Julián Plaza Sánchez.- Cuando te sientas triste, mira dentro de tu corazón y verás que la tristeza forma parte de la vida. No es conveniente transmitir la tristeza, pero sí es bueno compartirla para conseguir que disminuya. Normalmente la tristeza convive con el dolor, que es el precio que tenemos que pagar por amar. Este año el dolor y la tristeza emergen terriblemente por el fallecimiento de mi esposa.
Desde que tengo conciencia estaba deseando la llegada del mes de Diciembre, siempre cargado de fiestas y amor familiar. Pero las luces que nunca existieron y el bullicio de jóvenes y mayores, se trasformó con el paso del tiempo. La Navidad ya no será la misma debido a tu ausencia. Todo será distinto las luces son agobiantes, la música insoportable, incluso el aroma de las comidas ya no tiene la misma intensidad. Navidad cargada de tristeza. Atrás quedaron aquellas fiestas en la que todos los miembros de la familia nos reuníamos para disfrutarlas. Tras la pérdida del ser amado, se convierten en un recordatorio de la persona fallecida y de los momentos que ya no podemos compartir juntos Entonces los recuerdos y las emociones se encuentran a flor de piel.
Sin lugar a dudas, para los católicos, lo más importante de la Navidad es celebrar el nacimiento de Jesús. En este momento Dios se hace humano y como tal, padeció todos los rigores de la vida terrena, llegando a la muerte en la Cruz. Pero después de morir, al tercer día resucitó. El escritor Javier Marías nos habla de la importancia de ser humano, cuando refiere que si el mismo Dios se hizo hombre, humano es lo mejor que se puede ser. El tema muchas veces no cala en lo más profundo de la persona, pero la realidad es que Dios nos quiere tanto que se hizo hombre para sufrir lo que los humanos sufrimos. La alegría en estos días depende de la situación personal de cada uno de los mortales. Muchos añoran la celebración de las fiestas en su época de niñez. Para otros son días llenos de tristeza y recuerdo para las personas que viven en soledad o recordando a las que nos han dejado. En mi caso está llena de tristeza y dolor, al ser la primera Navidad que falta mi esposa. Aunque en realidad la muerte no ha conseguido separarnos espiritualmente hablando, sí que ha desaparecido la persona física. Porque no cabe duda que estamos compuestos por la materia y el espíritu. Esto está admitido tanto por las personas que pertenecen al campo religioso, como las que se encuadran en el ámbito científico. Así el neorofisiólogo australiano Sr. John Esccles decía que debemos reconocer que somos criaturas espirituales dotadas de almas que moran en un mundo espiritual, así como seres materiales cuyos cuerpos y cerebros existen en un mundo material. El espíritu perdura eternamente y es lo más importante que tenemos como persona.
No existe una Navidad ideal, solamente la que nosotros decidimos crear como reflejo de nuestros valores, nuestros deseos y nuestras tradiciones. Tengo que asimilar la tristeza que me embarga, frente a la alegría de los otros, y aceptar que es una fecha más del calendario que pasará. La falta de Puri me lleva a la añoranza de tiempos pasados. Entonces las navidades eran felices y alegres. Ahora solamente podemos recordarte con cariño. Desde donde estés verás que esta Navidad sin ti, lo único que hago es recordar el día que te perdí. Como todos los años también te he comprado un regalo, esta vez solamente ha podido ser un ramo de rosas rojas que he puesto sobre tu tumba. Yo me conformo con que me ilumines todas las noches con tu luz de estrella dorada, llena de paz y de armonía. Si no encuentro adjetivo para nuestro amor, quizás sea porque te amo mucho más de lo que te dije nunca. Este amor que tenemos es tan puro que, como dice el trovador, no se puede medir en el tiempo y no se rige por un calendario. Es un amor invisible, pero es el que mantiene al mundo girando.
Te voy a escribir la canción más bonita del mundo. Ahora que el tiempo entristece y que la luz solar no permanece por muchas horas, quiero recordar tu persona alegre y tranquila. Quiero volver a los primeros tiempos que nos conocimos. Quiero volver a vivir tus enseñanzas, tu espíritu de lucha, tu razón, tu ser. Quiero celebrar tu nacimiento, nuestro encuentro y nuestra vida. Quiero conservar hasta el infinito los hermosos recuerdos que tengo grabados en mi mente. Quiero mantener en la memoria lo feliz que he sido a tu lado. En esta fecha me quedaré con los recuerdos de las Navidades que pasamos juntos. Aunque faltes físicamente, nuestros espíritus son inseparables y ni siquiera la maldita muerte ha conseguido alejarnos. Esta unión es indestructible gracias al amor que nos tenemos. En este caso la muerte no ha conseguido dejarlo vacío de amor. Es lo que refiere la escritora búlgara María Popova, al decir que cuando nos enamoramos lo hacemos no solo del exterior de una persona, sino también de la fantasía de como esa persona puede llenar el vacío que llevamos por dentro. Por eso cuando el vacío se llena y luego regresa a su estado natural, duele. Yo no he perdido tu amor, pero sí que apareció el dolor con la pérdida física. No me queda otra que refugiarme en el amor, haciéndolo cada día más fuerte para conseguir que perdure después de mi muerte. Creo firmemente que nuestro amor, después de la muerte, se puede enlazar hasta la eternidad.
Este año espero que los Reyes Magos me traigan tus sueños. Como decía la poeta Gloria Fuertes:
Del lejano Oriente
vienen tres camellos:
Melchor y Gaspar
van en los primeros;
detrás Baltasar
en el más pequeño.
Uno trae juguetes;
otro caramelos
y el más chiquito
sólo lleva sueños.
Por último, quiero mandar un mensaje de esperanza a todas las personas que estén pasando por una situación parecida a la mía. Hay que pensar que el tiempo vivido con la persona que ya no está, fue un tiempo extraordinario, insuperable y que el amor por ella nos acompañará hasta nuestra propia muerte.
Ciudad real a 12 de diciembre de 2022
Julián Plaza Sánchez.