Choque de trenes

José RiveroEl pasado año, el profesor de Sociología de la Universidad Carlos III, Ignacio Sánchez Cuenca, publicaba un polémico libro, de polémico nombre y de polémicas pretensiones: La desfachatez intelectual. Escritores e intelectuales ante la política.
Donde, a su forma y manera, realizaba un ajuste de cuentas con las opiniones de esos señalados escritores e intelectuales tan denostados como desafectos. Escritores e intelectuales  entre los que se encontraba lo más granado de la intelectualidad activa y opinante, vamos la crema de la intelectualidad del viejo chotis. Allí, aparecían Azúa, Juaristi, Savater, Marías, Pérez Reverte, Muñoz Molina, Cercas y algunos más.

juaristi--644x362La pretensión de  Sánchez Cuenca era la de exponer su queja, repetida y reiterada, por la liberalidad esgrimida por los escritores e intelectuales, cuando opinaban ligeramente de política. Sobre todo de política y sobre todo desde su desafección reciente. Queriendo someter las opiniones vertidas en sus artículos por todos ellos, a una suerte de regla o de canon comprobable y prístino. No quería, según repetía machaconamente, limitar la libertad de expresión de los aludidos, pero les exigía más precisión, menos amateurismo y más profesionalidad. La mecha estaba encendida.

Como era de prever la acogida fue dual , opuesta y enfrentada. Los que defendían el cerrojo conquense, y los que se espantaban del nuevo Torquemada laico sin hoguera. Porque en todo ello, en todas las críticas vertidas por Sánchez Cuenca a los lenguaraces escritores e intelectuales, había tufo político resultante, alguna connivencia y algún ajuste de cuentas pendientes.

JUARISTITodos ellos, o la mayoría, podían ejemplificar cierta deriva de posiciones de izquierda o más lejos aún de extrema izquierda, a unas posiciones más templada, tibias e incluso conservadoras. Lo que acarreaba, desde esta perspectiva, las correspondientes críticas e invectivas a los titulares de ese dominio político de la izquierda. Y esto era una de las piedras angulares de Sánchez Cuenca, en la crítica a estos escritores e intelectuales ex izquierdistas y hoy desencantados de aquellos dogmas políticos.

Hay que decir que tiempo atrás, Sánchez Cuenca ya había tenido una discusión con Félix de Azúa en las páginas del diario El País. Y por lo leído y recordado, la réplica de Azúa fue tan contundente que acabó provocando el abandono de Sánchez Cuenca de esas páginas. Con polémica incluida por el abandono, voluntario u obligado. Y con acusaciones mutuas.

Ahora con motivo de la reedición del texto de Sánchez Cuenca y de la incorporación de las críticas recibidas el pasado año, se ha producido la contestación de Jon Juaristi en ABC del pasado día 6, denominada también Desfachateces. Donde Juaristi vierte munición gruesa como la de llamar a Sánchez Cuenca detrito tóxico del zapaterismo,  turbina en estercolero, o tener una indecente vida de soplona.

SCUENCA2Y todo ello coincide con la aparición de otro libro llamado a ser también polémico; como resulta ser Los árboles portátiles del citado Jon Juaristi. Libro que bajo la apariencia de un viaje de fugitivos del nazismo, desde Marsella a Martinica en 1940, compone otro ajuste de cuentas con las mitologías del progresismo del siglo XX. Y así, en palabras de su autor, en ese viaje del barco Capitán Paul Lemerle, quedaran sepultadas las Tres Gracias de ese pensamiento positivo y universal.

Tal sería el relato de la decadencia del Marxismo, del Estructuralismo y de las Vanguardias, desde un seguimiento de hombres como Vivtor Serge, André Breton, Claude Levi-Straus y Wifredo Lam. Parte de la polémica está servida con el comentario de José Luis García Martín en su blog Crisis de papel, donde denomina la recensión del libro como Jon Juaristi, erudición y club de la comedia., al contraponer el rigor con la farfolla. Donde entre otras consideraciones, fija que: “Podía haber sido Los árboles portátiles una obra maestra del ensayo y la crónica “basada en hechos reales”, pero el propio autor se ha ocupado de que eso no ocurra. Ignora Juaristi –no sabemos si deliberadamente– la sabia frase de Voltaire: ‘El secreto de aburrir es contarlo todo’”.

