¿Debate? Casi, casi…

Fermín Gassol Peco.- Me tragué el debate de cabo a rabo, el debate propiamente dicho pero no el carnaval festivalero que le precedió. Ante todo decir que el formato no me pareció el más apropiado para que se dieran los “cuerpo a cuerpo”, las discusiones a fondo y las soluciones propuestas, es decir lo que son verdaderos debates.
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Lejos de eso, parecían estar realizando un examen oral ante un tribunal compuesto por dos miembros, que fueron, a decir verdad, los que realizaron en los primeros compases las preguntas más interesantes de la noche…aunque alguno respondiera hablando de otras materias. Después, aunque los bloques sobre los temas a tratar estaban bien definidos… el grado de análisis fue pobre de solemnidad. El cotarro se animaba solamente cuando los participantes lanzaban las acusaciones de siempre, esas que ya están más vistas que las películas de Martínez Soria. Uno de los momentos de más tensión acaeció cuando salió a la palestra el tema catalán. Curiosamente fue el que supuso mayor cruce de airadas palabras, en un cacao mental de opiniones y soluciones que harían partirse de risa al propio Más. Sin embargo no se trataron temas tan trascendentes como el de la política internacional.

Descendiendo a cada uno… Pedro Sánchez se pasó la noche con la sonrisa “profidén”. Le pegaba de vez en cuando, eso sí, un poquito nada más a Iglesias, sabedor de que éste ejerce de juez ideológico de la izquierda; utilizó un lenguaje casposo y trasnochado de “las derechas”, como si fueran “per se” el mismísimo demonio; se pasó toda la noche obsesionado con echar a Rajoy de la Moncloa diciendo que la mayoría de los españoles no lo quieren cuando en las encuestas sigue siendo el partido más votado y el suyo figura en tercer lugar. Utilizando este penoso argumento, ninguno de los cuatro podría estar en la Moncloa. Fue la suya la intervención peor valorada con muchísima diferencia,7%; quizá sea el exponente del vacío que existe en el discurso de ahora mismo en el partido socialista, en el que todos menos uno, caben.

Pablo Iglesias fue según las encuestas el triunfador de la noche. Su lenguaje directo, acusador, moralista, populista y primario denunciando lo de siempre… calaron en el personal. Iglesias tiene la virtud de denunciar de una manera certera los defectos, abusos y delitos cometidos por los viejos partidos, cosa que éstos no hacen, pero la solución que quiere aplicar huele a comunismo decimonónico puro y duro. Y eso ya sabemos hasta la saciedad a qué conduce.

Rivera salió nervioso, sin duda por el peso que le dan a día de hoy las encuestas. Estuvo desigual, fue a más y dijo las cosas más positivas de los cuatro. Sin embargo sus explicaciones fueron demasiado largas y elaboradas y eso va en detrimento de los votantes que quieren soluciones simplistas ya. Creo que representa al único partido realmente emergente.Quizá afloró el límite de sus posibilidades.

Soraya fue a defender el pabellón con los logros económicos conseguidos. Es una cabeza excelentemente amueblada, pero sin cintura política. Se le nota que es hija política del ausente. Cumplió con el “mandao” de su jefe sesentón que ya está en una edad poco propicia para este tipo de debates.

Por último señalar que de los cuatro, solo Sánchez e Iglesias parecen tener prisa en gobernar. Sin embargo Rivera parece que no tiene tanta. Desde su juventud, quizá esté esperando a que el panorama político se aclare. Lo mismo que Soraya en el suyo.

Un debate en suma que sobresalió por los ataques y las defensas de siempre. Como decía al principio, su diseño hizo imposible profundizar en los problemas y que afloraran soluciones concretas. ¿No es eso lo que todos los españoles estamos esperando? Todos saben las que son… pero no nos dicen cómo.

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8 COMENTARIOS

  1. Me ha gustado tu análisis Fermín.

    Yo añadiría que le faltó espontaneidad. Hubiera sido bueno para Soraya haberse quejado de tener tacones y tener que estar de pie. Yo que ella me hubiera sentado y hubiera roto la rigidez y frialdad. Hubiera empatizado el público con ella si hubiese procedido así.

