Anselmo Alañón Alcaide.- A veces nos hemos preguntado sobre el sentido de la vida. Nos hemos planteado un sin fin de incógnitas desde nuestra más tierna adolescencia, etapa de nuestra evolución en que nos surgen todo tipo de dudas existenciales. Momento de nuestra vida en la que nos acercamos a las reflexiones filosóficas, indagando o bicheando como se dice ahora, en busca de respuestas, que giran en torno a grandes interrogantes.
A veces no podemos llegar al fondo de todo. Pero sin embargo, sí podemos buscar a través de la poesía la estética de la palabra. Podemos disfrutar de grandes momentos en la vida, sin necesidad de buscar sentido en sí mismo. Efemérides que nos hacen revivir con nuestro entorno familiar, el sentido de las relaciones humanas.
A través de viajes culturales, hallar la estética arquitectónica de otros lugares o sitios a veces cercanos, que no conocíamos con anterioridad. La estética de ese preciso momento, charlando con un amigo, disfrutando de dicha tertulia, en compañía de un dulce café.
O buscando el sentido de la vida en infinidad de momentos en que la vida nos sonríe.