En paralelo, García Martín había cuestionado el tono de Juaristi en su artículo Desfachateces y esa respuesta se cobijaba bajo la denominación Turbina en estercolero, que era una de los venablos de Juaristi sobre Sánchez Cuenca. La reacción al comentario de García Martín, ya ha comenzado con un comentario de Abelardo Linares, editor de Renacimiento. Y todo amenaza a un sonoro choque de trenes en los días venideros. Lo iremos viendo.

Periferia sentimental
José Rivero

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21 COMENTARIOS

  1. Cuando uno sale de la secta, no se le perdona. Además, donde está escrito que evolucionar sea negativo, la realidad compromete constantemente las ideas, y el intelectual sirve con honestidad al conocimiento de algo tan escurridizo como independiente, la Verdad.

    En el fondo, se cambia de método de análisis de la realidad y se expresa rebeldía frente al encasillamiento o encorsetamiento ideológico.

    De todas formas, el desencanto de la generación de Mayo del 68 con las posturas de izquierda es un fenómeno en el resto de Europa extendido.

    España no puede aspirar a convertirse en la reserva espiritual del marxismo, hoy progresismo de género y de animalismo, de heteropatriarcado y de alianza de civilizaciones.

    España rota sobre su eje con Europa, y 500 años después TAMPOCO acaba en los Pirineos.

    • Muchos sesenta y ochistas se atan al dogmatismo marxista con Fe religiosa.

      Yo más bien creo que les aterra considerar como mero espejismo la perenne juventud de sujetarse a las utopías.

      Es miedo a envejecer, es miedo a la insustancialidad de una vida que sin utopías carece de sentido.

      Nada sólido decía Bauman se construye desde las emociones. Quizás lo único sólido sea construir desde el realismo, y la humilde actitud de que la realidad no puede ajustarse aa las ideas. Es demasiado libre e independiente.

      No había un proyecto humanista, tan solo una rebeldía sin causa.

  2. Leí en su día las invectivas que Sánchez-Cuenca dedicaba a los ¨chicos de oro¨ de El País y he de reconocer que , en algunos aspectos, me parecieron certeras. También leí las epístolas nada elegantes de Savater y Cercas, con menosprecio incluido, contra Cuenca. En estos asuntillos de escritores donde la envidia , los celos y egos desatados campan a sus anchas resulta dificil decantarse por uno u otro bando. Personalmente creo que Marías debería abstenerse de analizar la actualidad política ( no tiene ni p. idea) y limitarse a lanzar vitriolo de cascarrabias contra los vicios de la sociedad española, que se le da de perlas. Aunque, joer, yo les daría a todos un año sabático… son tan previsibles que hastían.

    • A la mayoría de estos (sin quitarles un ápice de calidad literaria) les ha venido la menopausia.

      Reverte, al que conocí -no sé si por suerte o por desgracia- en su día, es un borde desde que lo parió su madre, un borde insoportable pero, al menos, antes escribía. Ahora se dedica a ser un gruñón y un déspota.

      Y, aunque por otros derroteros, al resto la edad les pasa factura. Pasan de pensar para mejorar la sociedad a pensar en cómo hacerse muros que defiendan su patrimonio personal-intelectual-literario…decadente en muchos casos.

      Se han convertido en unos pagados de sí mismos, en unos artistas de escucharse a sí mismos y, por supuesto, han virado hacia un conservadurismo impropio de su juventud…pero bueno, es lo que hay.

      Ahora tenemos a nuevos escritores, politólogos, periodistas, sociólogos en torno a los 30 años que no son menos que estos y que están haciendo maravillas en la prensa digital y alternativa a los medios institucionales. Así es que, será cuestión de mirar mejor…y, además, por la filosa…para pena económica de ellos.

        • Por cierto ¿Te metes acaso entre ese grupo de intelectuales como uno más? De verdad que tu obsesión por dar la nota no tiene límites.

          Anda y vete al señor del diván…

        • Yo ya lo he sido, y puedo volver a serlo cuando quiera, y creo que tendría éxito.

          Yo sólo he querido ser una persona completa, ni intelectual, ni más chorradas.

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