El poeta Luis Díaz-Cacho triunfa en la “Ruta de los Patios” infanteña en una noche de ‘Poesía y vino’ con bises incluidos

La Ruta de los Patios de Villanueva de los Infantes 2025 se está celebrando desde el día 10 hasta el 19 de octubre, una de las citas culturales y turísticas más emblemáticas de la región. Durante diez días, la localidad está abriendo al público sus patios históricos, espacios únicos que habitualmente permanecen cerrados y que con este motivo se están llenando de vida a través de actividades para todos los públicos, como teatro, música, gastronomía y poesía.

Uno de los actos centrales es ‘Poesía y vino’, recitales íntimos en la Casa de los Estudios que combinan versos y catas de vino manchego. En la tarde del jueves, 16 de octubre, se celebró la esencia de estos patios infanteños con una velada llena de poesía, música y vino, de la mano del campomontieleño Luis Díaz-Cacho, quien cosechó un gran éxito que incluyó unos bises a petición de un público entregado y entendido.

Un encuentro para disfrutar con los sentidos, donde las palabras se entrelazaron con los acordes y el vino acompañó al alma y que Díaz-Cacho descorchó con un poema sobre el simbolismo del vino para compartir la paz, “Abro la cuba con esmero / y escancio el vino / que este vino primero del viñedo / se sembró con el amor de muchas manos / para este instante // Bien merece la paz / este brindis sincero, / que los grandes momentos de la historia / se cerraron con un apretón de manos / y en los labios / el color cencibel del mejor vino / sellando los acuerdos”.

El poeta continúo bebiendo de la copa del verso y recordó que “el poema es la historia de un recuerdo grabado en la memoria para siempre. Un instante en la retina. La infancia y el invierno. Ese tiempo en la distancia que jamás se nos puede hacer ajeno”: “Todo era paz y sosiego con las primeras luces. / -Entonces no había tantos coches / como ahora-. / Y los niños se recogían temprano / alrededor del brasero de picón / con las faldas en aldas de la mesa camilla. // Aquellas sensaciones me acompañan / en un rincón del alma y del recuerdo”.
El poeta escanciado sus poemas tal y como el buen sumiller vierte el vino en un flujo continuo, controlando la altura para crear una suave cascada donde el aroma nos atrapa en recuerdo de “nuestro primer amor. Aquel amor primero que vino a sostenernos el latido de un corazón que aún no sabía aquello que le ocurría”: “Volver a los quince / con los ojos llenos de inocencia / y el alma plena de sabor, / ya no es posible. // Volver a los quince, / a la edad del amor, / sólo en los labios… / y en el corazón… / ya no es posible”.

“Y el amor, siempre, en su estado más puro, expresando en la cuartilla las palabras y los sentimientos tal como acuden al corazón, sin filtros ni cortapisas”, y que el poeta sabe degustar con intensidad, al igual que el ‘reserva’ se nos impregna en el paladar: “Ponme un nombre de amor / entre los labios / que me haga sentir / el mar y el cielo, / del color del rosal / -sol terciopelo- / sin espinas de sal / entre los dedos”.
“Los poetas solemos ser personas intimistas que necesitamos la poesía como una necesidad vital para poder entender la circunstancia en la que nos encontramos en cada momento de nuestra vida”. “Necesito un poema cada día / que me llene de paz el sentimiento, / sentir que existe un verso en el aliento / para hacerme caminar cada mañana / a través de la vida”.

Los acordes de la guitarra, rasgada por expertas manos, junto a los versos crearon un ambiente mágico, casi religioso, y el patio por un momento fue vieja bodega de grandes barricas. El poeta con los pies en la realidad reivindicó con su poesía “lo cotidiano. La poesía que expresa las distintas situaciones que nos acaecen día a día”: “Porque escribir de lo intranscendente / no es normal / ni tiene, acaso, sentido, / yo quiero desde ahora / vivir en los pormenores / que el instante me ofrece. // Si somos capaces de detenernos / y mirar con los ojos cristalinos / comprenderemos que en ello está la vida. // A veces bastaría tan sólo con saber escuchar / cómo suena el espacio que nos rodea / para entender que en lo inmediato / necesitamos vivir de lo cotidiano / para encontrar algo que nos sostenga / los versos que yo escribo”.

“Y en ese reivindicar de la poesía de lo cotidiano el compromiso por elevar a rango de poema la circunstancia más sincera que nos ocurre”: “Huele a tierra mojada / y yo estoy perdiendo mi encanto / o estoy envejeciendo. // Que estoy envejeciendo tú lo dices, / a tu lado, junto a ti, / en el espacio que ambos hemos creado / para el amor de los nuestros. // Que estoy perdiendo mi encanto, / el brillo y la luz de mis pupilas, quizás. // A veces nos ocurre a todos / que desviamos la mirada del camino. // Mas aguarda un instante con los ojos cerrados, / escucha el agua de caer en la persiana / y siente el olor de la tierra aquí a mi lado. / Seguro que cuando los abras / habré vuelto a recuperar mi encanto. / Lo de la vejez sí que no tiene remedio”.

