La dictadura PP-PSOE no quiere despolitizar la Justicia

Lucio A. MuñozJUSTICIA POLITIZADA: EL BLINDAJE PARA LA IMPUNIDAD DE LA CASTA POLÍTICA Y EL EJE SOBRE EL QUE GIRA LA CORRUPCIÓN.
La separación de poderes en España es una utopía. El centro neurálgico de la corrupción política está ubicado en la politización y la falta de independencia de la Justicia.

Los altos tribunales de Justicia en nuestro país están controlados totalmente por el poder político, evidentemente, esta es la fórmula que utiliza la casta para blindar su impunidad. El objetivo de la dictadura PP-PSOE es someter el poder judicial al ejecutivo y, hasta la fecha, este fin se ha conseguido con creces. La casta política ha diseñado la estructura y el funcionamiento del sistema judicial a su imagen y semejanza.

El anteproyecto de reforma del Consejo General de Poder Judicial, aprobado el 21 de diciembre de 2012 en consejo de ministros y que concluirá en los próximos meses, pretende convertir este órgano en otro departamento más al servicio del Ministerio de Justicia (y por tanto, del Gobierno), y aumentar el nivel de politización de la Justicia española.

Según Gallardón, el objetivo de la citada reforma es despolitizar el CGPJ pero en realidad se trata de conseguir todo lo contrario. El ministro pretende politizar, más aún, tanto el funcionamiento como el sistema de elección de los vocales del citado órgano judicial (se quiere reducir el ya de por si escaso peso que tienen los jueces para elegir y, de este modo, dotar de mayor poder de elección al Congreso y al Senado). En resumen, el objetivo principal de la reforma es que la casta política controle totalmente el CGPJ.

Cuando el PP estaba en la oposición criticaba la politización de la Justicia que el PSOE diseñó a su medida pero una vez en el gobierno (e incumpliendo otra vez su programa electoral) está haciendo todo lo posible para que la Justicia siga siendo una marioneta del poder.

Está meridianamente clara la estrategia del Gobierno en el ámbito judicial: cuanto más politizado se encuentre el CGPJ, mayor control político podrá ejercer el Gobierno sobre el sistema judicial en su conjunto.

No olvidemos que los magistrados del Tribunal Supremo los designa el CGPJ. Igualmente, una tercera parte (Sala de lo Civil y Penal) de los magistrados de los Tribunales Superiores de Justicia de las comunidades autónomas son elegidos por el CGPJ. Los miembros del Tribunal Constitucional también son elegidos por las Cortes, el Gobierno y, por supuesto, el CGPJ.

Aunque la politización judicial no termina aquí, del mismo modo, el Fiscal General del Estado lo nombra el Gobierno. Respecto a la Sala de Gobierno de la Audiencia Nacional, únicamente tres de los ocho miembros que integran la misma son elegidos democráticamente entre los magistrados adscritos a dicho órgano.

La casta política no tiene ningún interés en despolitizar la Justicia debido a que el control de la misma  garantiza a los políticos actuar en régimen de impunidad. ¿De qué sirve, por ejemplo, aumentar las penas para los corruptos (medida que ha calificado Rajoy como imprescindible) si la Justicia sigue subordinada a los intereses del Gobierno de turno?

La politización de la Justicia deriva en la instauración de un sistema de evaluación del desempeño y de selección de jueces basado en la afinidad política. La mejor estrategia para subir peldaños en el escalafón de la Carrera Judicial es significarse políticamente y compadrear con el PP o con el PSOE. Una plataforma idónea para ello es adscribirse a determinadas asociaciones de jueces de marcado perfil ideológico y político. Sin duda, el mejor camino para llegar a ser magistrado de un alto tribunal es posicionarse políticamente. Desgraciadamente, la valía, la meritocracia y, por supuesto, la independencia suelen ser un lastre para muchos jueces,  que no siendo amigos del poder, quieren ascender profesionalmente.

Otro asunto indignante es el relativo al aforamiento (un privilegio más propio de la edad media que de un Estado de Derecho) del que gozan determinados cargos políticos. En realidad se trata de una vía de escape que utilizan los políticos corruptos para poder ser juzgados (y absueltos) por los altos tribunales ya que éstos están fuertemente politizados. Este es uno de los motivos por los que todos los políticos imputados, en virtud de algún caso de corrupción, se aferran a su escaño parlamentario y no dimiten, puesto que si dimitieran podrían ser juzgados por la Justicia ordinaria y, por tanto, correr el riesgo de ser condenados.

Mención aparte merecen los politizados indultos, en el sorprendente caso que sobre un político corrupto caiga una sentencia condenatoria, ya se encargará el Gobierno de turno de indultarlo.

