Elogio y refutación de la corrupción

MiguelAngellopezLa corrupción posee el magnetismo de la prohibición para el adolescente; como copiar en los exámenes o mentir sobre el motivo del retraso para llegar a casa. Sólo de este modo pueden entenderse las últimas encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas, hechas públicas el pasado viernes 5 de julio, según el cual la corrupción es la segunda preocupación de la sociedad española después del paro. Pura hipocresía. La mentira social envuelve los tabúes disimulados y queridos. Si la adolescencia se ha convertido en el imperativo categórico de la sociedad, la corrupción es su condición de posibilidad, la trama de su carácter, la verdad que le permite calmar el desconsuelo que provoca el encanallamiento cotidiano tolerante con la mediocridad de una prensa dócil financiada por el político de turno y con los privilegios otorgados al “bipartidismo del consenso”  por parte de los poderes fácticos: Iglesia, Banca y Corona. ¿Quién dijo que el carlismo había desaparecido? Dios, Patria y Rey sigue siendo la Santa Alianza, que gracias a la estafa económica que padecemos, evidencia su inmunidad una vez más.

El imaginario social de la corrupción suele quedar vinculado a las tramas económicas de diverso tipo que, desde el cargo público se teje para conseguir beneficios económicos, electorales y/o, sobretodo, personales. La vileza y la mezquindad cívica se acrecienta con la percepción actual de la corrupción: “es el sistema”, “esto funciona así”, “no hacerlo es de gilipollas” y, además, “no te va a pasar nada”. Finalmente, la corrupción social se convierte en el entretenimiento de los “listos”, una especie resultado de la mezcla entre poder político, vanidad e ignorancia. Entretenimiento y contrapartida para la Santa Alianza. Por ejemplo, en España la Iglesia católica recibe en la actualidad unos 11.000 millones de euros al año de dinero público, sólo en las cantidades que pueden constatarse. La cifra podría duplicarse si se asume la deducción de su financiación oculta (véase “En el paraíso”); el poder financiero provoca crisis nacionales –las actuales en Europa no dejan de ser una broma comparadas con las hambrunas y las guerras de África- y resuelve los descalabros de su ansia crematística con el mismo dinero público; el enriquecimiento familiar es escandaloso en todas las monarquías aún existentes, un enriquecimiento que en España fue bendecido en la llamada “transición” como mal menor.

Con todo, el mayor perjuicio que la corrupción provoca en una sociedad por medio de sus distintas instancias vitales en las que se localiza, es la perversión de la razón pública. Por más que las razones de colectivos, más o menos numerosos, presenten argumentos o razonamientos en la esfera pública, dichas razones no son públicas si sólo son válidas para una asociación particular. Tomando la definición de John Rawls, razón pública es el conjunto de principios “morales y políticos básicos que determinan las relaciones de un gobiernos democrático con sus ciudadanos y de éstos entre sí”. Esos principios suponen los criterios de decisión que contribuyen tanto a dirimir los conflictos entre el ámbito público y el privado –pues lo “no público” puede reducirse a “privado” en tanto societario-, como a justificar las decisiones políticas. El laicismo es parte de estos principios de la razón pública. Por ello, es tan molesto a los particularismos de toda laya, quienes en nombre de una libertad usada para imponer verdades privativas, lo acusan de “relativista” y “totalitario” amparándose en un comercial multiculturalismo que es de todo menos universalista. Esta es la batalla de nuestro tiempo.

Cartas desde Laos
Miguel Ángel López Muñoz
@DesdeLaos

 

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15 COMENTARIOS

  1. «Elogio y refutación del ingenio», siempre. Elogio de la corrupción, nunca. Qué difícil la posición del que filosofa o argumenta desde la razón y la lógica, qué difícil «ser» Miguel Angel López en una sociedad de vocingleros e individuos que sueltan sus andanadas verbales y se abalanzan sobre las palabras del interlocutor sin discernir si sus argumentos les pertenecen o sólo son fruto de lo escuchado por determinados gurús en boga.
    Miguel, has nacido en el país equivocado.

    • Hay un viejo dicho que dice que «lo mejor de España es… irse». Aunque la vicepresidenta del actual gobierno del PP intente convencernos de ello, somos muchas las personas que con la honradez que nos proporciona nuestra capacidad, nuestra voluntad y nuestro trabajo intentamos cada día mostrar nuestro desacuerdo con esta idea. Lo que no es tolerable es el robo sistemático del que somos objeto. El robo y la burla de una sociedad empobrecida y envilecida a pasos agigantados. Hay cosas que no son y no pueden llegar a ser; pero hay cosas que no son pero pueden llegar a ser, decía Aristóteles. Elijo lo segundo y por eso escribo desde Laos… Muchas gracias alter ego.

