Un mundo feliz

 «La genialidad tiene su secreto en mantener siempre el espíritu de un niño hasta la
vejez, lo cual quiere decir nunca perder el entusiasmo
«
ALDOUS HUXLEY
(Escritor y filósofo inglés)

Todos hemos soñado con la Arcadia feliz en la que la vida transcurre en armonía, paz y felicidad. Se trata de un lugar idílico, de un paraíso terrenal donde todo parece estar resuelto y donde los problemas mundanos no existen. Ese lugar idealizado tiene su origen en una región del Peloponeso de la antigua Grecia, en la que la vida pastoril parecía perfecta. Allí, sus moradores, gozaban de una vida sencilla en contacto con la naturaleza y disfrutando de placeres como la música o el amor.

Hoy, la Arcadia feliz está asociada con la juventud, periodo en el que se disfruta plenamente de los placeres de la vida y en el que hay menores responsabilidades que en otras etapas de nuestra existencia. A veces creamos mentalmente un mundo feliz al que aspiramos y en el que deseamos vivir en algún momento. Ese mundo lo creamos a partir de nuestras creencias e ideas filosóficas, de nuestros propios instintos o necesidades personales, o por nuestras emociones y sentimientos.  

Después procuramos alcanzar ese objetivo, lo que requiere un periodo de tiempo más o menos prolongado. Pero, la mayoría de las veces, a ese mundo solamente nos acercamos a cierta distancia, o porque es utópico o porque sencillamente no está a nuestro alcance. Eso nos genera primero, frustración; después, rutina y conformismo; y al final, renuncia definitiva a todo aquello que resulta inalcanzable.

En 1932 se publica “Un mundo feliz”, una de las mejores novelas del siglo XX escrita por el británico, Aldous Huxley. En ella, como hará después George Orwell, utiliza la distopía —que relata una sociedad futura de ficción de características negativas que causan alienación en el ser humano—, en la que vaticina el desarrollo reproductivo, los cultivos humanos, el manejo de las emociones a través de las drogas y lo que él llama la hipnopedia, que es la educación a través del sueño.

La novela se desarrolla en el año 2540 del calendario gregoriano y nos ofrece una humanidad ordenada por castas en la que cada uno sabe y acepta su lugar en la sociedad que es avanzada tecnológicamente y libre sexualmente. En ella se han eliminado la guerra y la pobreza y todo el mundo es permanentemente feliz. Lo paradójico es que todo esto se ha conseguido eliminando la familia, la diversidad cultural, el arte, el avance de la ciencia, la literatura, la religión, la filosofía y el amor.

En esta obra se cuenta que hay un único gran Estado Mundial que rige los destinos de la humanidad y controla un arma muy poderosa: la reproducción artificial que proporciona el número de individuos necesarios para atender los distintos roles que se han de desempeñar. Por lo tanto, desde su nacimiento cada individuo está adaptado a su posición social. Esta ordenación se complementa con la hipnopedia, que es la enseñanza durante el sueño en el que se inculcan las consignas individualizadas.

Como toda novela distópica tiene un desarrollo muy elaborado, pero con un final transgresor de las normas del mundo perfecto que se ha creado y de la detallada organización que se ha implantado. Con trágico final de alguno de sus protagonistas. Aunque en el fondo constituye una crítica de aspectos muy diversos. Al trabajo en cadena, por ser humillante; a la liberación de la moral sexual, por ir contra el amor y la familia; al concepto de un poder centralizado; y ataca la sociedad consumista.

Aunque se publicó hace casi un siglo, hay muchas similitudes con la situación actual, lo que la hace premonitoria. Por ejemplo, la aceptación que la sociedad hace de su esclavitud gracias a los medios de comunicación y a las nuevas tecnologías. También se han encontrado referencias a la fecundación in vitro y a la realidad virtual. Y la sociedad que se describe está dominada por los avances científicos y técnicos y por las drogas que anulan las emociones básicas de los seres humanos.

Sorprende la inclusión en la novela del fenómeno de la desinformación, —lo de los bulos—, causada por el gran flujo de información que recibían diariamente. Hay situaciones que suponen una desviación sobre lo previsto que se resuelven por métodos agresivos, pero a los que se someten los personajes con naturalidad. Las sensaciones amorosas sentidas por los actores las obtienen los espectadores en los cines apoyando las manos sobre unos sensores instalados en el brazo de las butacas.

Por otra parte, el nombre de muchos de sus personajes suelen hacer referencia a dos personalidades diferentes y, entre ellos aparece un tal Primo Mellón, que se inspira en personajes de aquella época: Miguel Primo de Rivera —militar y político español—, y Andrew W. Mellón, un banquero y filántropo norteamericano.

Pero, nuestro idealizado mundo feliz muchas veces no se alcanza por ser demasiado pretenciosos.

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