Por José Belló Aliaga
El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza presenta Picasso y Klee en la colección de Heinz Berggruen, una muestra realizada junto al Museum Berggruen de Berlín que revela la conexión artística entre dos genios del arte moderno, Pablo Picasso y Paul Klee. Comisariada por Paloma Alarcó, jefa de Pintura Moderna del Museo Thyssen, y Gabriel Montua, director del Museo Berggruen, la exposición rinde homenaje al legado de Heinz Berggruen, uno de los marchantes y coleccionistas más relevantes del siglo XX, a través de más de 60 obras, la mayoría de ellas pertenecientes al museo alemán. Cuenta, además, con la colaboración de la Comunidad de Madrid.









































Con motivo de la remodelación de su edificio, el Museo Berggruen organiza desde 2022 una serie de exposiciones internacionales en Japón, China, Australia y en Europa para mostrar lo más destacado de su colección. En el caso del Museo Thyssen, se propone un diálogo visual e intelectual entre estos dos artistas, los favoritos del coleccionista.
Presentación de la exposición PICASSO y KLEE EN LA COLECCIÓN DE HEINZ BERGGRUEN, en el Museo Thyssen- Bornemisza
La colección de Heinz Berggruen
Heinz Berggruen (Berlín, 1914 – París, 2007) se interesó por primera vez en la pintura moderna durante sus años de exilio en San Francisco, etapa en la que trabajó en el San Francisco Museum of Art y colaboró brevemente con el artista mexicano Diego Rivera. A su vuelta a Europa, tras la Segunda Guerra Mundial, se inició en el mercado del arte y abrió su primera sala en París en 1948. Años más tarde, adquirió otro local que se convertiría en la Galerie Berggruen & Cie. A pesar de que París ya no era el principal foco artístico, Berggruen tuvo un papel decisivo en el mercado internacional durante la segunda mitad del siglo XX, centrándose en recuperar obras importantes de colecciones prestigiosas y captar como clientes a grandes mecenas del arte contemporáneo.
A partir de 1980, se dedicó en exclusiva al coleccionismo de obras de maestros del siglo XX, fundamentalmente de Picasso y Klee, a quienes, según puede leerse en sus memorias, consideraba como “los dos creadores fundamentales de la primera mitad de nuestro siglo”. En el año 2000, su extraordinario conjunto artístico fue adquirido por el gobierno alemán, dando lugar a la creación del Museum Berggruen como parte de la Nationalgalerie. De esta forma, se cumplía el deseo de Berggruen de no solo conservar su colección para la posteridad sino de compartirla y hacerla llegar al gran público. En este aspecto, se trata de un proceso muy similar al protagonizado por Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza y el Estado español en 1993.
Picasso y Klee
Picasso, más terrenal, excesivo, meridional y sensual, y Klee, más introspectivo, nórdico, espiritual e intelectual, poseían personalidades muy opuestas. A pesar de ello, mostraron interés el uno por el otro y tanto sus procesos creativos como sus obras guardan semejanzas en muchos aspectos. Les une el espíritu de experimentación, la facilidad para el dibujo, el interés por los mismos géneros y temas, la inclinación por la sátira y el sarcasmo como medio de transgresión y la deformación de las formas y el cuerpo humano. A través de un lenguaje plástico cargado de radicalidad, contribuyeron a transformar la manera de mirar y acercarse al mundo, dejando una profunda impronta en el desarrollo del arte contemporáneo.
Estas similitudes se reflejan en la exposición a lo largo de cuatro secciones dedicadas a temas y géneros que compartieron: Retratos y máscaras, Lugares, Objetos y Arlequines y desnudos. En cada una de ellas, además, se incluyen obras de la colección del Museo Thyssen, algunas de ellas pertenecientes a Berggruen en el pasado, que evidencian al mismo tiempo los lazos que unieron a los artistas y a ambos coleccionistas.