  2. Estimado Miguel Ángel:
    Aunque no lo comparta, puede entender que el ser humano delinca. «Errare humanum est». Pero lo que jamás entenderé es que no tenga la sufuciente gallardía y honorabilidad para reconocer su error y pedir perdón.
    La tentanción siempre está presente y uno puede dejarse seducir por ella. Pero después, amigo, es cuando la razón debe intervenir y responder por el error cometido. No fallar no es el fallo. No pedir perdón y arrepentirse por el fallo sí.
    Buen artículo.
    Un saludo.

    • La tolerancia con la corrupción, por mucho que se alimente, es tanto o más reprobable que la corrupción misma. De hecho ésta vive de su permisividad. Entre el ladrón y el gilipollas hay lugar para el honesto y el honrado. Gracias por tu comentario, compañero.

  3. Me han dicho que los compañeros de celda de Luis Bárcenas le tienen por un «heroe», le piden autógrafos y se jactan de ser compañeros suyos además de pensar que es un tipo de «p…».

    Yo de verdad a veces me cuesta comprender ciertas actitudes y vanidades del ser humano y una de estas veces, es esta.

    ¿Como es posible que una persona juzgada por todo lo que está juzgado este señor que no hay espacio en este diario digital para enumerarlo, como es posible que este señor sea considerado «un heroe»?
    A no ser que se entienda por ese «cariño» que todos los presidiarios afectados por esa «enfermedad», estén evidentemente enfermos socialmente hablando y vean en la corrupció, blanqueo, tráfico de influencias, etc, etc, etc, un patrón de conducta a seguir.

    De verdad, no lo entiendo.

    • Muy pertinente tu ejemplo, Luis Mario. Deja al descubierto la solidaridad del estafado con el estafador… por pura envidia. Sin duda, sólo recurriendo a un elenco de patologías mentales podría explicarse: ¿síndrome de estocolmo? No sé… Un cordial saludo

  4. Hablando recientemente con un amigo que vive en Dinamarca me comentó, casi horrorizado, que en este país los ciudadanos votaron a favor de una notable subida de impuestos para que el gobierno, debido a la crisis, pudiera mantener los servicios públicos de los que hace gala el país. Viendo la picaresca de muchos españoles, que no es sino un reflejo de lo que hacen muchos de nuestros gobernantes en otros ámbitos, pienso en si será verdad el dicho de que «tenemos lo que nos merecemos». Un saludo!

  5. En un círculo del infierno de Dante sufrían su condena los que veían maldad en todas partes viéndose a sí mismos puros e inmaculados. Quien lee un artículo sobre la corrupción con tintas tan desatadas, no puede menos de pensar en cuánto de inmaculada es la visión de quien escribe. Pero, calma, lejos del catolicismo todo es posible, hasta la falta de inmolación y crítica personal.

    • Gracias, Juan Vigil, por tu comentario. Es un placer tener lectores tan atentos como tú. Me alegra la referencia a Dante, uno de los primeros críticos del clericalismo y defensores de la separación Iglesia-Estado. Por lo demás, no entiendo bien si pretendes legitimar la corrupción cuando hablas de falta de autocrítica (¿dónde encuentras la necesidad de autocrítica, en tu composición de lugar o en el artículo?) o, simplemente piensas que no se puede ser al mismo tiempo católico y laicista. Si así fuese coincidirías con el expresidente de CLM José Bono. En España hay magníficos ejemplos de asociaciones católicas anticlericales, sobretodo en el ámbito educativo. A través del siguiente enlace encontrarás una muestra: http://www.redescristianas.net/. Un saludo

      • Tal vez sería conveniente que recordaras tu lectura de «Los hermanos Karamasov» de Dostoievsky. Quizá sea sólo una obcecación de podio creer en el binomio iglesia-estado. La corrupción empieza por uno mismo, existiendo muchos grados de corrupción. El desprecio es la antesala de la corrupción. Desprecio esla antítesis del respeto. Y tu posición en las alturas del podio, acaso no te permita penetrar en la esencia de la corrupción propiamente dicha. En definitiva, la corrupción tiene una raíz… Y esa es el desprecio. Tú me dirás.

        • Le confieso mi incapacidad para superar la pereza que me produce participar en diálogos babilónicos o en monólogos compartidos. Discúlpeme, Juan Vigil. Como no hay mayor desprecio que no hacer aprecio y yo nunca desprecio, hago aprecio de cuanto me dice y le respondo en estos términos. Un saludo

        • Tendré sumo placer, pues, en enviarle un Christmas navideño con mis mejores deseos terrenales y divinos, teniendo ya de salvaguardia la edificante tranquilidad de sus propias palabras: «… Yo nunca desprecio». Reciba un atento saludo babilónico, en la seguridad de que será igualmente compartido.

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