David Céspedes Barroso, historiador.– No descubro nada nuevo en la concepción de la historia si digo que según sean presentados hechos históricos pasados, la visión e incluso la postura del público “tirará” hacia un lado o hacia otro. Es deber del historiador contar tantas versiones como descubra y por supuesto, no sentar cátedra con verdades absolutas porque estamos en la época donde por sistema, se olvida eso de “solo sé lo que he vivido, lo demás me lo han contado”. Y es que según te hayas empapado de una u otra versión, el intelecto de cada uno derivará hacia una única tendencia, algo irremediable y por supuesto, hasta cierto punto comprensible por mucho que nos empeñemos en negarlo.
En la percepción que podemos tener sobre los motivos que desencadenaron la Guerra Civil española es esencial tener en cuenta si las elecciones de febrero de 1936 fueron todo lo limpias que consideran algunos historiadores o si por el contrario, se trató de un pucherazo de las izquierdas. Estas elecciones trajeron la victoria de la coalición de izquierdas bautizada como Frente Popular y hasta el levantamiento del 18 de julio de 1936, se sucedieron cinco meses de violencia defensiva y ofensiva que justifica, para una parte, ese golpe de estado y que si estiman que la elecciones se desarrollaron bajo un pucherazo, lo llaman Alzamiento.
El resultado de esas elecciones se nos presenta con dos únicas variables: fueron legales o fueron fraudulentas, no hay más. Las dos versiones presentan detalles que hacen dudar a la hora de posicionarse, no sin antes crear cierto conflicto personal porque cuando los historiadores presentan una, no admiten que pueda existir la otra. Corresponde al lector analizar las afirmaciones de las dos versiones porque por suerte, hay bibliografía suficiente.
Por un lado, aquellos que afirman que en esas elecciones de febrero de 1936, el acceso al poder del ejecutivo del presidente Azaña ocurrió antes de haber concluido el escrutinio final por parte de la Junta Central Electoral (Moradiellos) y por otro, los que dicen demostrar que la mayoría absoluta del Frente Popular estaba garantizada en la tarde del 19 de febrero (González Calleja).
No es objeto de este texto presentar la luz definitiva a esta cuestión. El motivo de estas líneas es traer las muchas menciones que nos están bombardeando estos días con el llamado pucherazo de Pedro Sánchez, junto a una comparativa sobre que pudo ocurrir en Ciudad Real en las elecciones de febrero de 1936.
No podemos dejar al margen titulares como “Cerdán ordenó un pucherazo en las primarias del PSOE en 2014 que ganó Sánchez (The Objective)”, “Cerdán amañó las primarias del PSOE que ganó Sánchez en 2014: -Sin que nadie te vea, metes dos papeletas-” (El Debate), “la investigación a Santos Cerdán resucita las acusaciones de pucherazo en las primarias entre Sánchez y Madina” (El Periódico) o “la urna escondida tras una mampara para votar un Congreso extraordinario del PSOE produjo desazón, tristeza y lágrimas en un Comité Federal que tachó de -pucherazo- la maniobra” (La Sexta).
Resulta difícil no admitir como se han puesto todos los medios de comunicación de acuerdo a la hora de atribuir, presuntamente, como pucherazo las primarias que cambiaron el futuro del PSOE. “Sánchez ganó las primarias de 2017. Aunque algunos dentro del partido prefieren no tocar el tema, la sombra del amaño sigue sobrevolando las urnas socialistas” (Antena3)
En las elección de febrero de 1936 a nivel nacional ganó el Frente Popular pero en la provincia de Ciudad Real se invirtieron los resultados con una victoria de las derechas. En la provincia, de los diez diputados a Cortes, ocho fueron para las derechas y dos al Frente Popular.
Los historiadores González Calleja y Sánchez Pérez se han ocupado en revisar el revisionismo a propósito del libro “1936. Fraude y violencia en las elecciones del Frente Popular”. Afirman que no existió tal pucherazo como mantiene el libro y sostienen que la clave para despejar sospechas y salir de dudas es el estudio detallado de la historia local de las elecciones de febrero de 1936.
Precisamente este revisionismo local me lleva a considerar la posibilidad que también en Ciudad Real, campea la sensación de pucherazo electoral en esas elecciones, o al menos así se resume en un detallado informe con fecha 1 de marzo de 1941:
En las elecciones celebradas el año 1936, Francisco Camacho Caba (Manzanares) colaboró y ayudó eficazmente por el triunfo de la candidatura de derechas, llegando a enfrentarse directamente contra los elementos de izquierdas, los cuales al comprobar que quedarían derrotados en estas elecciones, intentaban promover escándalos y con este motivo romper las urnas (Archivo Histórico Provincial de Ciudad Real J511A).
El Partido Socialista Obrero Español era parte importante del Frente Popular, ese que según el testimonio de Francisco Camacho, intentó romper las urnas al verse derrotado. Y, quién sabe si por el celo de este camarada, en Ciudad Real se invirtieron los resultados electorales.
Presuntamente, ¿llevan o no las izquierdas españolas el gen del pucherazo?












