Dia de difuntos versus carnaval de invierno

Manuel Valero.- Todo el mundo tiene a alguien que partió. Y esa obviedad que nos iguala en el fin de los días de cada cual genera una empatía colectiva que recorre el camposanto, pleno de flores, evocaciones, recuerdos y lágrimas de ausencia ante la morada postrera del ser querido. Nuestra cultura no es una cultura de la muerte. Tintada con trazos de religiosidad o espiritual o meramente existencial nuestra costumbre centra el día grande dedicado atodas las personas que nos dejaron que es el segundo día de noviembre después del dedicado a los hombres y mujeres que dejaron su nombre grabado en el santoral.

Nuestra cultura, paradójicamente, no es lúgubre. Los cementerios son estos días una explosión de color, un inmenso campo de flores que disuelve la negritud de la muerte y lo contrapesa con el color de la tristeza que es el negro, un color ausente de colores, un no-color. Agrada ver lleno de vida el sitio donde reposan los difuntos y cómo las familias acuden en masa a acompañar por una brevedad la eternidad del descanso último. Incluso se hace grato observar tumbas y nichos con las fotografías del familiar fallecido y la frase que atestigua el recuerdo y nunca el olvido. Hay, incluso fotos en color que lo representa afanado en su actividad profesional o incluso, concentrado en su hobby favorito, y sobre todo, flores por todas partes que hacen del lugar una gigantesca paleta de pintor.

El tiempo ha ido aclimatando la costumbre, el luto social relegado al verdadero luto que es el interior. Ya no se ponen palomitas en tazas de aceite en los rincones de las casas, como hacía mi abuela Casilda. Recuerdo la gravedad del día de los difuntos y ese temor y recogimiento ante el gran misterio de la muerte. Una inquietud que alivia al creyente que se sostiene en la creencia de una vida más allá de la vida. Los columbarios han sido aceptados por la Iglesia que aprueba la cremación siempre que las cenizas del finado descansen en el lugar apropiado a esa fe que son los cementerios.

Y hay una sociología que impregna el lugar con anécdotas y detalles que dicen mucho de la actitud ante el deceso. Hay mausoleos familiares, construcciones mortuorias que parecen templos con toda una suerte de ornamentos, junto a sencillos y humildísimos montoncitos de tierra a veces sin leyenda alguna que identifique a quien allí descansa. El cementerio es también un reflejo de la vida, una homologación social, afortunadamente sin grandes contrastes que prolonguen hasta el lugar de los muertos las diferencias de clases. Hay una inmensa clase media que reposa sus huesos en tumbas de media gama, en nichos y en columbarios.

Por eso a uno el Halloween lo irita. Por esa absurda fiesta que se ríe del horror y de la muerte como si fuera una terapia que espanta los miedos. La cita nuestra con nuestros seres queridos ha sido colonizada en parte por la estúpida y comercial interpretación que han hecho los norteamericanos de la remota tradición celta. Y así, película a película, ha ido tomando desde años atrás, sobre todo a los jóvenes y lo que es peor, en mi opinión, a los niños, ya que ahora parece que quien no celebra Halloween es un descatalogado, un boomerirrecuperable, un triste.

Pues puestos en ese plan retomo esa parte tenebrosa de nuestra costumbres, de los lutos eternos de antes, las palomitas que navegaban sobre el aceite vertido en una taza cuyo resplandor dibujaba en la pared la silueta de los vivos. ¿O eran los muertos?

Cada cual es muy libre para celebrar estas fecha como le venga en gana pero a un servidor le parece el Halloween un colonizador cultural, un carnaval de invierno, yanqui y consumista.

En cierta ocasión me señaló alguien la bobada de jugar a las momias, los muertos y a personajes del terror, cuando nadie se escapa de tener todo el tiempo de mundo para serlo de verdad.

Que la tierra sea leve y el cielo ancho a todos los nuestros que ya no están con nosotros  

PD.- Buen detalle el del Ayuntamiento, recordar a los difuntos que por alguna razón no pueden ser visitados estos días.

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6 COMENTARIOS

  1. Muy de acuerdo con usted señor Valero, pero primero y ante todo, dejar constancia de que cada cual, en su libre albedrío, haga lo que crea oportuno. En la infancia e inocencia de los niños, lo veo como un juego. Lo llamativo es que en algunos centros de enseñanza, profesorado, y alumnado ya ENTRADO en años celebran con gozo, alegría, disfraz y juerga este día. Servidor y algunos compañeros de aulas, no muy dados a esta celebración, éramos mirados como los » bichos raros » y los amargados. Creo que básicamente, la gente busca cualquier excusa para festejar, no hay más razón que esa. Vaya por delante, como he dicho, mi total tolerancia a que cada cual……Una cosa es aceptar y respetar las cosas, y otra muy distinta, es querer formar parte. Le informo que tambien han importado el » thanks giving» en algún centro de enseñanza, acción de gracias, y por supuesto tambien lo celebran, en el restaurante. PD: como bien apunta, ya tendremos todo el tiempo de mundo, para » jugar» a la muerte. Recuerdo que en el hospital Santa Bárbara, también se genero una polémica hace un par de años, por una decoración mortuoria en una de sus estancias. Mal sitio, y lugar, cuando servidor vio muy de cerca, con 24 años a la señora de la guadaña ( al igual que muchas otras personas). Un saludo.

  2. Solo interesan las fiestas y borracheras, es lo que tenemos hoy en día de todas las celebraciones, van enfocadas a los antros, no hay respeto por nada, y la gente no tiene ni idea de lo que significan, eso sí, en este país cogemos cualquier fiesta del mundo para emborracharnos.

  3. Totalmente cierto » puerto ya no», el otro día un familiar mayor me preguntaba cuál era el significado de esto. Le expliqué más o menos de dónde venía, del fin de las cosechas, la llegada del invierno, los celtas y me seguía preguntando: Y ?. Y lo que dices, es juerga por juerga y desvirtuar todo. PD: Es como lo de los globitos, un sarao, un bombero, bailar, fotos, y todo mezclado con una enfermedad?. Pero vuelvo a reiterar, tolerancia y respeto. El que quiera participar que lo haga.

  4. No respetan a sus propios padres,que incluso los pegan,como para respetar a los que ya no se pueden defender, a los muertos.Se perdió todo mucha culpa de el progresismo liberal ,tanto alcohol fomentando y luego campañas en la tele de la DGT… En fin … Ya todo está perdido

  5. Que dice berdonces que queria poner una barra de bar en el cementerio(ya sabemos quién se la quedaría) con una fiesta Halloween que tanto le van las fiestas de otros países y cobrar 1€ de entrada para apoyar a una asociación que el desde el ayuntamiento no apoya
    Y aceitunas Antolín ahora nos dará una explicación como siempre sin sentido y llenas de insultos. Como los plenos

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