La extinta judería de Ciudad Real (9). El azaroso declinar de una judería extinta en el primer tercio del siglo XV

Como bien expresa Lydia Garre Iniesta [1], la ola de conversiones y el antijudaísmo no se frenó con los acontecimientos de aquel fatídico año de 1391. La aparición en el comienzo del siglo XV del monje dominico Vicente Ferrer como elemento catalizador para hacer más eficaz ese proceso de conversiones iba más allá de un solo credo, amparándose en su propia interpretación sobre el Libro de Daniel acerca de la figura del Anticristo, trataba de convertir no sólo a judíos, sino también a musulmanes, cristianos orientales o cismáticos, y para ello lo importante iba más allá del contenido del mensaje expresado, era la forma en cómo se llevaban a cabo sus sermones y cómo expresaba quién podía ser salvado o no, al establecer diferencias entre los judíos no creyentes pero que eran conocedores de la existencia de Cristo como Mesías y los judíos no creyentes porque eran ignorantes de la verdad. En estos últimos incidía Ferrer como los que podrían ser objeto de salvación. Esa fue la brecha que, a partir de sus sermones carismáticos, le condujo a obtener unas quince mil conversiones en Castilla, aunque sólo constituiría el caldo de cultivo en el que el antijudaísmo influyese en la regulación de la época. Entre aquellas poblaciones que fueron testigos de sus prédicas se hallaba la propia Villarreal (pocos años después renombrada como Ciudad Real). Serían, tras superar unas “fiebres cuartanas” [2] que lo obligaron a prolongar estancia en Alcaraz,  los días 14 a 24 de junio de 1411, y después continuaría aún más, alcanzando Toledo durante todo el mes de julio de ese año, para continuar su labor de predicación hasta comienzos del año siguiente incluso, siendo partícipe en acontecimientos tan destacados como el Cisma de Occidente o el Compromiso de Caspe.

En el caso de Villarreal (hoy Ciudad Real), su visita, tal como nos indica el cronista Emilio Bernabeu [3], llegaría en el mes de junio de 1411, quedando alojado en una antigua casa que “que perteneció a la ilustre familia de los señores Cabeza de Vaca y formó parte después del vínculo de los Torres, situada frente al Convento de Santo Domingo (en el día cuartel de la guardia civil) con vistas á la calle de la Mata y á la de Caldereros” [4], siendo testigo de aquel acontecimiento la existencia de una hornacina que albergaba la propia efigie de quien más tarde alcanzaría la Santidad, Vicente Ferrer, quien igualmente sería recordado por estar asociado a su visita el conocido como “milagro de la Pedrera”, que, según nos refiere el cronista Julián Alonso Rodríguez [5], tal como sigue:

“Estando en la Misión “se quedó un breve rato suspenso y dijo: Es necesario que en este momento socorráis una grave necesidad. Saca un lienzo de la manga y dice: Seguid este paño y donde pare entrar a socorrer lo que halléis. Voló el pañuelo por los aires y, siguiendo la calle de Caballeros llegó a la de la Pedrera para pararse en la puerta de una casa de esta casa. Entran, rompen la puerta de la cocina y hallan un desgraciado con cordeles en la mano para ahorcar a su mujer. Evitan la desgracia. El pañizuelo volvió por la misma vía a manos del Santo Apóstol”

¡Curioso y encantador milagro, en verdad!

“Hasta el amanecer pasaba las noches confesando. Algunos días decía misa en la capillita de Nuestra Señora de la Soterraña, sita en lo alto de la muralla antigua de la Puerta de la Mata”. Desde que vino abajo,  la ermita, la Señora tuvo culto en el convento de Santo Domingo, hasta su demolición en el siglo pasado. ¿Qué sería de Ella y cómo sería?”

Tras dar por finalizada su visita a Villarreal el día de San Juan Bautista, sería despedido en olor de multitudes y, rumbo hacia el norte, se encaminó, atravesando la Puerta de Toledo, a su nuevo destino, Malagón, al que sucederían posteriormente Yébenes y Toledo.

A esta enorme labor evangelizadora que trataba de erradicar cualquier atisbo de judaísmo en Castilla se unirían una serie de normas que irían estrechando el cerco sobre todos aquellos que o bien habían sobrevivido a los acontecimientos de finales del siglo anterior o a la ola de conversiones de los primeros años del siglo XV.

