Por José Belló Aliaga
El pasado día 5 de noviembre, a las 20:00, el Museo Nacional del Prado abrió sus puertas en Instagram para rendir homenaje a quienes cuidan.
Esta sesión, guiada por Paloma Málaga Shaw, del Centro de Estudios del Museo del Prado, contó con la participación del público, que pudo entablar un diálogo en directo sobre las obras que quiso comentar.
Cuidar también es un arte
Por eso, con motivo del Día Internacional de las Personas Cuidadoras, el Museo del Prado quiso rendir homenaje, a través de un encuentro digital abierto a todos los públicos, a quienes cuidan, en especial a esas personas mayores que se han ocupado de las generaciones más jóvenes y ahora sufren la brecha digital.
Un directo para conocer y compartir una tarde de arte, emoción y gratitud con las personas que cuidan: si disfrutáis de los vídeos del museo junto a vuestras hijas o nietos, si ayudáis a vuestros abuelos o a personas queridas a conectarse para ver las obras del Prado… esta cita fue para vosotros.
La sesión fue conducida por Paloma Málaga Shaw, del Centro de Estudios del Museo del Prado, que comentó en directo las obras que el público fue proponiendo. Fue un recorrido abierto, participativo y lleno de historias compartidas.
Para este encuentro digital, el Museo del Prado ha tejido una comunidad diversa y cercana. Entre quienes siguen los directos hay cuidadoras y cuidadores de distintos países que comparten el arte como espacio de compañía y afecto como Pili, desde Colombia, que cuida de su madre y ambas disfrutan de las emisiones juntas; Menchu, en España, que acompaña a su madre de 98 años, apasionada del Concierto de aves de Frans Snyders; o Mada, también española, que encontró en el arte una forma de superar etapas difíciles y cuidó de sus abuelos y ahora de su madre. Desde Chile, Paola y su madre Jovina Inés, de 82 años, combinan los directos con sus clases de pintura; mientras que Belkys, en Córdoba (Argentina), cuidó de su madre que conservaba una reproducción del Buen Pastor de Murillo. También participaron familias más jóvenes, como Marco, que comparte las sesiones con su hijo de dos años; o Patrycia, en Santander, cuya pasión por el Prado creció tras la visita escolar de su hijo. Historias de cuidado y arte que demuestran que la emoción estética puede ser, también, una forma de acompañar.
A través de su cuenta oficial de Instagram https://www.instagram.com/museoprado/, el Prado sigue tendiendo puentes entre generaciones y demostrando que el arte también puede ser una forma de cuidado.
José Belló Aliaga