Poesía y vino, vino y paz. “Perseguir la utopía está en la esencia de toda persona. Buscar un sueño cada noche de paz y de amor, cuando unos pocos violentos nos soliviantan cada mañana”: “Levantemos la enseña de blancura / y que vuelva a los hombres la cordura / del pensar que el contrario ya es su hermano. // Detengamos las balas con sonrisas, / que te quiero abrazar, que tengo prisas, / porque estreches la palma de mi mano”.

Y al igual que el vino nos une en lo fraternal, en lo social donde “la poesía social es el compromiso del poeta consigo mismo y con la sociedad que le ha tocado vivir. La lacra de la droga y la experiencia personal con mi hermano me lleva a intentar, desde ese espacio, entender su problema”: “Necesito de ti, tenerte cerca / de las ramas ocultas de mi brazo, / donde todo es descanso-alfilerazo / de la aguja que intenta ser muy terca. // Necesito de ti, tenerte cerca / y fundirme en la paz del cruel abrazo, / necesito beber en el ribazo / que derrama su cauce en esta alberca”.

“Pero la vida no es sencilla. Y el destino muchas veces no es el que quisiéramos. Al final el dolor por la muerte del hermano es el refugio en el poema que a continuación les leo”: “Has llegado temprano a tu destino / con los ojos cansados de esperanza, / en los labios la sed de una alabanza / se ha quedado prendida. Y camino // con mi voz y mi verso cristalino / -donde el tiempo fugaz no nos alcanza- / en tu recuerdo sincero. Avanza / la niñez marcando nuestro sino // desde el eco silente de la infancia. / ¡Qué bella aquella edad de la ignorancia! / Con un trozo de pan entre las manos // y la tarde tendida en nuestra espera / derrochábamos sol a la carrera / jugando en nuestro juego a ser hermanos”.

“El dolor. La muerte. Será cierto que el poeta suele expresar toda la fuerza de su sentimiento en las situaciones más dolorosas. El amigo y compañero que se nos marcha en un mes, después de una leucemia, nos aja el corazón, ya para siempre”: “Ya nada será igual. Todo es mentira. / Ya nunca volveré a ser el mismo. / Nos hiere la crueldad y el fanatismo / de estar sin ti. La vida gira y gira, // Amigo Eusebio, con toda su ira, / y no detiene el hambre de egoísmo. / Poder salir del pozo del abismo / sabiéndome cercano de tu pira… // Ya nada será igual, amigo mío. / Me dejas al marchar tanto vacío, / tanta amistad ajada de repente… // Me dejas tan herido en el costado / que a veces me refugio en el pasado / y vivo tu amistad en el presente”.

“El compromiso y la denuncia no nos puede dejar ajenos, pasar inadvertidos. Me niego a aceptar que la costumbre de ver nos haga insensibles”: “Los vemos arrastrarse por la senda / que parte la distancia en dos verdades, / los vemos ser de muchos, soledades / que arrastran contra el suelo su vivienda // De harapos que dejaron de ser prenda. / sus ojos son dos cuencas de ansiedades / que ilustran blancos dientes, sobriedades / de aquellos que perdieron la contienda”.

“O el vergonzoso genocidio de Gaza en directo”: “El genocidio de Gaza / en directo, / los cuerpos mutilados / de los niños, / la hambruna insostenible / en las miradas / me incitan a la violencia, / me revuelven las entrañas / para sacar lo peor de mí”.

“A veces, el corazón, nos duele donde no tiene cura. La violencia a cualquier persona me lleva a insinuar que no comprendo nada”: “Me lo dice el dolor de esta mañana / y la herida mortal del sentimiento. / Me lo dice la lluvia en la ventana / y el color de tu ira en mi mejilla”.

Y el Patio Casa de los Estudios en silencio, el alma recogida, el vino reposando, el poeta bebiéndose la palabra, ante todo. “Y en la palabra la posibilidad de entendimiento entre las personas. Pero la palabra, siempre. Jamás las armas”: “Si en el llanto de un niño no haya estima / el soldado más fiel y más guerrero… / Si no llena tu aliento su “te quiero” … / No hallarás la conciencia que redima // esas manos manchadas de inocencia. / ¡Basta ya de apiñar adolescencia / en los surcos preñados de matanza!”.

