Mónica Felipe y Ángel Antonio Reina disertan sobre el Terremoto de Lisboa y el insigne Francisco Ruiz Morote

Los efectos del Terremoto de Lisboa en Ciudad Real, a cargo de Mónica Felipe Martínez, y la figura del pedagogo Ruiz Morote, por Ángel Antonio Pozuelo Reina, han sido los temas de las conferencias impartidas esta tarde en el salón de actos de la Biblioteca Pública del Estado. La tercera sesión del ciclo “Conversaciones entre investigadores locales”, que ha moderado José Luis Sobrino, de la editorial Serendipia.

Sobre el terremoto de Lisboa de 1755 y las consecuencias que provocó en Ciudad Real, sobre todo a nivel urbanístico, ha disertado la arqueóloga Mónica Felipe. Un infausto episodio que causó destrozos en edificios principales de la capital, como San Pedro, La Catedral o la Iglesia Santiago. Esto, comenta, nos lleva a hacer un planteamiento sobre cómo vivió la gente el terremoto en aquella época, la población, por un lado, y la comunidad científica, por otro, lo que llevará al desarrollo de la ciencia de la sismología más adelante.

Los efectos de este histórico seísmo son perceptibles todavía en las columnas de San Pedro, en algunos de los contrafuertes de la Catedral, en la Casa del Arco – donde se ubica el carillón de la Plaza Mayor- o en la Iglesia de Santiago, cuya torre fue derruida y reconstruida posteriormente.

Tras el terremoto, concluía Mónica Felipe, se comenzó a construir de una forma diferente, tanto en la propia forma de edificar como en los planteamientos urbanísticos.

Por su parte, el historiador Ángel Antonio Pozuelo Reina emplazaba el objeto de su conferencia un siglo después, sobre la incalculable labor pedagógica de Francisco Ruiz Morote y Díaz de Lara, caballero de la Real Orden de Carlos III. Escribió, ha recordado, innumerables libros para la educación de niños y maestros de Ciudad Real: sobre gramática, ortografía, geometría, geografía, aritmética.  Manuales para las escuelas de primaria y para la Escuela Normal de Maestros, de la que estuvo al frente durante veintinueve años.

También, apuntaba Pozuelo, tuvo una importante labor académica en la reforma y la renovación de la lengua castellana, manteniendo sonadas polémicas y debates con académicos. Por ejemplo, propuso un abecedario con veintidós mayúsculas y veinticuatro minúsculas.

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