Retratos y máscaras
Picasso y Klee tuvieron un papel decisivo en el cambio de paradigma del retrato moderno. A través de la deformación caricaturesca y el enmascaramiento, contribuyeron a redefinir el género, cada uno con su estilo y con diferentes significados. En sus obras, la identidad aparente cede paso a una más profunda y reveladora.
Los dos estudios de Desnudo con paños de Picasso, junto a Cabeza de mujer (1906-1907) y Desnudo femenino (Estudio para Las señoritas de Aviñón) (1907), muestran la influencia que las máscaras de culturas no occidentales ejercieron sobre el artista malagueño, quien no las concebía solo como un recurso formal, sino que reconocía en ellas una dimensión mágica y transformadora. Asimismo, su habilidad para la caricatura queda reflejada en sus retratos cubistas, como Hombre con clarinete (1911-1912), y en los que realizó de Dora Maar, para los que recurre a la deformación y al desmembramiento del cuerpo humano.
Klee también experimentó con recursos de reducción y distorsión y con el ocultamiento de las máscaras, influido por la fascinación que le provocaban las piezas del museo etnográfico de Múnich y las caretas de los teatros de marionetas. En sus retratos trasciende la apariencia externa para reflejar lo que se oculta bajo la superficie, empleando un grafismo de aparente sencillez y técnicas propias de la caricatura. Esto se aprecia en obras como La señora R. viajando por el sur (1924), donde la figura adquiere un aire fantasmal, y en Dama con lacre (1930), cuya retratada destaca por la palidez de su piel y unos labios rojos de los que emerge una línea negra que define sus facciones de mujer fatal.
Lugares
El paisaje fue un tema fundamental en los comienzos de Picasso y Klee. Para el artista español, fue clave en el desarrollo de numerosas experimentaciones, especialmente en la gestación del cubismo. Sus panorámicas de Horta del Ebro, con sus múltiples puntos de vista y sus superficies fragmentadas, fueron consideradas por Gertude Stein como sus primeras obras de este estilo. En la exposición, su interés por el paisaje queda reflejado en Naturaleza muerta delante de una ventana, Saint-Raphaël (1919) y Vista de Saint-Malo (1922). Sin embargo, no lo cultivó con la misma intensidad que Klee, quien concedió a este género un lugar central en su trayectoria. Su viaje a Túnez en 1914 repercutió en su estilo, comenzando a alejarse de la mimesis y a dialogar con la naturaleza con el fin de descubrir su funcionamiento y estructura interna.
A pesar del escaso número de paisajes de Picasso en la exposición, estos permiten reflejar la conexión temática entre ambos artistas, que se remonta a 1912, cuando Klee descubre algunas pinturas de Picasso en la primera exposición de El Jinete Azul en Múnich. El lenguaje cubista influiría de forma notable en su trabajo, como puede comprobarse en obras como Ciudad de ensueño y Casa giratoria, ambas de 1921.
Cosas
La naturaleza muerta se consolidó como género pictórico en los Países Bajos en el siglo XVII. En esta época, los elementos representados adquirían un significado simbólico vinculado a la reflexión sobre la existencia y vanidad humanas. En el siglo XX, la atención se desplazó hacia la exploración formal, poniendo al objeto en el centro de la creación artística. Picasso y Klee compartieron el deseo de comprender la esencia de las cosas y hallaron en este género un terreno en el que jugar, descomponiendo y reconstruyendo la realidad.
Con un profundo conocimiento de la tradición pictórica e influido por la reducción geométrica de la pintura de Cézanne, Picasso experimentó con la naturaleza muerta de forma constante a lo largo de su carrera. A través de la fragmentación de la materia y el espacio, desafiaba las normas establecidas. A partir de 1912, dio otro paso más introduciendo objetos como periódicos, serrín o naipes, como en Naturaleza muerta con racimo de uvas (1914), sentando así las bases del cubismo sintético, en el que lo real se unifica con lo representado.
