La Avenida de la La Mancha guarda un rincón donde el tiempo se subordina al traqueteo de las máquinas de coser. Un espacio para aprender, socializar y al que se puede acudir con el ánimo deshilachado, porque en el Saloncito de Costura con Pilar las puntadas son terapéuticas.
Pilar Gómez es la que lleva el mandil en el Saloncito de Costura que lleva su nombre. Toda una vida cosiendo, más de una década dedicada al comercio de cortinas y experiencia como profesora de costura en la Universidad Popular, le dan las tablas para tejer su pasión en un coqueto taller. Compagina la actividad del Saloncito con clases de manualidades que imparte en la Concejalía de Familia y Mayores.
De su proyecto habla enhebrando la ilusión de las primeras puntadas con la emoción de encajar en un traje hecho a medida. Abrió las puertas el pasado 1 de septiembre y, en poco más de un mes, tiene sus ocho grupos de costura de mañana y tarde prácticamente llenos.
En el Saloncito se aprende costura creativa, patchwork y también a realizar arreglos de ropa. Y lo que no se arregla, se recicla y se le da otro uso. Por ejemplo, de los vaqueros se hacen bolsos, y de las camisas, forros.
El objetivo más importante, señala la maestra, es entretenernos todas -se incluye-, como un club, un grupo de amigas. El taller “es una terapia”, donde además de coser “te relajas y se socializa”. En todos los grupos, asegura, surgen amistades.
Aprender a coser a máquina es una de las principales demandas de las alumnas, que suelen acudir con sus propias máquinas, “porque se las han regalado o se las han comprado con la ilusión de coser, pero aún no saben”.
De los cuarenta participantes en los talleres, treinta y nueve son mujeres, aunque se presume de la destreza del único varón, “que ha aprendido a coser a máquina de forma espectacular”.
Los grupos son de ocho personas, como máximo, porque, de lo contrario, Pilar considera que no las podría atender bien. Las clases tienen una duración de dos horas y se pueden dedicar a lo que se desee: costura creativa, patchwork o arreglos. La profesora guía y enseña a cada una lo que necesita en cada momento.
El precio es de 40 euros al mes por una sesión semanal de dos horas. Quien esté interesado, puede informarse in situ en la Avenida de La Mancha o contactar a través de Google o de los perfiles del Saloncito de Costura en Instagram y Facebook.
Aprender y desconectar
El grupo de mujeres que se encuentra en el taller no se distrae de sus labores durante nuestra visita. Una de ellas se arregla un jersey, otras confeccionan cojines, bolsos o neceseres. Miradas de reojo, comentarios jocosos sobre las fotografías que les vamos a tomar e invitaciones a participar en los cursos.
Eva asiste al taller dos veces por semana. Va más por el patchwork, pero le gusta aprender cualquier técnica. El día que acudimos a hacer la entrevista tocó lección de hacer bajos de pantalones. La experiencia para las alumnas del Saloncito de Costura es “muy entretenida” y además les permite “desconectar de los problemas, el estrés de la vida o la ansiedad”. “Vienes aquí, te relajas y piensas solamente en lo que estás haciendo”, comenta.