Hace cien años, ni música ni castillos de pólvora por la muerte de Cervantes

El portavoz del grupo municipal popular, Miguel Ángel Rodríguez, señalaba ayer el agujero negro en pleno Universo Cervantino de no dedicar un acto el día en que se cumplían los 400 años de la muerte del ilustre don Miguel (para unos el 22 de abril, y para otros el 23). No es el primero en quejarse del tamaño descuido. Hace hoy cien años, El Pájaro de Lesbia firmaba un quejicoso artículo en El Pueblo Manchego, afligido por la ausencia de fastos (ni música ni castillos de pólvora, ni siquiera juegos florales, como en Albacete) en honor al literato. Una misa sí que tuvo, merced a piedad de un amigo del autor del texto que aquel día oyó dos y tuvo a bien dedicarle una al bueno de Cervantes.


aquella-prensaEl Centenario de Cervantes

A pesar de cumplirse anteayer la fecha del tercer centenario de la muerte de Vervantes y a pesar de ser manchego por su cuna, según dicen los que afirman que en Alcázar se meció y aunque ello no fuera verídico, manchego fue por su espíritu y manchego el personaje que a la cumbre de la gloria elevó su nombre, es lo cierto que la fecha pasará inadvertida en este pueblo.

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El Pueblo Manchego. 25 de abril de 1916

Bastó una disposición oficial para justificar toda nuestra indolencia, toda nuestra indiferencia en el asunto del centenario. Nadie se acordó de Cervantes, al menos los que moralmente estaban obligados a hacerlo. Pero como a veces no faltan ironías que contrasten con las seriedades de los hechos dignos, ironías que acuden fatalmente para hacer resaltar los contrastes, como si una mano fatídica los colocara con aviesa intención, vimos que en el Ayuntamiento se entronizó a Tersipcore, vencedor ante anoche de Apolo, y donde una fiesta para el espíritu habría tenido digna evocación, fue sustituida por el paganismo de una danza. Y una música y unos castillos de pólvora que en fiesta popular hubieran dicho a las gentes que el recuerdo de un hombre grande de nuestra literatura debía llevarnos de regocijo, sirvió en cambio para conmemorar un paseo. Y hasta en el mismo teatro se quiso remachar el clavo de la ironía, representándose una serie de esas obras policiacas, tétricas, serias, faltas de romanticismo latino y que solo tienen propia cabiza en el lienzo de un cinematógrafo.

En Albacete, sin ir más lejos, ha habido juegos florales, con Dª Emilia Pardo Bazán de mantenedora, festejos populares y colocación de la primera piedra para un momumento que perpetúe su gloria en aquella tierra.

En Ciudad Real nadie se acordó de Cervantes. Un amigo mío oyó dos misas y aplicó una de ellas para el descanso del hombre más grande que vieron los siglos pasados y esperan ver los venideros. Se acordó de Cervantes y además fue piadoso.

El Pájaro de Lesbia

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4 COMENTARIOS

  1. De todo esto, me quedo con que Miguel Ángel Rodríguez no sabe lo que es un agujero negro. De saber lo que es, no lo habría utilizado como símil.

  2. Buen artículo.
    Para los curiosos e interesados en las noticias sobre este tema, pueden mirar la publicación de «El Pueblo Manchego» del 26 de abril de 1916, miércoles, en el apartado «Aprendamos» donde se publica un artículo titulado «El Centenario de Cervantes en Alemania». Bastante extraordinario.

  3. Además, para los que les guste y atraiga la Historia, pueden mirar la página 45 de la edición del periódico ABC del jueves, 12 de septiembre de 1935, donde aparece la Necrológica de D. José Cruz Prado, político liberal, monárquico constitucional, ex-Alcalde gassetista, Vicepresidente de la Diputación, presidente de la Cámara de Comercio, Vicecónsul de Portugal y Procurador de los Tribunales. Fue estimadísimo en la provincia y gozó de innumerables simpatías.
    Retomando el tema que nos ocupa, el reconocimiento a Miguel de Cervantes no se hizo en 1916, ni tampoco en el 1946. La Primera Guerra Mundial y nuestra posterior situación política, nos llenó de olvido y falta de recursos para dar a Miguel de Cervantes el reconocimiento que le debíamos. Ahora, en el cuarto centenario de su muerte, saldamos la deuda, dejando a «El Quijote» de lado y encumbrando, por fin, a Miguel de Cervantes.

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