Huelga del metal: La CECAM, la FECIR y otras… patronales

Jesús Camacho Segura. Exdirigente sindical de CCOO.- La huelga del Metal de la provincia de Ciudad Real, en su segundo día, ha tenido un seguimiento masivo. Los trabajadores y trabajadoras del sector, y de sus diferentes actividades, están mostrando un apoyo decidido para conseguir un buen convenio colectivo. Hay que valorar positivamente la actitud de todo ese gran colectivo que demanda una respuesta adecuada en sus reivindicaciones y rechazan los revanchistas planteamientos patronales; de sus ideas de recortes retributivos y de derechos sociales que son una provocación injustificable.

La respuesta de la patronal regional (CECAM), de su máximo dirigente regional – con sus desafortunadas declaraciones comparando las demandas de los huelguistas con las de los obreros del siglo XIX-, son insultantes.  Pareciera que, en este contexto de óptimos años de beneficios empresariales y de bonanza económica, son los empresarios y sus patronales quienes pretenden engrosar más las cuentas de resultados a costa del abaratamiento descabellado de las condiciones salariales y de la reducción de derechos sociales. Pareciera que sus enseñanzas devienen del  comportamiento de los empresarios retratados por el escritor de Charles Dickens en aquel tiempo de la revolución industrial en Inglaterra; repletos de avaricia, abusos y explotación. La obsesión por el beneficio y la productividad, las terribles condiciones de vida y trabajo y las injusticias sociales dominaban las desigualdades en la sociedad industrial de aquella época y, ahora, con las declaraciones del máximo dirigente patronal en Castilla-La Mancha da la sensación de estar leyendo aquellos relatos.

La negociación colectiva es la expresión del conflicto de intereses entre las dos partes del contrato de trabajo, el empleador y el empleado -empresario y trabajador-. Es la fórmula establecida legalmente para que el diálogo permita el debate y el encuentro  articulando las condiciones retributivas, laborales y sociales, que marcan el contenido durante el tiempo de vigencia del convenio colectivo. La responsabilidad que se contrae por los negociadores es, fundamentalmente, encontrar un acuerdo que acomode las condiciones pactadas de acuerdo con la prestación del servicio. Es decir, una buena remuneración, buenas condiciones de trabajo, protección de la salud y derechos sociales, para mantener un clima que favorezca el entendimiento y la actividad productiva. Los empresarios, las patronales, ni pueden reclamar aspiraciones abusivas, ni pretender un grosero desajuste de las reglas existentes, porque abren, como es el caso, un conflicto muy serio con una mano de obra que se rebela ante la ambición empresarial. Una respuesta colectiva en toda la provincia que todos deben escuchar; sin caer en el anecdotario clásico de la queja de actuación de los piquetes informativos y  los huelguistas.

La huelga es la expresión de un enfrentamiento donde los trabajadores defienden un convenio digno para una nueva etapa, nuevas condiciones para vivir mejor, y esa reclamación debe ser atendida debidamente, razonablemente, para que la riqueza generada en todos los sectores productivos llegue a quienes se esfuerzan por conseguirlo, a la pieza fundamental que lo hace posible: los trabajadores y trabajadoras. También es la expresión de un fracaso en la interlocución, y nadie debe olvidar que cuando se produce un desgarro social y económico por este desencuentro, los poderes públicos, la autoridad laboral, están interpelados para entender de la conflictividad laboral que se provoca.

Los poderes públicos no pueden mirar para otro lado mientras se produce un choque por la desatención de unos pocos (empresarios) ante la demanda de muchos (trabajadores y trabajadoras). No pueden mostrar su indolencia ante las patronales que ni quieren negociar, ni quieren que se legislen leyes laborales más avanzadas. No pueden contribuir a que prosperen las ideas de quienes expresan su voracidad por un mercado laboral sin reglas, porque así no se construyen sociedades más justas e igualitarias.

Un histórico sindicalista de CCOO –Nicolás Sartorius-, recuerda en sus charlas y escritos, que “los derechos se conquistan, se defienden y se mejoran”, porque nada es regalado, ni permanece en el tiempo, por lo que la acción sindical y el apoyo colectivo de los afectados es primordial para que, ante una agresiva pretensión patronal, se encuentre una acertada resolución del conflicto. La unidad de acción, la firme defensa de los intereses laborales de los huelguistas, de su apoyo masivo, junto con la inteligente estrategia negociadora, puede hacerlo posible. No se va a la huelga para no trabajar, sino porque se quiere vivir mejor. La clase trabajadora no vive para trabajar, trabaja para vivir.

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