La Cía y su interés por la organización federal

MarcelinoUna de las ventajas de la situación catalana ha sido el surgimiento de cierto afán por desempolvar la historia de nuestro pasado. De repente la opinión pública está descubriendo aspectos desconocidos, olvidados, cuando no -digámoslo sin reparos- cuidadosamente disfrazados u ocultos.

Airear el arca de la abuela historia debería ser un ejercicio bienvenido. Ya sabemos la tendencia de los abuelos a silenciar determinados aspectos de su vida bajo el pretexto de preservar el honor familiar; cuando, en realidad, el único bien preservado sería el honor propio.

¿Por qué desde determinados ámbitos se sigue recurriendo a la idea de una España federal después del fracaso que supuso en la I República?

Los militantes o simpatizantes del PSOE suelen pensar que su Partido siempre ha sido federalista, y no ha sido así.

Históricamente el PSOE había sido un partido centralista y unitario.  La idea federal había sido rechazada por Pablo Iglesias por ser contraria al obrerismo socialista. Nada debía separar al proletariado, ni siquiera una federalización del Estado.

Igual de contundentes se manifestaron Jiménez de Asúa y Fernando de los Ríos en el debate constituyente de 1.931. Consideraron que el federalismo ideado por Pi y Margall para la I República, a través de los llamados pactos conmutativos, sólo servía para constituir nuevos estados, no para descentralizar a uno ya existente.

Literalmente afirmaron: “Se admitía la federación de territorios, pero no la federalización de un Estado ya constituido”.

Argumentaron que “España era un país demasiado desigual, social y territorialmente, como para generalizar un autogobierno igualitario”. Y que “los estados federales conocidos, especialmente Alemania y EE.UU., se estaban centralizando y se alejaban de hecho del paradigma federal”

La Alemania de la que hablaban los dos insignes socialistas era la República de Weimar. Que Weimar tuviera una organización federal era coherente con su pasado inmediato: el II Imperio Alemán unificado por Bismark e integrado por 26 unidades estatales. Weimar mantuvo la misma organización territorial heredada del II Imperio a excepción de las partes perdidas a favor de Francia durante la I Guerra Mundial. Sólo cambió su denominación. Alemania ya no sería un Imperio sino una República Federal con un sistema de gobierno parlamentario.

La organización federal fue un reflejo de los estados preexistentes en el Imperio. Fue un acto político de pura lógica.

No era el caso de España, de ahí la disconformidad argumentada de Jiménez de Asúa y  Fernando de los Ríos.

Entremedias, en 1.918, la agrupación de Reus propuso que España fuera una Confederación Republicana de Nacionalidades Ibéricas. Propuesta apoyada por Julián Besteiro y que nunca fue reconocida. El estatuto de autonomía fue la mayor concesión descentralizadora del PSOE a los nacionalismos. Esta fue la postura mantenida firmemente por Indalecio Prieto. Después de su muerte, en el Congreso de 1.964, se concibió a España como una Confederación Republicana; fórmula más retórica que práctica.

No fue hasta 1.974, en el Congreso de Suresnes, cuando el PSOE asumió el estado federal junto al derecho de autodeterminación de las nacionalidades que lo integraran.

Para comprender este giro hay que regresar y situarse después de la II Guerra Mundial.

En 1.950, EE.UU. se planteó la necesidad de desnazificar a las instituciones culturales y al sistema educativo de la Alemania derrotada.

A la cabeza del proyecto estaba un banquero estadounidense, John J. McCloy. El proyecto fue bautizado con el nombre de Congreso a Favor de la Libertad Cultural (CFLC)

Detrás de un nombre tan sugerente, John McCloy buscaba construir una nueva Europa acorde con los intereses por él representados y apoyados por la administración Truman. El R.U. estuvo igualmente involucrado.

