Daimiel se volcó este sábado con la procesión extraordinaria organizada por la Cofradía del Santísimo Cristo de la Columna y Nuestra Señora de la Amargura para conmemorar su 450 aniversario. Una cita histórica, vivida con emoción y devoción, en la que Los Coloraos llevaron por primera vez al Cristo de la Columna a costal en una jornada cargada de momentos inolvidables.





Daimiel volvió a escribir este sábado una página inolvidable de su historia cofrade. La procesión extraordinaria del 450 aniversario de la Cofradía del Santísimo Cristo de la Columna y Nuestra Señora de la Amargura (Los Coloraos) congregó a cientos de daimieleños en una tarde marcada por la emoción, la devoción y la solemnidad.
El Cristo de la Columna procesionó por primera vez portado a costal, tras semanas de ensayos y con la colaboración de unos 60 costaleros, la mitad de ellos procedentes de Daimiel y el resto llegados desde distintos puntos de la provincia. La imagen recorrió las calles sobre un trono cedido por la Hermandad del Santísimo Cristo de la Caridad de Ciudad Real, mientras que la Virgen de la Amargura lo hizo en andas, estrenando para la ocasión nueva candelería y violeteros.
La procesión partió de la iglesia de San Pedro pasadas las 18:30 horas y regresó al templo después de las 23:00 horas, completando más de cuatro horas y media de recorrido por un itinerario ampliado con respecto al habitual y con cuatro puntos de especial significado marcados por la cofradía: la salida, la rotonda de la Cruz Roja, el convento de Las Mínimas y la calle Virgen de las Cruces.
Un recorrido lleno de simbolismo
Uno de los momentos más sobrecogedores de la tarde se vivió en la rotonda de la Cruz Roja, donde tuvo lugar el encuentro entre el Cristo de la Columna y la Virgen de la Amargura. La música fue protagonista de este instante: la Banda de Cornetas y Tambores del Santísimo Cristo de la Columna y el cuarteto Staccato, de Tarancón, interpretaron juntos La Pasión, creando una atmósfera de emoción contenida que el público acompañó con un silencio respetuoso y aplausos sentidos.
Momentos antes, el cortejo hizo una breve parada en la sede de la Hermandad del Santísimo Cristo del Sepulcro, donde el Cristo de la Columna se detuvo ante la imagen titular de la corporación, situada en la puerta en señal de respeto y hermandad entre cofradías.
Otro de los puntos más simbólicos del recorrido fue el convento de Las Mínimas, donde la imagen del Cristo se detuvo ante el mural de la Virgen de las Cruces, patrona de Daimiel. En ese mismo lugar, el vicario parroquial de San Pedro, Jacinto Naharro, dirigió unas emotivas peticiones ante los devotos y hermanos de la cofradía.
Ya en la calle Virgen de las Cruces, el cuarteto Staccato volvió a acompañar con su música el paso de la procesión frente a la casa de José Martínez Guerrero, hermano mayor ya fallecido, en un gesto de recuerdo y homenaje. Desde varios balcones, los vecinos lanzaron pétalos a la Virgen de la Amargura, en una sentida petalá que tiñó el aire de emoción y devoción.
Participación y acompañamiento
La Banda Municipal de Música de Daimiel también participó en la procesión, contribuyendo a dotar de solemnidad y recogimiento el paso de las imágenes. Entre las autoridades se encontraba el alcalde de Daimiel, Leopoldo Sierra, junto a los otros miembros de la Corporación Municipal, acompañando a la cofradía en este día tan especial. Asistió además la delegada provincial de Igualdad, Manoli Nieto. No pudo estar presente el cantaor y guitarrista Ricardo Fernández del Moral, hermano de ‘Los Coloraos’ y Medalla de Honor Ciudad de Daimiel 2025, por motivos de salud.
La jornada culminó con la satisfacción visible en los rostros de los cofrades y devotos que, tras meses de preparativos, pudieron vivir una procesión única e irrepetible, testimonio de la fe, la tradición y el compromiso de Los Coloraos a lo largo de cuatro siglos y medio de historia.
Una noche en la que Daimiel volvió a vibrar al paso del Cristo de la Columna y la Virgen de la Amargura, reafirmando su identidad cofrade y su devoción compartida.