como objetivo único. Y es que los años de bonanza económica marcaron un profundo cambio de visión y posibilidades sociales. Mucha gente ganaba mucho dinero y los valores socialistas dejaron de estar presentes en muchas mentes que hasta entonces veían en este partido a sus más fiables representantes. 

Fue entonces cuando Rodríguez Zapatero, ante la carencia de un discurso político de futuro, giró el periscopio ideológico hacia el pasado. Comenzó una política más sectaria, no más extrema, sino llena de elementos que parecían olvidados y superados. Lejos de ello, pensó que existía una asignatura pendiente y se dedicó a cavar sobre hechos que el consenso del setenta y ocho pretendía dar por zanjados.

Como consecuencia de esta indefinición o ausencia de un discurso político de izquierdas, apareció una formación política de ideología comunista, disfrazada o mejor, revestida de un ropaje fabricado a base de problemas actuales: Podemos. A su vez en la derecha aparecía otra formación política, VOX, que reclamaba mayor firmeza y contundencia ante las políticas sectarias del partido socialista entonces.

Con la llegada del nuevo secretario general y actual presidente del Gobierno, ese discurso del que hablaba al principio, lejos de haberse reinventado, sigue ausente, yo al menos lo ignoro. Desconozco el pensamiento político de Pedro Sánchez, cuáles son sus principios políticos, su ética política.

El PSOE hoy sigue manteniéndose en el poder a base de continuas concesiones, llevado en las andas políticas de una amalgama de partidos de ideologías encontradas y algo más, desde un izquierdismo extremo hasta una derechísima vasca y catalana rancia, clasista, nada proclives a colaborar en acoger inmigrantes y de…los proetarras de Bildu. (Ayer asistía a la proyección de «Un fantasma en la batalla», hermanada con La infiltrada, película que a buen seguro pocos «sanchistas» irán a verla).  

La deriva en la que nos encontramos hoy sumidos tiene su origen, como decía al comienzo, en la carencia de un discurso de futuro que no supo o no quiso elaborar Rodríguez Zapatero. Hoy el partido de Pedro Sánchez sigue siendo un partido sin ideas y sin límites, que a la vista está, sumido en un aluvión de situaciones que le hacen desmentirse a cada paso y acepta impasible con el único objetivo de mantenerse en el poder. 

Y como último episodio, los sobres encontrados en Ferraz. Veremos en qué queda.

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