Con la excusa de combatir al comunismo ateo y otras formas de autoritarismo el CFLC se marcó dos prioridades, una, acabar con la cultura clásica europea, sustituyéndola por el pesimismo cultural desarrollado por Marcuse en su estancia de EE.UU.; estableciéndo nuevos cánones en el mundo del arte acordes con el pesimismo desolador y creador de impotencia individual y colectiva. La segunda prioridad fue poner fin a los Estados-nación europeos y sustituirlos por una organización federal donde los pueblos (regiones) estaban llamados a jugar un fundamental papel.

A finales de 1.940, Adorno y Horkheimer habían terminado el proyecto “Personalidad Autoritaria”, generador en los años 60 del movimiento contracultural basado en la famosa tríada “sexo drogas y rock & roll”.

El CFLC estuvo financiado desde un principio por la Cía.

El panorama educativo y cultural de hoy es fruto de la acción del CFLC. Para no desviarnos, a pesar de la tentación, volveremos al asunto de cabecera.

Cada país europeo tuvo un Comité en el CFLC. El español se organizó en dos secciones: la sección castellana y la catalana, de acuerdo con la ideología de la Europa de los pueblos.

Auspiciado por el CFLC se creó el Congreso del Movimiento Europeo. El IV se celebró en Múnich los días 7 y 8 de Junio de 1.962. Representando a España acudieron más de un centenar de personas tanto del interior como del exilio. El régimen franquista lo llamó el Contubernio de Múnich, y así ha pasado a nuestra historia.

En el documento final se impusieron varias condiciones a España si deseaba ser aceptada como miembro de las instituciones europeas. Se habla de un sistema democrático, de libertad sindical, etc, etc. Todo acorde con lo esperado. Pero en el apartado tercero aparece una condición que ni Francia, ni Alemania, ni Italia, ni Bélgica, ni Holanda, ni Portugal, por poner ejemplos, tuvieron que firmar nunca. En dicho apartado se pide expresamente a España “El reconocimiento de la personalidad de sus distintas comunidades naturales”. Sin ningún pudor la Cía entró de lleno en la futura organización territorial y política de España.

Al año siguiente, 1.963, se hizo pública la encíclica de Juan XXIII “Pacem in terris”, nacida al socaire de la Guerra Fría. En ella se pide el respeto a las minorías étnicas y se insta a que los gobernantes promuevan con eficacia los valores humanos de las mismas, especialmente en lo referente a su lengua, cultura, tradiciones, recursos e iniciativas económicas.

Esta encíclica fue utilizada como paraguas doctrinal de los deseos separatistas de la iglesia católica vasca y catalana, interpretando que el concepto de minoría étnica era aplicable a los habitantes de ambas regiones. Consiguieron que la Conferencia Episcopal española reconociera 4 culturas: la castellana, la vascuence, la gallega y la catalana, confundiéndolo todo, lengua, etnia, cultura, y cometiendo el disparate antropológico de estipular por “decreto canónico” que estas eran las etnias genuinas de la España de entonces y, por tanto, de ahora. Pero así se escribe la historia.

En 1.964 se reunieron las dos secciones del Comité Español del CFLC.

Entre los representantes de la sección castellana cabe mencionar a Dionisio Ridruejo, Caro Baroja, Maravall o Aranguren. Por la catalana, Josep Benet, Castellet o, el futuro fundador del PSC, Joan Raventós, entre otros.

Como nos recordó el escritor Iván Vélez, en esta reunión salió a relucir el estado plurinacional, la secesión o el modelo federal, todo dentro de un marchamo europeísta. Y el futuro senador más votado en las elecciones de 1.977 por Entesa del Catalans, Josep Benet, habló de una Cataluña ocupada que sólo encontraría acomodo en un Estado plurinacional antes de la independencia. Benet definió con claridad las etapas que, a fecha, siguen constituyendo la agenda separatista.

Quizá lo más curioso fuera el planteamiento de Dionisio Ridruejo, a la sazón coautor de la letra del “Cara al sol”, al defender también la plurinacionalidad del Estado y la necesidad de una negociación política donde los intelectuales deberían ser imprescindibles al objeto de preparar el terreno ideológico propicio.