En el paladar el vino fuerte, la uva recia, la cepa vieja, la barrica nueva y los taninos del dolor en la garganta del poeta nos embriaga cual vino amargo equilibrado, elegante y efímero. Y el patio calla, los aromas de la copa desbordan al corazón y se necesita el ansiando bálsamo, que el poeta recoge de la tierra, su tierra, la tierra que lo ha visto nacer: “La Mancha es colorido en primavera / de campos que despiertan a la vida, / la siembra se despunta en su crecida / con verde iluminar en la pradera. / / La brisa de la tarde, ventolera, / despeina las espigas. Sacudida / que mueve el campo en idas y venida / de tallos que se besan en hilera”.

“Y en La Mancha, nuestro hidalgo caballero andante. Bondad y compromiso. Valores que cualquier poeta quisiera para sí” y el nuestro derrocha, el bodeguero escancia el vino joven, el poeta llena nuestra copa de esperanza: “Me enseñaste a soñar / cada alborada, / -Caballero de sol / de esta vieja llanura-. / A buscar la verdad / del que añora sincero / en la alforja de paz / encontrar la utopía. // A sentir el amor / en el surco sediento / de este mar de viñedos, / y albergar la esperanza / de un reencuentro en penumbras / con la amada en los labios”.

Y el poeta sonríe, como solo los enamorados saben hacerlo, “enamorado siempre de nuestro medio rural con todas sus expectativas y todas sus oportunidades”: “Nací en la tierra del color, / de los surcos ondulando / infinitos / los sueños de estas gentes generosas, / de las vides extendiendo / sus sarmientos / a la espera en la cosecha cada año, / de las puestas de sol multicolores / cuando llega el otoño al almanaque / y los cielos azules penetrantes / en los meses más fríos del invierno. // Nací en la tierra de los sueños, / de los Sanchos y Quijotes / cabalgando / a través de los cuentos de los viejos /y las lumbres soportando soledades / con las ascuas bermellón / en las pupilas. / Es la España fraterna en la que sueño. / Es la España posible en la creo”.

Y el vino joven, dulzón, alegra nuestra copa y el poeta indaga. Intenta comprender. “La ansiedad de saber hacia dónde conducen nuestros pasos o el porqué de los acontecimientos, está en la esencia del ser de quien escribe”.: “Voy en busca del hombre esperanzado / que muy dentro de mí tiene un sembrado / de manojos de amor y paz henchida, / / blancos lirios de sol, rojo rosal, / y en el centro del cuerpo un manantial, / donde beben los dos, agua llovida”.

“A veces, nos cuesta comprender y comprendernos en el momento en el que nos encontramos”: “Hay tardes con fronteras insalvables / y vallas de espino en la mirada. / Tardes sin sentido en mitad de la semana / que nos sorprenden al llegar el mediodía. // Son tardes como ésta en la que escribo / un poema de amor de ras del viento / y preparo meriendas a mis hijos / con el último verso en la cocina. // Son tardes que me llaman y me gritan / con la voz del silencio en las esquinas. / Tu mirada queriéndome encontrarme. / Y mi verso perdiéndose en buscarte”.

“Incluso, encontrarle sentido a la existencia, no es sencillo en algunos momentos. Pero entonces, el poema, viene hacia nosotros y nos rescata”.: “Te descubro de nuevo en mis adentros / para alcanzar, al menos, la puesta de sol. // Cerrar los ojos. No pensar en nada. / Saber que he de despertar mañana / con los primeros rayos del sol en la persiana / llenándome de nuevo el corazón…”.
Calma en el patio, de nuevo sosiego en los corazones, el vino sabe diferente y el poeta nos hace: “Soñar un mundo de utopía y entender que estamos solos en la defensa de ese intento, nos desubica muy a menudo”: “Pretendo tan sólo mejorar / un entorno colectivo / donde todos nos miremos a los ojos, / cara a cara en la mañana / -el relente mojando las pupilas / en un halo de luz que sólo es nuestro-, / para hacer de este paso la osadía / de pensar en la vida solamente”.

La tarde amenaza con la noche, y la noche empuja, desea participar y ser la protagonista, el brillo del vino nos recuerda la luna y el poeta sereno, disfrutando el momento “acostumbrado a comenzar de nuevo después de cada día. A buscar una meta cada alborada donde colgar los sueños de un instante”.: “Necesito una meta a cada instante / donde prender el pensamiento y la mirada, / poder mirar al frente / no sentir nada más que el verso de amor / acariciándome la frente. // Después una sensación de paz y de espera / me inunda en el giro de ese día. / Y a comenzar de nuevo / en busca de otra meta / que sostenga el hálito vital de este poeta”.