Como una comunidad judía más de Castilla, Villa Real se vería afectada por este conjunto normativo. Así ocurriría con las breves pero segregadoras Leyes de Ayllón (1412-1418), rubricadas por Catalina de Lancaster, que sentarían un precedente a nivel normativo, donde se regularían algunas duras restricciones que afectarían a los judíos en diversos ámbitos: vestimenta y apariencia, como la obligatoriedad de llevar cosida a la ropa una señal bermeja que los identificase; en sus actividades económicas y sociales, no podrían ejercer cargos públicos o sufrirían restricciones en los arrendamientos fiscales; en el aspecto de la movilidad o residencia, tendrían prohibida emigrar a otras poblaciones sino querían ser sometidos a la esclavitud o a la confiscación de sus bienes; y, a nivel jurídico, su autonomía dentro de la aljama sería suprimida, asumiendo dicha competencia los jueces cristianos.

Consecuencia de la complementariedad entre el discurso evangelizador de Vicente Ferrer y la normativa restrictiva emanada de las Leyes de Ayllón sería la “construcción de una nueva mirada sobre el otro[6], y en ese contexto cabría destacar:

  1. La Disputa de Tortosa (1413 – 1414).- Iniciada en Tortosa en 1413 esta “escandalosa controversia teológica entre el judeoconverso fray Jerónimo de Santa Fe (antes Yehosú ´a ha-Lorqí, médico de Benedicto XIII) y representantes de las aljamas del reino de Aragón: R. Zerahyah ha-Leví y R. Moseh Abenabez, de Zaragoza; R. Yosef Albo, de Daroca; R. Astruq ha-Leví, de Alcañiz, R. Bonyudá Yahse ´el ha-Qastari, y el reconocido polemista R. Profeit Durán” [7], también tendría un papel destacado en la misma Vicente Ferrer.
  2. Las Taqqanot de Valladolid, un año después de la doble visita realizada por el rey Juan II de Castilla a la ya denominada Ciudad Real (1431), en 1432 constituyeron un corpus normativo sancionado por las Cortes a modo de uniformar toda la judería castellana. Tal como nos señala G. K. Zucker: “En 1432, el Gran Rabino de Castilla, Abraham Benveniste, convocó a representantes de la judería castellana en Valladolid con el fin de redactar ordenanzas que regularan la vida de los judíos de Castilla, quienes, como consecuencia de los ataques sufridos en 1391, habían sufrido mucho, además de verse obligados a ser reubicados. Estas leyes, o taqqanot, se dividen en cinco partes, que abordan las escuelas y sinagogas, los tribunales, las denuncias, los impuestos, las festividades y la vestimenta.” [8] Este intento trató de “hacer resurgir a la comunidad judía, en realidad dispersa, disminuida, empobrecida y objeto de unos proyectos que no contemplan otra solución que su definitiva desaparición.” [9]

Así mostramos cómo fue el largo peregrinar de las comunidades judías y conversas en el primer tercio del siglo XV, principalmente en Castilla y por ende en la población de Villa Real (hoy Ciudad Real), aunque aún no tenían la perspectiva suficiente para atisbar lo que realmente se les venía encima.

MANUEL CABEZAS VELASCO

NOTAS:

[2] HERVÁS Y BUENDÍA, I.: Diccionario histórico geográfico, biográfico y bibliográfico de la provincia de Ciudad Real. Tomo I. Imprenta de Ramón Clemente Rubisco. P. 321.

[3] BERNABEU, E. “Del Ciudad Real antiguo. San Vicente Ferrer en esta población”. Diario Lanza, 20 de enero de 1950, p. 6]

[4] DELGADO MERCHÁN, L. Judería de Ciudad Real Folletín de la Provincia. p. 489 y ss.

[5] ALONSO RODRÍGUEZ, J. “El milagro de la calle de la Pedrera”. Diario Lanza, 5 de junio de 1952, p. 3.

[6] LOSADA, Carolina M.: LEY DIVINA Y LEY TERRENA: ANTIJUDAÍSMO Y ESTRATEGIAS DE CONVERSIÓN EN LA CAMPAÑA CASTELLANA DE SAN VICENTE FERRER (1411-1412). Hispania Sacra, LXV 132, julio-diciembre 2013, 603-640.

[7] Santonja Hernández, P.: “La disputa de Tortosa. Jerónimo de Santa Fe y san Vicente Ferrer”. Universidad Pontificia de Salamanca, pp. 133.152.

[8] Zucker, G. K. “The Valladolid Taqqanot of 1432: a linguistic study”. Miscelánea De Estudios Árabes Y Hebraicos. Sección Hebreo, 383–389.

[9] Álvarez Palenzuela, V. A.: “Judíos y conversos en la España medieval. Estado de la cuestión”. eHumanista/Converso 4 (2015):156-191.

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