Sin decaer un solo viernes a pesar del mal tiempo, y «sea la hora que sea, siempre hay que hablar de Gaza». Esta frase de un conocido comunicador es la que anima a los convocados y convocadas a salir a las calles, a las Plaza Mayor de Ciudad Real.
Esta vez un grupo de unas 50 personas han participado en el acto solidario con la lectura de varios textos:




«El sábado 8 de noviembre, colonos israelíes enmascarados y armados con palos, atacaron a personas agricultoras palestinas y activistas de la solidaridad, que tuvieron que recibir en su mayoría atención hospitalaria, en la zona de Jabal Qamas, en Beita, al sur de Nablus, cerca del asentamiento de Mevaser Shalom, construido recientemente en tierras confiscadas de Beita.
Tras unas horas de exitosa cosecha de aceitunas, un grupo de unos 50 colonos, enmascarados y armados con palos y porras, descendieron de la ladera y se abalanzaron sobre las personas que cosechaban, lanzándoles piedras. El ataque dejó a 14 heridas y necesitadas de atención médica, entre ellas varios agricultores palestinos, tres integrantes del personal médico, dos de los cuales sufrieron heridas en la cabeza, cuatro periodistas y tres activistas de la solidaridad, uno de ellos ciudadano estadounidense, todos ellos con heridas en la cabeza.
Según la OCHA (Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas), en octubre se registró el mayor número de ataques de colonos desde 2006, con 150 ataques documentados, 140 palestinos heridos y más de 4000 árboles y plantones destrozados.
Beita tiene una larga historia de resistencia contra la ocupación israelí y ha sido un foco de violencia dirigida hacia los residentes palestinos por parte de las fuerzas israelíes y los colonos. Situada cerca de varios asentamientos ilegales israelíes, la aldea celebra manifestaciones periódicas que han sido reprimidas violentamente, lo que ha provocado la muerte de 18 personas palestinas desde 2020 y de la activista turco-estadounidense Ayşenur Eygi hace un año. Miles más han resultado heridas durante las manifestaciones y las redadas.»
Una segunda lectura sonó con fuerza en la plaza capitalina con formato poético»
«Olivos que resisten
Palestina florece aunque duela la herida, de raíces profundas que abrazan la vida.
En su tierra sagrada la historia persiste,
y aunque quieran borrarla… ¡Palestina existe!
En Gaza, la ola que besa la arena
levanta el espíritu, cura la pena.
El cielo se parte con fuego enemigo,
y aún bajo el humo, la risa es testigo.
Jerusalén, piedra viva, ciudad de oración, te quieren sin pueblo, sin voz, sin canción, pero guardas llaves de un tiempo imposible donde la libertad camina invencible.
Ramala despierta con canto y bandera,
juventud que lucha, que siembra la espera; cada paso firme reclama el derecho de un país completo, de un pueblo en su pecho.
El mundo contempla y la historia lo grita: se acusa genocidio, la herida no quita.
Clamor de justicia que el viento levanta,
que el llanto denuncia, que el alma no aguanta.
Porque hay olivos que, incluso en la guerra, defienden sus frutos, su amor por la tierra.
Y aunque el invasor los quiera arrancar,
sus ramas renacen, vuelven a brotar.
Palestina vive en la madre que enseña
el nombre de un río, de un pan, de una seña; vive en cada niño que corre y que canta aunque el cielo truene y el miedo quebranta.
Mientras haya un sueño que hable tu lengua, ningún muro injusto tu paso detenga.
Tu nombre es latido que nunca se calla:
Palestina es libre, y vive en batalla.»