Todo esto en tiempo de Franco, con la Cía propiciando la disolución de los Estados-nación y auspiciando esta clase de reuniones ¿Habría sido la varita mágica de la Cía la responsable de que un miembro del PSUC, Benet, con fuertes convicciones católicas, hiciera propia la reivindicación de la burguesía catalana más rancia, y de su sorprendente coincidencia con el falangista Ridruejo?

El Comité Español de la CFLC volvería a reunirse en más ocasiones. En 1.966, volvió a hacerlo en la magnífica masía de Millet, fundador de Banca Catalana. En ella se incorporaron personas claves como Pujol, repitió Benet – ideólogo en la sombra-, Carulla y otros.

En ese año el Concilio Vaticano II ya había terminado y el diálogo cristianomarxista estaba en su apogeo, al igual que el marxistaliberal, cuyas consecuencias serían un pacto de repartos de influencia. Los liberales manejarían la economía y los marxistas la cultura. De este pacto de muy difícil calificación nacería ese tipo de personaje de difícil definición llamado pijoprogre;que llamándose progre no renuncia a lo pijo y viceversa.

El Congreso de Suresnes fue organizado de la A a la Z por la Cía. Desde la apuesta por el candidato González, a la elección del Canciller Brand como su tutor, con el consiguiente enfado de Mitterrand que lo consideraba suyo por estar enclavado en el Sur de Europa.

Así se fraguó la idea de una España federal. No fue buscando una solución óptima para ayudar al desarrollo de los españoles. Ni lo fue entonces, ni lo es ahora. Fue fruto de intereses geoestratégicos en donde España no era más que un peón de ajedrez.

Como demostración de que la contraposición entre la Europa de los Estados-nación y la de los pueblos o regiones no ha sido ni es una especulación gratuita, merece la pena repasar las últimas palabras de Jean-Claude Juncker el pasado 9 de Noviembre, al ser investido doctor Honoris Causa por la Universidad de Salamanca.

“Sí a la Europa de las naciones. Sí a la Europa de las regiones. Pero no a la división de las categorías nacionales y regionales sobrepasadas desde la II Guerra Mundial”

Las afirmaciones de Juncker son el reconocimiento a una dialéctica muy presente en la construcción de la UE. Dialéctica controvertida y en absoluto superada, por más que en sus declaraciones busque tranquilizar enfatizando lo contrario. Puro lenguaje diplomático.

Toda federalización de un Estado constituido, como el español (utilizando las expresiones de Jiménez de Asúa y Fernando de los Ríos) sólo agravaría la dialéctica Estado-nación frente a pueblo/etnia-región, con un efecto disolvente sobre el primero, y la consiguiente pérdida de poder político de los ciudadanos; precisamente lo buscado por la Conferencia a Favor de la Libertad Cultural creada, financiada y férreamente controlada por la Cía.

Este es el más que probable escenario al que nos enfrentaremos los españoles después de la resaca de las elecciones catalanas del 21-D. Presentándonos la alternativa federal como la panacea. Y respaldándola con argumentos historicistas o de otro tipo. Por eso merece la pena recordar cómo se gestaron las ideas-tótem, federal y plurinacional, de las que nos hablarán hasta empacharnos.

Sin tapujos
Marcelino Lastra Muñiz
mlastramuniz@hotmail.com

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16 COMENTARIOS

  1. Brillante e ilustrador artículo. Creo que incides en la finalidad fragmentadora de las relaciones hacia España por parte del resto de los países europeos.

    Somos herederos diplomáticamente de Westfalia, precursor de la Europa de las Naciones. Una España compacta políticamente puede perjudicar los intereses de otros Estados-Nación, pero también creo que concurre otro factor que puede también explicar esta presión por federalizar el Estado español: EL DESCONOCIMIENTO DE LA HISTORIA ORGÁNICA DE ESPAÑA.

    Para un Estado antiguo como es el nuestro y a la vez moderno (fuimos el tercer país junto con Polonia en dotarnos de una Constitución moderna), el modelo federalizante no se ajusta a la historicidad ni ideosincrasia española:

    – No hay base histórica real para hablar de reconocimiento de nacionalidades porque el nacionalismo es un fenómeno del siglo XIX de importación europea. Los catalanes en el Bruc no fueron conscientes de defender sólo a Cataluña frente a los franceses sino que defendían a España. Los nacionalismos mutilan horriblemente la verdad histórica.