El poeta de pie, con esa arrogancia que da la sencillez. Mientras recita, su copa en la mesa, su amada también, el desea posar sus labios en las dos, pero al poeta le gusta complicarse la vida. “Ser una persona inquieta que busca, indaga y me invento un segundo diferente a cada instante”.: “Complicarme la vida / está en mi esencia. / Inventarme un segundo diferente / para alcanzar la luna. / Y quebrar los sueños cada noche / en la vigilia de una nueva idea”.

El poeta medita, “Al final, todo es cuestión de entender nuestro espacio en este mundo. Lo efímero de todo y la única verdad: que nos podemos marchar cuando menos lo esperemos.”: “He de vivir la vida intensamente / como si de un instante a otro / todo fuese a perecer”. “Mientras tanto quisiera ser tan sólo Luis. / Levantarme cada día y poder decir: / “un día más estoy aquí. / Quiero vivir”.

“Entender que no podemos detenernos en el camino, aunque lo deseásemos y que tenemos que saber escoger los pasos en las distintas posibilidades que la senda nos ofrece en cada paso”.: “Conviene al caminar andar con tino / y ver donde se vuelve a colocar / el paso que se ha dado, y no errar / la senda que se marca en el camino. // Los pasos que quedaron en el viento / dejaron de existir en el intento / de hallar la senda exacta hacia el olvido. // El paso que se encuentra junto al suelo / tan pronto como pisa eleva el vuelo, / pues paso que se ha dado está perdido”.

“Y siempre el compromiso con todo lo que ocurre a nuestro alrededor. La poesía social, la poesía comprometida, debe estar constantemente presente en nuestros versos”.: “El poeta ha de estar comprometido / con el tiempo que en suerte le ha tocado, / y su verso ha de ser encomendado / a mostrar la verdad desde el olvido. // El poema ha de ser un alarido, / una voz a la luz desde el pasado, / un presente que viene a ser rimado / de los versos que manan de un gemido. // El poema debe ser el baluarte / que critique con ritmo, y con arte, / los deslices de cientos de contiendas. // No se debe callar la intolerancia, / el engaño, injusticia y petulancia, / de los pocos que llevan nuestras riendas”.

“Tener siempre claro que debemos ser nosotros mismos, con nuestra manera de ser y de comportarnos. Aceptarnos tal como somos”: “Y así voy caminando / día a día. / Un verso se anticipa / a la alborada / al despuntar el día / en la ventana / y la noria / anclada en el sendero / me vierte cangilones / -desde el pozo de sed / que mana cristalino- / a la aljibe de seda / de mis labios”.

“Comprendernos a nosotros mismos y comprender a la madre, la que nunca falla, la que siempre está ahí cuando la necesitamos. La madre como el alfa y omega de nuestra existencia”: “Ahora, madre, comprendo tu desvelo / en el surco feraz cada mañana, / ahora puedo mirar por la ventana / y ver tendido al raso el mismo anhelo”.

El poeta afronta el final de la velada, que corta la tarde, que joven la noche, aún queda vino en la botella, pero hay que apurar la copa. “Al fin y al cabo el tiempo pasa y nuestra percepción del tiempo se adecúa a cada circunstancia”: “El ayer se hace presente. / El hoy se desliza con prisa. / Y el mañana es una brisa / que desdibuja el sendero. // Por eso, queridos amigos, / me quedo en este momento. / Y que la tarde y el viento / me consuelen el ahora. // Que el tiempo es una quimera / y la edad un desconsuelo, / mientras la tarde nos vuela, / yo vivir es lo que quiero”.

Que belleza de velada. El poeta calla, los aplausos rebosan el patio, el público en pie y el poeta henchido de satisfacción se despide.
Pero viene la sorpresa, el oyente antes en silencio, sigue aplaudiendo y pide una copa más, un verso más, un bis y otro y otro. Qué sensación para el poeta, ¡¡le piden bises!! y la garganta vuelve a llenarse de versos y la copa de vino. La sencillez del poeta, su compromiso, le hace recordar que el día 19 es el día de las mujeres con cáncer de mama, maldito cáncer y sus versos son para ellas: “Le pintas un color al sentimiento. / una estrella de luz a tu osadía, / un pañuelo de sol en rebeldía / anudando en tu mente al pensamiento. // Te armas de valor. Gritas al viento / una oración en forma de poesía. / Tu tiempo no ha llegado todavía / y en tus labios no cabe ni un lamento. // Te vistes con el rosa la cabeza, / color apasionado. Tu belleza / desborda cangilones de ternura. // No puedes detenerte en este instante. / Tu paso en el camino hacia delante, / para andar de la mano esta aventura”.

La noche se alargó, la botella vacía, los corazones llenos y el alma serena, agradecida. ¿Qué más se puede pedir?

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