El personal del Hospital de Ciudad Real salvó la vida de mi hijo con diabetes

Álvaro Muñoz Moreno. Papá de un bebé de 17 meses con diabetes.– Todo empezó el domingo 21 de septiembre, cuando veníamos de viaje de vacaciones, y nuestro hijo empezó con falta de apetito, muy adormilado. Es verdad que bebía mucha agua, pero nos coincidió el verano que le quitamos el biberón, y pasamos a la botella de agua.

El lunes 22 de septiembre decidimos llevarlo a la pediatra de nuestro centro de salud, explicándole que nuestro hijo tiene vómitos, algo de mocos, que no tiene fiebre en ningún momento, y nos dice que será un típico constipado y que hagamos lavados nasales.

El martes 22, puesto que la pediatra nos dice que es algo normal, lo llevamos a la guardería, en la cual se tira toda la mañana durmiendo, y al despertarse nos llaman para que vayamos a recogerlo, porque ven que algo no es normal.

Nada más recogerlo nos vamos para urgencias del Hospital de Puertollano. Le explicamos lo mismo que el día anterior, pero este día ya era algo mas, la respiración no era normal, con ruido y marcándose las costillas. Sin hacerle ninguna prueba nos dicen que es algo normal, que es un proceso vírico y que ya le saldrá la fiebre. Bueno, pues nos vamos para casa. Al final te lo está diciendo un profesional y te lo crees. Se tiró toda la tarde y noche durmiendo, sin querer jugar, sin querer comer.

Y ya el día 24 de septiembre empezó nuestro calvario. Viendo que nuestro hijo no remontaba y veíamos que no era un simple virus, decidimos irnos al Hospital de Ciudad Real, y nada más entrar por Urgencias y lo vieron, ya veíamos que algo no iba bien, pero gracias a que allí nada más entrar le realizaron una glucemia capilar, vieron que algo no iba bien, daba error, volvieron a repetírsela, y el mismo resultado “error”. Normal que diese error. Iba con 685 de azúcar en sangre. Enseguida empezaron a llegar médicos. Ahí empezó la pesadilla.

Debutó con cetoacidosis diabética, iba deshidratado en tal estado que no eran capaces de cogerle una vía intravenosa, y tuvieron que pincharle directamente al hueso. Directamente a la UCI pediátrica. Como padre imagínate el palo, pero aun recuerdo las palabras de aquel doctor de Urgencias: “viene muy grave, pero está en las mejores manos”, y qué verdad era.

Ahí empezamos a conocer este mundo nuevo, empezamos a dar los primeros pasos, todos ellos acompañados con todo el personal que se volcó con nuestro hijo. No sabemos cómo poder agradecerle tanto al personal de Urgencias, personal de UCI pediátrica, personal de planta del Hospital de Ciudad Real. Estaremos eternamente agradecidos a ellos, ya que prácticamente le salvaron la vida.

Después de pasar a planta, estuvimos 14 días más en planta, y si todo se hace más llevadero es gracias a María José, enfermera de la consulta CEDI (consulta de educación diabetológica infantil). Si no fuese por ella, por su vocación, dedicación, amabilidad… Se puede decir que los papás no están solos después de esto.

Y si cuento esto es para reivindicar en los hospitales y centros de salud el hacer cribados para la detección precoz de la diabetes tipo I, y que todo el personal sanitario sepa los síntomas que hay ante esta enfermedad (mucha sed, pérdida de peso, mucha necesidad de orinar, mucha hambre), y no tenga que pasar por lo que nosotros pasamos. Porque la enfermedad va estar ahí, pero si no llega a debutar tan malito, con una simple glucemia capilar, hubiésemos evitado todo ese trance.

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