La voz de las urnas es la única responsabilidad que la casta política quiere asumir. No obstante, los políticos que hayan originado, en función de irregularidades delictivas en su gestión, la insolvencia del Estado, de una Comunidad Autónoma, de un Ayuntamiento o de cualquier institución pública deberían ser procesados y responder penalmente por sus actuaciones. Es imprescindible exigir a los gestores políticos responsabilidades en virtud de sus comportamientos de gestión, al igual que se hace con los gestores empresariales.

Las consecuencias de la malversación de caudales públicos derivan en  escenarios económicos de alta morosidad que destruyen el tejido empresarial, potencian el desempleo y empobrecen a la ciudadanía.

Los accionistas de la Administración Pública son los ciudadanos y éstos deben exigir a sus directivos (los gestores públicos o políticos) una gestión transparente.

Multitud de actuaciones políticas delictivas, penadas por la ley, quedan impunes y son amparadas, denigrantemente, por los representantes de la justicia, supuestos garantes de la misma, que no velan por el interés público sino que se rigen según las directrices gubernamentales.

Del mismo modo, la inseguridad jurídica provoca fugas masivas de capital y desinversiones empresariales, España tampoco ofrece un sistema judicial dotado de garantías a las empresas, la vertiente legal es uno de los aspectos que valora una compañía para invertir en un país.

Mientras la justicia siga secuestrada y los gestores públicos no se sometan al imperio de la ley, la corrupción seguirá institucionalizada en España.

Lucio A. Muñoz.
Socio director de Eurogroup Human Resources.

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7 COMENTARIOS

  1. Si Montesquieu levantara la cabeza…
    La política no puede dejar que la Justicia siga con la venda. Necesita que las lentes que utilice estén graduadas, para de esta manera ver la realidad como el Poder quiere que se vea.
    Un saludo

  2. El órgano de gobierno de los jueces, desde que los padres de la Constitución no regularon de forma minuciosa los órganos encargados de nombrar a sus 20 miembros, nace , con la LOPJ del 85, viciado de excesiva politización. Con el anteproyecto actual, la politización de la Justicia tendrá un carácter absoluto. La muerte de Montesquieu, sr. Campillo, se certificó varias décadas atrás. No es ninguna novedad.

    Gallardón me decepciona a cada paso que da. Sólo ha hecho algo bueno: el nombramiento de Torres Dulce como Fiscal General del Estado; hombre culto, imparcial y de gran honradez. No creo que se deje manejar por nadie.

    • Mis palabras han sido «Si Montesquieu levantara la cabeza». No otras. No creo que haya hablado de su fecha de defunción que, por cierto, más que de décadas, para ser precisos, deberíamos hablar de siglos. Concretamente, fue en el año 1755. Si no me equívoco, el mismo año del famoso terremoto de Lisboa.
      Por cierto, Torres Dulce es un gran cinéfilo.
      Un saludo.

      • Lo sé, sr. Campillo, en ningún momento pretendía rectificar sus palabras, no sea tan puntilloso. Tampoco desconozco que Montesquieu fue un escritor del S. XVIII que escribió L, Esprit des lois y Cartas persas, entre otros libros, y que fué el ideólogo de la separación de los tres poderes del Estado. Me refería ,obviamente, a la defunción de la separación de poderes, producida hace muchos inviernos, desde que el ejecutivo se arrogare todas las potestades del Estado, también la legislativa.

        Y sí, Eduardo Torres Dulce es un gran cinéfilo, un gran fiscal, o eso dicen y , si no yerro, tiene toda la facha de ser un caballero, rara avis en estos tiempos convulsos y en los que la integridad no parece que cotice en bolsa.

        Un saludo y buenos artículos. Como el que nos ha regalado hoy.

  3. La ausencia fundamental de justicia en España e Hispanoamérica ya era una denuncia reiterada en el siglo XIX español. Un abogado, y después juez, el ciudarrealeño Félix Mejía, lo denunciaba entonces y las cosas no han cambiado. Él rechazaba fundamentalmente las epiqueyas, y afirmaba que podía haber libertad, igualdad y fraternidad más en apariencia que en esencia si fallaba o faltaba la justicia. Quizá cabría añadir que algo más elemental: la ética que inspira las leyes.

  4. ¿Y qué se nos propone? ¿qué sean los propios jueces los que se elijan entre ellos? La politización la razonó el PSOE en el conservadurismo generalizado del cuerpo. Y si esto es así, ¿se aceptarían sus decisiones si eso fuera un hecho? O entonces tal vez el mismo articulista reclamaría que fuera la voluntad popular la que interviniera en su elección, que es lo que ocurre ahora a través de los partidos.

    No es una cuestión fácil de resolver a pesar de los demagogos que tienen claras las cosas.

  5. muy cierto el binomio PSOE + PP = PPSOE les interesa sobremanera una Justicia Politizada que proteja sus corruptas existencias.

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