La aproximación de Klee al cubismo se evidencia en el abandono de la perspectiva. Sin embargo, en lugar de deconstruir los cuerpos, crea arquitecturas oníricas a través de la unión de elementos más pequeños y dejando flotar las formas en un espacio indefinido. La naturaleza muerta le sirvió como medio para investigar la verdadera esencia de las cosas y las relaciones entre ellas, otorgándoles significados simbólicos y metafóricos. En su ensayo Wege des Naturstudiums (Caminos del estudio de la naturaleza), defendió que la esencia de un objeto va más allá de su apariencia exterior, lo que le llevó a investigar la estructura interna de seres vivos e inanimados con el fin de incluir en sus obras formas dinámicas que evolucionaran como las de la naturaleza, como en Porcelana china (1923) y Flor y fruta (1927).
Arlequines y desnudos
Picasso sintió una fuerte fascinación por el cuerpo y pintó a hombres y mujeres de múltiples formas y con diferentes enfoques, desde su época naturalista, durante el desarrollo del cubismo y hasta su etapa final. En esta sección se evidencia este interés en dos líneas temáticas: el desnudo, que puede verse en Dos bañistas (1921), Bañista reclinada (1920) y Silenos con danzantes (1933), y el mundo circense, como Arlequín sentado (1905), Circo (1968-1969) o Arlequín con espejo (1923), obra que en el pasado perteneció a Heinz Berggruen y que actualmente forma parte de la colección permanente del Museo Thyssen. Ambas temáticas se vinculan en obras del artista, como puede verse en Joven con espejo y estudios de desnudos femeninos (1923), donde se presenta una mujer desnuda junto a un hombre con cuello de arlequín y un espejo en su mano derecha.
Klee también se inspiró en el circo y lo pintó en diversas ocasiones, aunque abordó el cuerpo de forma diferente a Picasso, concibiéndolo como una extensión de la arquitectura en la que se ubica. Esta idea se manifiesta en Arlequín en el puente (1920), donde tanto la estructura del puente como la figura comparten patrones geométricos y una paleta cromática similar que los funde en un único conjunto, y en Despertar (1920), en la que la silueta reclinada se integra con el fondo mediante formas y gamas cromáticas afines.
FICHA DE LA EXPOSICIÓN
Título: Picasso y Klee en la colección de Heinz Berggruen. Obras del Museum Berggruen, Neue Nationalgalerie de Berlín
Organizado por: Museo Nacional Thyssen-Bornemisza en colaboración con Museum Berggruen, Neue Nationalgalerie Berlín.
Con la colaboración de: Comunidad de Madrid
Sede y fechas: Madrid, Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, del 28 de octubre de 2025 al 1 de febrero de 2026.
Comisarios: Paloma Alarcó, conservadora-jefe de Pintura Moderna del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, y Gabriel Montua, director del Museo Berggruen.
Comisarias adjuntas: Marta Ruiz del Árbol, conservadora senior de Pintura Moderna del Museo Thyssen y Natalie Zimmer, conservadora del Museum Berggruen.
Número de obras: 63: 49 pertenecientes al Museo Berggruen y 14 al Museo Nacional Thyssen-Bornemisza. 6 de ellas, de autores de pintura antigua en diálogo con las obras de Picasso y Klee.
Publicaciones: Catálogo con textos de Paloma Alarcó, Gabriel Montua, Marta Ruiz del Árbol, Natalie Zimmer y una introducción de Olivier Berggruen, hijo del coleccionista.
INFORMACIÓN PARA EL VISITANTE
Dirección: Paseo del Prado, 8. 28014, Madrid. Salas Postpop.
Horario de verano: Lunes, de 12 a 16 horas (entrada gratuita); de martes a domingo, de 10 a 19 horas.
Tarifas: Entrada única: Colección permanente y exposiciones temporales. General: 14 €; reducida: 10 € (mayores de 65 años, pensionistas y estudiantes); grupos (a partir de 7): 12 € por persona; gratuita: menores de 18 años, ciudadanos en situación legal de desempleo, personas con discapacidad, familias numerosas, personal docente en activo y titulares del Carné Joven y Carné Joven Europeo. Venta anticipada de entradas en taquillas, en la web del museo y en el 91 791 13 70.
José Belló Aliaga






