Por David Céspedes Barroso, historiador
Vivimos un presente caracterizado porque los estudios llamados de la Memoria Histórica, luego Democrática, están sacando a relucir tantos nombres que parece mentira que un solo español se librara entonces de la que han bautizado como represión franquista. Sin ir más lejos, no hace mucho tiempo cayó en mis manos un ejemplar del libro Entre la Espada y la Pared, de Hernández Sobrino, publicado por la BAM en el año 2019. La presentación y encuadernación del libro son ejemplares, al igual que las ilustraciones, lo que resulta ser un conjunto atractivo como queriendo certificar que el contenido es fiel y real a lo que afirman y mencionan: “más de mil jornaleros fueron detenidos, torturados y encarcelados, e incluso, fusilados”.
En unos listados interminables, aparecen nombres de jornaleros encarcelados “por orden del General Franco” dice el libro, donde además se citan las fuentes consultadas lo que, en un principio, debe proporcionar cierta garantía y exactitud en los datos. Una de ellas es el Archivo Histórico Provincial de Ciudad Real.
Entre los nombres citados como encarcelados y fusilados destacan, -¡oh, sorpresa!-, algunos con militancia en Falange Española o incluso como voluntarios de la División Azul. ¿Cómo es posible que un divisionario y jefe de Milicias de Falange fuera encarcelado por Franco en el año de 1944?. Pues así ocurrió con Marcial Rico Ortiz, de Villarrubia de los Ojos. De profesión fogonero, Marcial Rico es un repetidor en la experiencia divisionaria y como sus informes político-sociales son intachables para el Movimiento y las autoridades militares, en su segunda participación en Rusia será destinado como escolta personal del general divisionario Esteban-Infantes.
A pesar de estos antecedentes demostrados e inmaculados, en el libro Entre la Espada y la Pared es presentado como un jornalero encarcelado por Franco, “como tantos miles”. Consultado su expediente en el mencionado archivo, vemos que efectivamente, en el año 1944 Marcial Rico sufre prisión franquista durante quince días, pero se hace necesario mencionar los motivos: “por traerse de Rusia tres bombas de mano inutilizadas y un machete alemán”. Este es el delito. Y parece ser que al autor del libro le vino grande averiguarlo.
En justicia, esta torpeza histórica ayuda a desmontar otro tópico de las voces sincronizadas a la hora de contarnos la represión franquista. Un sujeto, partícipe del régimen de Franco, falangista y divisionario, incluso con un delito considerado como menor es sometido al correspondiente proceso judicial hasta aclarar su responsabilidad.
Que en el libro citado aparezca Marcial Rico Ortiz como apresado por Franco sin mencionar las causas, se traduce en una forma de conjugar verdad con falsedad que conduce a que debemos desconfiar ante los cientos de nombres que la Memoria Democrática está sacando a relucir como represaliados por Franco. Estos historiadores de ocasión se están limitando a transcribir nombres sin comprobar en profundidad lo que afirman, o por lo menos, sin presentar una segunda perspectiva, esa que por ley rechaza la Memoria Democrática.















