La grandeza del ser

Anselmo Alañón Alcaide.– La dimensión humana abarca una inmensa grandeza de gratitud. Nuestro afán de protagonismo nos ciega, queremos ser idolatrados, nos ciega el súper ego, deseamos ser venerados por los demás, nos mostramos arrogantes frente al prójimo. El egocentrismo nos atrapa, nos inunda de espejismos, que en el fondo anulan nuestra personalidad.

En realidad los humanos estamos diseñados para servir a los demás. El servicio comunitario nos engrandece, en este sentido cuando somos empáticos y pensamos en el bien común, es cuando realmente damos a conocer nuestro auténtico ser. Cuando procuramos el bien común desarrollamos nuestra dimensión mas noble llegando a ser seres agradecidos. Es en este sentido cuando nuestro corazón se siente alegre, porque conectamos con nuestra dimensión espiritual, que en el fondo guía nuestra conciencia, superando el ego que nos envilece y nos esclaviza, alejándonos de la felicidad.

Ser generoso, comunitario, empático, nos transforma, nos encumbra, nos hace plenamente felices, y no así cuando somos consumistas y cuando en lugar de ser transcendentes nos mostramos indolentes. La transcendencia de nuestro ser es inherente al ser noble y empático. He ahí nuestra autenticidad.

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