La Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos de Ciudad Real ha celebrado este jueves la festividad de San Andrés con una jornada académica y cultural que ha contado con la participación del escritor y periodista Manuel Juliá, director de FENAVIN desde sus inicios. El acto fue inaugurado por Amaya Romero Izquierdo, vicerrectora de Estudiantes y Empleabilidad de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), quien destacó la importancia de conectar el conocimiento académico con los sectores estratégicos de la región.
En una conferencia profunda y cargada de contenido literario, Manuel Juliá abordó “la maravillosa relación entre la vida y la palabra”, recordando que el lenguaje es el gran motor que ha permitido a los seres humanos imaginar, comprender y transformar la realidad: “La palabra nos ha hecho pasar de ser un elemento más de la naturaleza a poder modificarla hasta límites impensables”.
Desde vivencias personales de infancia hasta su etapa en la administración pública, explicó cómo el vino ha sido siempre un eje vertebrador de Castilla-La Mancha:
“El vino representa cerca del 40% de lo que somos y de lo que tenemos. Si un mago lo hiciera desaparecer, desaparecería una parte esencial de nuestra identidad”.
Los déficits de partida y el desafío de construir una gran feria en una ciudad pequeña
Juliá explicó que “Nosotros partíamos de dos grandes déficits”. El primero, reveló, era el propio territorio: “Esto es Ciudad Real. Y todos sabemos lo que es Ciudad Real. No es Madrid. Quien viene de Madrid lo entiende perfectamente”.
El segundo, la ausencia de una cultura popular del vino en una región cuya economía depende profundamente de él. A partir de estos condicionantes, planteó la pregunta fundacional del proyecto: ¿Es posible que una ciudad tan pequeña como la nuestra albergue algo que, formal y económicamente, solo parece viable en un gran núcleo urbano? Su respuesta fue clara: “Todo es posible”.
Para sostener esta afirmación, realizó un recorrido por las materias primas que han impulsado las grandes transformaciones históricas —el cobre, el carbón, la imprenta, el uranio— hasta llegar a la esencia del mundo actual: la inteligencia.
“Vivimos en una época en la que la materia prima fundamental es la inteligencia. Siempre ha estado ahí, pero ahora despliega todo su potencial. La inteligencia es capaz de convertir en realidad proyectos que parecerían inviables en términos puramente económicos o territoriales”.
Desde esta premisa —añadió— nació FENAVIN: una feria construida no sobre el tamaño de la ciudad, sino sobre la capacidad de pensar, innovar y conectar sectores enteros de la economía del vino.
El origen de FENAVIN: de un encargo institucional a un referente internacional
Manuel Juliá recordó el momento en que fue designado por el entonces presidente de la Diputación de Ciudad Real, Nemesio de Lara para crear una feria del vino: “Yo estaba muy bien en mi trabajo vinculado al ámbito comunitario europeo, pero acepté el reto porque entendí que era una oportunidad histórica”.
Consultó entonces un consejo cervantino que ha guiado su carrera: “Sé templado en el beber, considerando que el vino demasiado ni guarda secreto ni cumple palabra”. La cita cervantina utilizada por Manuel Juliá no aludía únicamente a la moderación en el consumo de vino, sino también la moderación intelectual y estratégica necesaria para afrontar un proyecto de la dimensión de FENAVIN desde una provincia pequeña.
Juliá recordó que, desde el primer día el objetivo fue adaptar la feria a la realidad demográfica y económica de Ciudad Real, diseñando instrumentos propios que permitieran superar sus limitaciones estructurales. De esa reflexión nacieron herramientas hoy fundamentales del modelo FENAVIN: la Galería del Vino: el Programa de Compradores y el sistema Contacte Con, y toda una arquitectura ferial pensada para maximizar oportunidades en un territorio que carece de un gran mercado local.
“En Castilla-La Mancha vivimos del vino, pero la gente no siente el vino como elemento cultural. Esa fue también una de las misiones de FENAVIN: unir economía, identidad, territorio y creación”.
La conferencia de Manuel Juliá fue recibida con un prolongado aplauso por parte de estudiantes, docentes, profesionales del sector y representantes institucionales. La celebración de San Andrés continuó con una cata maridad con música a cargo de Jann Strada.











