Diana Arévalo Guerrero.- Hoy en Navalpino vivimos un momento lleno de emociones encontradas. Después de 21 años de entrega, profesionalidad y cariño, se despide nuestra querida enfermera Celia.
No es fácil decir adiós a alguien que ha formado parte de nuestra vida y salud durante tanto tiempo.
Su familia y pacientes no han podido evitar emocionarse —algunos incluso entre lágrimas— al recordar todos esos años compartidos, las risas, las anécdotas y los momentos de complicidad.
Por ello mismo se han juntado hoy para decirle adiós como se merece en una comida en el bar de Beni y con una tarta de la panadería de Dori, en un homenaje lleno de emoción y con una placa conmemorativa entregada por la alcaldesa Sagrario Hontanilla de parte del ayuntamiento como símbolo de todo el cariño y agradecimiento en nombre de todo el pueblo.
Porque… ¿quién no la recuerda los jueves por la mañana, siempre puntual y con su bata puesta, preparando todo para atender con esa paciencia y ese cariño que la caracterizan? O esas veces en que bastaba con verla para sentir calma, porque con ella todo parecía más fácil.
Su profesionalidad, su cercanía y su trato humano han dejado una huella imborrable en el corazón de Navalpino. Desde todo el cariño de Navalpino, gracias, Celia.