    Lo que menos me gusta de los candidatos es su falta de solidez personal. Demasiado jóvenes y sin carisma. Con habilidades pero sin carisma. Algo más Pablo Iglesias, pero se sabe ya demasiado de él, y detrás de esa cara de cordero…

    En fin, que yo creo que sin hablar de la reforma fiscal y del problema demográfico (o apenas se trataron) el debate fue una pasarela de candidatos. Pero no me extraña, cuando los medios de comunicación llevan días hablándonos de comunicación no verbal en estas elecciones.

    Todo es artificioso y poco creíble.

    Al final, lo que creo que está pasando y no se cuenta, es que está dándose un relevo generacional entre generaciones bien distintas (la que vivió el franquismo y la que nació tras él) que culminará cuando la generación nacida en los años 50 nos empiece a faltar.

    Dentro de unos 10-15 años, llegaremos al choque intra-generacional. Pues nuestros mayores moderan el voto, pero cuando falten… entre nosotros hay muchas diferencias nada pacíficas.

    • Carmen Quintanilla ( Carmen Pesadilla, así llamada por sus correligionarios peperos) es el paradigma de relevo generacional; Manuela Carmena y Pérez Rollo, con más de 70 años a sus espaldas, también son un claro ejemplo de relevo generacional. Pero visto lo visto, quien los viera, los cuatro jóvenes de Atresmedia, demostraron que mejor que no se produzca el relevo generacional. Esos cuatro deben tener menos fondo de armario intelectual que mi gata flora. Los profesores universitarios me da que no han superado una oposición competida en su p. vida. A esos no los voto yo ni aunque me paguen por hacerlo.

      • Sobre el relevo generacional me refiero demográficamente.

        Respecto de los políticos, negociarían con el diablo mantener el escaño o el puesto después de muertos.

        Totalmente de acuerdo: los mismos de siempre, y los que vienen detrás con el mismo espíritu de los de siempre.

  2. En general estoy de acuerdo, salvo una cosa. El que mas descaradamente tiene ganas de mandar, es Rivera. Que Sánchez la tenga es algo lógico, sigue siendo el segundo partido de este pais y el que más tiempo ha gobernado. Pero Rivera, alguien que lo único que sabemos de él es que militó en las juventudes del PP, que su discurso es idéntico al del PP, y que ganó un premio de dialéctica (saber hablar, no significa saber pensar y mucho menos que tus ideas sean buenas), se cree el «ungido» para gobernar. Y el mismo ha dicho que se propone gobernar, incluso si no gana. Le falta mucha humildad y mucho bagaje, gobernar a cualquier precio me parece un error garrafal, no me fio de esa clase de personas. Soraya, es decir, el PP, por supuesto que tiene ganas de mandar, las encuestas dicen que, con todo lo que les ha caido encima, aun así están cerca del 30% de los votos, con no poca diferencia con el resto. De Iglesias, me parece un travestido político, para ganar votos va de socialdemócrata cuando es un comunista, pero sabe perfectamente que no va a ser presidente del gobierno, de momento (puede serlo si el Psoe se derrumba, cosa no improbable en el medio plazo).

    • De todas maneras, no lo he reseñado por no alargarlo, el debate era de antemano asimétrico. Dos políticos vírgenes, sin pasado y que por lo tanto tenían todas las ventajas.Rivera representa cierta novedad en el vetusto eje izquierda derecha e Iglesias representa a una versión en color de la izquierda de siempre más extrema.Tanto PSOE como PP sin embargo salían con sus errores como lastre.Podríamos decir que fue un combate entre púgiles con dos pesos de distintas ctegorías

  3. No hay cambio si solo se preocupan de gestionar los resultados electorales.

    El cambio no sera politico, sera demografico y sociologico. Como siempre en la Historia de España.

    No somos ni un pueblo docil ni un pueblo tan valiente. Y bastante mas sensato de lo que puede parecer.

    Estos ultimos quince años nos han hecho madurar democráticamente.

    Casi estamos donde empezamos hace cuatro años. Rajoy apenas ha apuntalado una estructura que paulatinamente se derrumba. Los españoles lo prefieren a tener que reconstruir. La crisis los ha dejado agotados.

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