    – Sin embargo sí la existe para hablar de la existencia de Regionalismo y Foralismo. Ideosincrasias jurídicas (derecho civil aragonés o gallego) más que económicas (que son una concesión injustificable del poder constituyente por mero acomplejamiento de un estado centralizador).

    El FEDERALISMO es inoperante frente al NACIONALISMO que es supremacista y excluyente (perversa evolución del foralismo), y solo es adecuado en Estados gestados recientemente (Alemania, Italia y EEUU).

    El modelo español genuino es el AUTONÓMICO (que es un foralismo moderno) que ha resultado fracasado e implicaba una «federalización» de competencias pero no de legitimidades (unidad de la Nación española).

    El futuro está en preservar la unidad y permanencia de un Estado con más de 500 años de Historia que nos ha hecho una potencia política y cultural (lo que siempre es temido) y en reformar el Estado Autonómico centralizando Educación, Sanidad y Tributación cedida.

    La cuestión no es resolver un problema identitario (que sólo existe para una minoría de españoles con fuerza institucional, pero minoría) sino CÓMO COMPONER UN ESTADO QUE PRESERVE LA IGUALDAD ENTRE LOS ESPAÑOLES.

    Y aquí como bien describes Marcelino, voilá que nos encontramos con que la izquierda de este país prima los derechos políticos de lo que ellos llaman naciones, a la igualdad de los españoles con independencia de la parte del territorio donde residan.

  2. Marcelino, muy interesante, pero ya es historia para fijarse en ella y no repetir errores.

    Muy simple: poder votar para elegir forma de gobierno. Poco más. Evitar que sea un polvo el que designe al jefe del Estado Español.

    Ni cía, ni Kgb, ni Papas de Roma: votar. Poder votar cada cuatro años un Presidente de República y un Presidente del Gobierno.

    Sin violencias, si algaradas, sin saltarse las normas ni la COnstitución.

    Ya lo dijo Suárez, si se llega a votar el modelo de Estado, ahora estaríamos en una República. De derechas, con Rajoy de Presidente del Gobierno y, no sé si queda alguien sin imputar, de Presidente de la República.

    Así de simple.

  3. En el fondo, se trata de una idea vieja y ominosa, «Todo para el pueblo, pero sin el pueblo». Y los que piden democracia participativa (cómo si existiese una democracia no participativa) o referéndums, sólo preguntan a los ciudadanos por las respuestas que les interesan.

    Un referéndum debe ser previo a cualquier decisión que se tome para Cataluña: ¿Quieren los españoles acabar con las autonomías? No podemos poner el carro delante de los bueyes. Del mismo modo, antes de ejercitar la democracia en Cataluña, hay que llevar la democracia a Cataluña. Los ciudadanos deben ser libres para elegir en libertad. En un territorio donde sus habitantes no tienen todos los mismos derechos, no hay democracia. Se debe poder optar a una plaza de funcionario sin que el catalán sea requisito sine qua non, se ha de poder escolarizar a los niños en su lengua materna, los comerciantes deben tener libertad para rotular en el idioma que les plazca, los medios de comunicación públicos deben dejar de ser herramientas para propalar el odio al español.

    A mí, siempre me sorprendió que en Vascongadas se votará con regularidad, manteniendo una apariencia de democracia, mientras se asesinaba a los vascos según fuera su adscripción ideológica u opinión. Si los ciudadanos no pueden expresar sus ideas con libertad por miedo a ser asesinado, ¿se puede hablar de democracia en ese territorio?

    La paradoja es que aquellos partidos que más pregonan la solidaridad, la igualdad, la justicia con los débiles, la democracia son los que se alían a las oligarquías que persiguen el privilegio a costa del sacrificio de los más humildes, los que defienden y justifican a los terroristas. Asombroso.

    De la Iglesia, a uno de la pena y asco hablar. En fin.

