Hay políticos sencillamente tóxicos que hacen en su partido el triste rol de morder cada vez más bajo. Son tan zafios que incluso avergüenzan a los suyos. Uno de los paradigmas de este subespecímen de político profesional es el inefable «Josele» Caballero. Cada vez que aparece en escena (¿jaleado por la «crema» socialista?) su partido resulta más antipático. Y sin embargo lo sacan. Allá ellos.
Políticos tóxicos
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