Lina

“Un libro, como un viaje, se comienza con inquietud y se termina con melancolía”
JOSÉ VASCONCELOS CALDERÓN
(Escritor y filósofo mexicano)

Estos días se ha celebrado la Feria del libro de Ciudad Real de 2025. Lo ha hecho en su lugar habitual y donde corresponde, según nos manifiestan los participantes más veteranos de este evento. Es decir, en la populosa Plaza Mayor de la capital.

En mi caso ha sido la primera vez que he acudido como autor y, debo reconocerlo, ha sido un hito importante para mí, después de que Serendipia publicará mi primera novela hace pocos meses y de las presentaciones formales que se hicieron en Ciudad Real y en El Toboso. He podido conocer por dentro un acontecimiento extraordinario de difusión de nuestra cultura que, como cualquier otra actividad humana, tiene sus claroscuros.

Feria del Libro de Ciudad Real

Según los organizadores hemos participado unos 70 autores. Y más allá de los que, por su imagen pública o porque comercialmente están a otro nivel, la mayoría de los participantes somos de un nivel más modesto.

Entre ellos ha habido autores locales muy conocidos, como el que fuera alcalde durante años, Lorenzo Selas. Y destacaría a dos compañeros que colaboran conmigo en el periódico miciudadreal.com, que atesoran mucha experiencia. Se trata de Manolo Cabezas Velasco y de Manolo Valero. Y curiosa coincidencia, los tres tenemos el mismo nombre. En el periódico digital los compañeros nos llaman coloquialmente “Los Manolos”.

Manuel Cabezas en la Feria del Libro de Ciudad Real

Seguramente esté año he pagado la novatada. Creo que no elegí bien ni la fecha ni la hora, pero eso es lo de menos. Porque, en poco más de dos horas he vivido con emoción lo que esté acto representa para todos. Publico en general, editores, libreros y autores, pero también las administraciones públicas que directamente o a través de instituciones que dependen de ellas, han estado activamente presentes en la Feria de este año.

La presencia de los editores y libreros, con su organización y con todo su personal, facilita la labor de difusión de nuestras publicaciones, pero también la de nuestra participación como creadores y el acceso privilegiado a quienes son nuestros destinatarios finales. Es decir, al público que adquiere, lee o visualiza los libros que nos publican y que se ofrecen a través de estos agentes mediadores en sus locales o dependencias.

Me sorprendió la participación ilusionada de autores muy jóvenes. Y aquella tarde tuve dos compañeros jovencísimos. Esther Gómez, que presentaba su obra Lila y Adora. Esta bolañega me pareció entrañable y toda una experta en estas lides, pese a su edad. Ella es muy agradable y dice sin rubor que desde que tenía nueve años, se había propuesto ser escritora y en ello estaba. Escribe relato corto y ya ha ganado algún concurso literario.

El otro de los autores jóvenes era Luis Javier Lorente, que presentaba “Mónico 1909. Crononauta”, un cómic en el que se cuenta la vida de este personaje excepcional de Piedrabuena que inventó la primera máquina de rayos X portátil. Este joven diseñador gráfico ciudadrealeño estuvo acompañado por tres de sus amigos durante toda la velada, mientras incluía en sus dedicatorias una imagen del insigne inventor piedrabuenero.

Manuel Fuentes en la Feria del Libro de Ciudad Real

Recibí varias visitas de algunos amigos, que amenizaron una tarde muy entretenida. Uno de ellos hizo algunas fotografías. Otro se sorprendió de verme allí. Desconocía esta nueva faceta mía de escritor. Y alguno más que ya había leído mi novela, me comentó lo que más le había gustado de ella y me dio ánimos para seguir escribiendo. Unos pocos miraron sorprendidos, pero no se llegaron a acercar. Y hubo quienes pasaron de largo.

Pero se produjo un hecho sorprendente, cuando un grupo de jóvenes se acercó al stand de mi editor en una de cuyas mesas me encontraba firmando.

Una de esas chicas empezó a hablar conmigo sobre mi novela. Departimos animadamente sobre la trama y los personajes de mi obra con naturalidad. En un momento me dijo que iba a ver si podía comprarla en la caseta de la editorial. No entendía su comentario y por un momento pensé que a lo mejor no tenía el dinero suficiente para adquirirla o que desconocía que allí había ejemplares en el stand de la editorial Serendipia.

Sin embargo, a los pocos minutos volvió con el ejemplar adquirido para que se lo firmara. Entonces le pregunté su nombre o el de la persona a quien quería dedicárselo. Me dijo que era para ella y que se llamaba Lina. Se lo firmé y se lo devolví con mi mejor sonrisa.

Ese nombre es el mismo que el de uno de los personajes más entrañables de mi novela. Se trata, sin duda, de una coincidencia insólita. Aunque para mí tiene un significado más importante y que las últimas estadísticas parecen corroborar. Que nuestros jóvenes sean cada vez más lectores y que a muchos les guste escribir. Ello ofrece un futuro esperanzador de un medio de transmisión de cultura tan antiguo como la humanidad.  

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