    • ¿Has estado alguna vez en Euskadi Censor? ¿Has intentado meterte en algún pueblecito y ver la realidad de allí? Antes de que existieran las Ikastolas (que para ti serán centros de adoctrinamiento-como para otros las parroquias o la Concertada) ya se hablaba Euskera, ya se tenía conciencia de país, ya eran completamente diferentes a nosotros. Hace unos siglos solo. No han hecho falta esas Ikastolas. De hecho, la recentralización vivida con Aznar ha dado al traste con mucha burguesía, industria, banca etc etc ¿Cómo van a querer ser españoles, si solo se les ha llevado conflicto y pobreza? Si es que, hasta yo que soy contrario a la independencia les entiendo.

      Estamos en lo de siempre, ponerle a todos las orejeras y que anden por donde se diga a cientos de kilómetros…

      Estos comentarios son siempre iguales. Odiáis a catalanes y vascos, no queréis ni verlos, pero si dicen que se van, os ponéis como basiliscos para defender un territorio al que no pisaríais ni a empujones. No a defender a los que quieren seguir siendo españoles, esto ya es a lo Perejil. Por cojones, aunque solo viva una cabra allí.

      Eso sí que es triste.

      Por cierto, cuando quieras hablamos sobre el interés de ciertos partidos de mantener el conflicto vasco cuando venían elecciones…O de lo bien que le viene a algunos lo de Catalunya para sacar rédito electoral…a partidos que no tienen ni un solo alcalde en Catalunya y que ahora se miden con el PSOE…menuda leche se van a dar cuando sea el 21D a las diez de la noche…

      Así es que, o eso, o empezamos a hablar de otra forma de Gobierno que no implique un señor que vive de maravilla en La Zarzuela leyendo un discurso al año y otro en Moncloa, escondidito para que no le salpiquen los problemas.

      Podemos reformar el Senado y que sea una cámara autonómica, e ir dando pasos hacia una República Federal, o no, donde el PP también tendrá oportunidad de ganar unas elecciones, tal y como está Merkel en Alemania o Macrón en Francia. Pura derechita. Pero cada cuatro años, a votar y a botar…

  4. Lo que está claro es que se necesita una reforma constitucional para redefinir el Estado autonómico, reordenar su evolución de hecho federal e incorporar la doctrina destilada por el Tribunal Constitucional a lo largo de estos últimos veinte años.
    Dejando a un lado las confabulaciones, intrigas y conjuras, el federalismo es, por definición, ‘pacto’.
    Un federalismo plurinacional y asimétrico. Esto es reconocer la realidad política vigente en España….

    • Realidad política vigente??

      Un bipartidismo que subsiste apoyado en los nacionalismos.

      Unos naZionalismos que quieren ser tratados con superioridad respectos del comúin de los españoles.

      Una izquierda totalmente desnortada que de forma absolutamente incomprensible quieren sellar un PACTO desde los desiguales.

      Un pacto que encubre un chantaje intolerable.

      Una «redefinición del Estado autonómico» que en vez de homogeneizar derechos y obligaciones entre los españoles, pretende blindar las desigualdades entre españoles existentes.

      • Hay que avanzar hacia un ‘Estado plurinacional’ como culmen del desarrollo autonómico.
        Es necesaria una revisión de la Constitución para dibujar con nitidez un modelo federal de España que reconozca la diversidad territorial pero garantizando, sin dejar resquicios, la soberanía nacional, la igualdad entre españoles, la solidaridad y la cohesión….

        • Europa ya tiene una línea que son las regiones. No hay que sacar las cosas de quicio. Dentro de las regiones, las ciudades son lo suficientemente autónomas para no necesitar hacer una Europa de los barrios.

          Ojalá y se tuvieran los huevos de hacer una Europa Federal y acabar con los gobiernos nacionales. Ojalá.

    • Estoy de acuerdo Charles, no entiendo la necesidad de hacer teorias conspiranoicas del federalismo en España, el federalismo es pacto y cooperación y la realidad, como bien dices, es plurinacional.

      Por supuesto urge la necesidad de votar el modelo de estado, república o monarquía.

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