¿Disidente? ¿Qué disidente?

Manuel Valero.- Imagínese que usted pertenece a un organización, club, asociación o similar. Para ello se ha de comprometer con unos principios que rigen el buen funcionamiento y el buen comportamiento. Y se ha de comprometer en serio, toda vez que sin esos principios la organización o similar no tendría sentido. Esos principios, por lo tanto, son estructurales, intrínsecamente fundidos en el funcionamiento normal de la asociación a la que pertenece. Pero después de una crisis interna se resuelve que la dirección de la organización recaiga en un determinado miembro y su equipo. Y que con el tiempo, el nuevo dirigente va haciendo añicos cada uno de los principios incurriendo en una contradicción tras otra con tanta maña que el propio Iglesias junior, el cabalgador de contradicciones parece un simple mozo de mulas..

Es tal el cúmulo de contradicciones que llega un punto que se hace intolerable, pero la mayoría parlante de esa organización sigue al dirigente con devoción casi religiosa, o por una razón menos rimbombante, como es la continuidad en el cargo.

Entre los componentes de esa organización hay uno que decide mantenerse fiel a los principios que le animaron a formar parte de ella, incluso, con alguna responsabilidad directiva. De modo que en ese movimiento de tierras, el fiel se queda aislado mientras los demás se mueven y giran en torno al líder cuando la degradación de la organización llega a tal punto que es imposible asumirlo democráticamente. A las contradicciones meramente políticas se unen comportamientos presuntamente delictivos del equipo personal del líder y con el paso de los años, la organización está a años luz de los principios inspiradores. La soledad de quien decidió permanecer en su terca fidelidad se hace visible, incrementada por sus opiniones que recuerda y se lamenta del derrotero de la organización a la que una vez se afilió, estimulado por los grandes valores de democracia interna, honradez, coherencia y transparencia. Incluso el disidente puede asumir alguna contradicción coyuntural como cuando gobernó con el apoyo de Podemos y se comprometió ante notario a cumplir con los acuerdos, lo cual me pareció insólito por lo inaudito. La política si es el arte de lo posible y a veces hay que dejar algún pelo en la gatera. Lo que no es aceptable es que el gato entre peludo hecho un angora y salga convertido en minino egipcio absolutamente irreconocible, un sphynx, que hasta el nombre de la raza es impronunciable.

En un momento dado una periodista pública le pregunta que si asume su rol de disidente, y el fiel a los principios le responde con cierta socarronería manchega que él sigue en el mismo huerto donde florecen esos principios, y que son los demás quienes ha decidido dejarlo en barbecho para plantar níscalos, si esto fuera posible, en otro sitio en compañía de los malos de ayer con tal de mantener la titularidad del huerto.

Pues bien, eso es lo que la pasa y le pasó a Emiliano García-Page. Todo el país conoce sus discrepancias con respecto a la actual dirección del PSOE, aunque le reprochen que solo habla fuera y no dentro de los órganos del partido. El otro día la periodista Silvia Intxaurrondo le preguntó si aceptaba o rechazaba su condición de disidente interno del PSOE. Page le respondió que le llamaba la atención considerar disidente a quien sostiene lo mismo que sostenía su partido hace veinticuatro horas, o hace un mes o dos o un año os dos, bueno, siempre. ¿Disidente? ¿Qué disidente?

Page siempre se mostró crítico con los pactos con Podemos, con la mano tendida a Bildu, con el trato de favor a Cataluña, primero con los indultos y luego con la amnistía. Mientras Page se mantenía firme en su opinión. igual que su secretario general Pedro Sánchez que dijo que si pactaba con Iglesias junior no dormiría, que traería a España a Puigdemont a que rindiera cuentas ante la justicia, que subió al poder mediante una moción de censura abominando de la corrupción del PP, moción que fue defendida por un Ábalos, hoy, como otros tantos con la soga al cuello, que sin Presupuestos no se puede gobernar … además de otros asuntos familiares.

Mientras el gigantesco movimiento de tierras en el PSOE descolocó a Page y lo ubicó en la disidencia solitaria, los otros y las otras, verdaderos disidentes, acompañaron a su líder, dueño absoluto de unas siglas históricas, en su órbita descabellada alrededor de si mismo.

PD.- A lo mejor Page no es el único disidente y hay una mayoría silenciosa que moralmente se encuentra más cerca de uno que de otro. Lo que es una realidad es que hoy por hoy, uno, que por edad es testigo de la evolución del PSOE desde que Felipe González, ganó las elecciones en 1982, no recuerda a un PSOE en una situación como la que se encuentra ahora. Y pasaron cosas.

González dijo que se puede ser socialista sin ser marxista del mismo modo que hoy se puede ser socialista sin ser sanchista

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