Saharauis

“El pueblo árabe saharaui fue expulsado de sus hogares, y ahora vive bajo la sombra
de los árboles, sobre la cima de las montañas y los valles”
EL-ULAI MUSTAFA SAYED
(Héroe saharaui)

                Poco antes de cumplirse el cincuenta aniversario de la Marcha Verde, la resolución 2797 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas incluye la autonomía del Sahara Occidental dentro de Marruecos como la base sobre la que pactar un acuerdo para resolver este conflicto. Es la primera vez que la ONU acepta las tesis marroquíes para la integración en su territorio de la antigua provincia española. Esta decisión puede suponer, de facto, que el derecho de autodeterminación del pueblo saharaui quede sin ningún efecto.

                La propuesta inicial la hizo Donald Trump en su primer mandato al que se adhirió España a principios de 2022. Esta adhesión estuvo precedida de una crisis con Marruecos por la atención sanitaria clandestina en España en 2021 del líder del Frente Polisario, Brahim Gali. Este hecho le supuso el cese a la entonces ministra de Asuntos Exteriores y el inexplicado cambio de la política española sobre el conflicto saharaui que generó la enemistad con Argelia en cuyo territorio permanecen los refugiados del Sahara Occidental.

                España, como antigua potencia ocupante, tenía la obligación de intervenir en su descolonización mediante la autodeterminación de este territorio que se ha mantenido en las resoluciones de la ONU hasta la firma de la resolución referida el pasado 31 de octubre de 2025. A partir de esta fecha parecen haber decaído las resoluciones de Naciones Unidas 690 de 1991 y 1570 de 2004 sobre la celebración de un referéndum de autodeterminación del pueblo saharaui que defendía nuestro país hasta el mes de marzo de 2022.

                En estos momentos los refugiados saharauis tienen poco margen de maniobra. Sus opciones pasan por volver al Sahara e integrarse en la soberanía de la monarquía marroquí, adquirir la nacionalidad del país que los acoge e integrase en él, emigrar como refugiados a países europeos o continuar un conflicto desigual contra el reino alauita. Ninguna de estas opciones parece buena para un pueblo que lleva sufriendo más de cincuenta años el exilio, la diáspora, la guerra y la consiguiente miseria que todo ello les ha acarreado.

                En relación con este tema quisiera contar una emotiva historia. En 1999, Nemesio de Lara Guerrero, —recién nombrado presidente de la Diputación de Ciudad Real—, publicó un artículo titulado “Saharauis”. En él cuenta un viaje realizado a los campamentos de Tinduf en Argelia en los que se refugia la población saharaui. El artículo relata, a modo de “diario”, lo acontecido cada día durante su estancia en aquel campamento. Allí se reencuentra con Mohamed, un niño huérfano al que de Lara acogió en su casa en el año 1996.

                A pesar del tiempo transcurrido el niño lo llama «papá» abrazándose a él con fuerza como si de verdad lo fuera. En su crónica se descubre que hasta un político puede perder los papeles y llorar, como cualquier mortal, ante el doloroso espectáculo de la miseria y de la necesidad extrema. Pero su relato continúa: «no ha crecido ni un centímetro en estos más de tres años». Y al referirse a su hijo, —que lo acompaña—, y a Mohamed, termina diciendo: «duermo en el suelo entre mis hijos Sebas y Mohamed. Soy un hombre feliz».

No hace tantos años este hombre lo fue todo en política. Concejal, alcalde, diputado provincial, presidente de la Diputación de Ciudad Real, diputado regional y senador, además de ostentar altos cargos orgánicos en su partido. Pero su sensibilidad por el pueblo saharaui ha sido una constante. Ha ayudado desde las instituciones y personalmente a esta gente que gracias a su determinación ha sido más visible. Y con su libro de poemas, “En el Sahara las palomas comen cuscús”, reivindica a un pueblo que se resiste a desaparecer. 

                Es evidente que la situación en estos campamentos de refugiados argelinos no ha mejorado mucho en las últimas décadas. Son ya tres generaciones de saharauis las que han vivido en esa especie de limbo jurídico y humanitario sin que se perciba una solución aceptable a corto o a medio plazo. Solo les queda la dignidad de un pueblo que se resiste a ser engullido por espurios intereses de países que les son ajenos o a claudicar ante los marroquíes que han ocupado su territorio, explotado sus recursos y pretenden robarles el alma.

                Nuestro gobierno cambió nuestra política de Estado sobre el Sahara mantenida por todos los gobiernos desde hacía más de cuarenta y cinco años y que consistía en apoyar, mediante referéndum, la autodeterminación del pueblo saharaui. Además, esta decisión se impuso, manu militari, por el actual presidente del gobierno. Sin tratarlo con otros países de la Unión Europea, sin debatirlo en la Cortes Generales, sin acordarlo con sus socios de gobierno, sin tratarlo en los órganos internos de su partido ni tampoco con la militancia.

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