Anselmo Alañón Alcaide.- Desde que nacemos, cualquier comentario proveniente de alguna familiar nos coloca en la rampa de salida, algo que realza nuestra apariencia física o que define nuestro comportamiento social.
» Qué rico», solemos decir con agrado y simpatía, porque se trata de un hijo, sobrino, primo. En principio estas consideraciones, tienen siempre el fin de agradar. Con el paso del tiempo en años posteriores, al comenzar la escolaridad, nos incorporamos al mundo institucional.
En el entorno escolar surgen otro tipo de comparaciones, con los otros, los semejantes.
Niños/as de nuestra edad, con quiénes establecemos nuestras primeras relaciones de interacción social. Son nuestros amiguitos, con quiénes compartimos grupo, aula, nivel educativo. Son nuestros fieles amigos con quienes jugamos y aprendemos.
En el medio escolar surgen a veces, comparaciones por el aspecto físico, por aspectos emocionales, por nuestro ritmo de aprendizaje, comparaciones que no deberían aflorar, pero que dejan » etiquetas «, basadas en apreciaciones subjetivas, que suelen marcarnos el resto de nuestra vida.
En la adolescencia, entramos en otra etapa de nuestra vida, cambiamos de grupo de referencia: nuestro grupo de amigos ya no es el mismo, de nuestra escolaridad. Y aun así las etiquetas de años anteriores, permanecen intactas.
Esas consideraciones subjetivas (los sambenitos), que nos colocaron en los primeros años de nuestra existencia, siguen ahí, tal cual. A pesar de nuestros intentos por modificar esa apreciación social, que otros tienen de nosotros. Son como «post-it» difíciles de despegar de nosotros. Y en consecuencia esto hace que los demás no vean, cual es verdaderamente, nuestra esencia, nuestras virtudes, nuestros rasgos físicos y emocionales mas esenciales.
Por consiguiente, nuestra ubicación en el medio social, resulta complicado, a la hora de desempeñar cualquier rol, que se ajuste a nuestra capacidad, y personalidad. Parece que nos tenemos que adaptar a nuestras circunstancias, y olvidarnos de dichas etiquetas para poder desarrollar nuestro proyecto de vida.





