Anselmo Alañón Alcaide.- La humanidad camina por la senda de la incertidumbre. Somos rehenes de la robótica que nos seduce cada día, nos dejamos llevar por pequeñas pantallas que combinan movimiento y color, y que de algún modo nos sentimos atraídos intuitivamente por dicha tecnología.
En este mundo de grafismos volcamos nuestros sentidos, pensando que de este modo podemos alcanzar, grandes cuotas de felicidad. Es más bien un placebo momentáneo, que nos atrapa.
Alienados en un mundo virtual de redes y pantallas, que son ya parte inexorable de nuestra vida, creemos ser felices y que tener a nuestro alcance conocimiento absoluto de todo. En este mundo distópico se han trastocado los valores esenciales de la vida. Más frialdad y menos interacción social, vivimos en una burbuja aparentemente placentera.
La incomunicacion y/o distanciamiento social, son indicativos de este distópico mundo, lleno de barreras físicas y lingüísticas. Vivimos en penumbra.










