‘De cárcel en cárcel’, un homenaje a la amistad de un hombre pleno de humanidad

MICR/EGCJ.– La sala Carlos Vázquez del Centro Cultural Antiguo Casino de Ciudad Real acogía esta tarde la presentación las memorias del escritor y periodista Diego San José, víctima de la represión franquista, bajo el título ‘De cárcel en cárcel’. En el acto han participado el editor de la obra y profesor de la Universidad de Alicante, Juan Antonio Ríos Carratalá; el historiador y profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha Francisco Alía Miranda; el periodista y nieto del autor, Diego Farto; y el concejal de Promoción Cultural, José Luis Herrera.

De cárcel en cárcel 1El periodista Diego Farto ha destacado la humanidad de su abuelo, que rezuma en cada una de las páginas de sus memorias. El libro, explicaba, recoge el testimonio de su paso por la cárcel y el retrato de las personas con las que se encontró. Pero, sobre todo, es “un homenaje a la amistad”.

Diego San José nació en Madrid en 1884 y murió en Redondela (Pontevedra) en 1962, fue periodista, poeta, dramaturgo, novelista, letrista de zarzuelas y canciones, conferenciante radiofónico, cronista de costumbres, redactor de El Liberal, El Heraldo de Madrid, La Noche, El Imparcial y otros periódicos y revistas de la capital de España, fue un enamorado de Madrid, de la historia y de la literatura del siglo de Oro. Diego San José fue uno de los escritores más populares de los llamados la generación del Cuento Semanal. Escribió más de 60 obras y dejó una veintena de inéditos, entre ellos estas memorias que se publicaron inicialmente en 1988 por Ediciós do Castro. Ahora reaparecen tras un riguroso trabajo de edición del profesor de la Universidad de Alicante, Juan Antonio Ríos Carratalá en un libro de la editorial Renacimento.

Fue un republicano convencido aunque nunca llegó a militar en ningún partido, desde posiciones liberales que se identificaban con el republicanismo burgués. En 1936 era jefe de prensa de la Dirección General de Seguridad, puesto que ocupaba cuando se produjo el intento de golpe de Estado que derivó en la Guerra Civil. Desde una posición de respaldo al Gobierno, Diego San José intentó ayudar a los escritores de derechas encarcelados en Madrid e hizo gestiones para conseguir la libertad de amigos suyos conocidos derechistas, a alguno de ellos lo acogió en su casa unos meses para evitar posibles incidentes si eran reconocidos por la calle. Durante la guerra mantuvo su apoyo a la República desde las páginas de El Liberal y El Heraldo de Madrid, así como de la revista Blanco y Negro, que dirigió durante un tiempo. Su último éxito teatral fue la adaptación de Fuenteovejuna realizada en 1937.

En 1939 fue apresado y sometido a juicio en el Juzgado Especial de Prensa, que tras una condena inicial de 12 años y un día, la revisó posteriormente para elevarla a pena de muerte. La intervención de varios de sus amigos, como Joaquín Álvarez Quintero, Manuel Machado y muy especialmente el general José Millán Astray, logró la conmutación de la pena capital, por la de 30 años de cárcel, de los que cumplió efectivamente cinco, en prisiones como Porlier, Atocha, la isla de San Simón y la cárcel de Vigo.

Una vez en la calle, no pudo volver a publicar de forma profesional, hasta que poco a poco consiguió abrir algunas puertas primero con seudónimo y y ya más adelante con su propio nombre, sobre todo a través de sus colaboraciones en Faro de Vigo, así como una par de libros. Pero desde 1944 hasta muerte siguió escribiendo y aferrado a la literatura.

De cárcel en cárcel es uno de esos textos inéditos. En el da testimonio de las circunstancias tremendas de la cárcel tras la Guerra Civil, pero también de los gestos de humanidad de los que fue testigo, de la dignidad, la solidaridad y la esperanza de los presos y también de sus miserias, todo pasado por el filtro de su particular ironía y sentido del humor.

 

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13 COMENTARIOS

  1. La represión franquista, con un millón de presos políticos y màs de doscientos mil muertos, fue un genocidio que sigue sin juzgarse. El obstàculo no es judicial sino político…

    • Sus afirmaciones, Charles, para ser creídas, han de sustentarse en pruebas, ¿dónde están sus fuentes? Mientras tanto, afirmaciones como la suya no dejan de ser la propaganda y la papilla de mentiras que nos han hecho tragar y que es desmentida una y otra vez. Manuel Álvarez Tardío y Roberto Villa García han publicado recientemente «1936: Fraude y Violencia»; en este libro se recogen las actas manipuladas de las elecciones de febrero del 36 que llevaron fraudulentamente al gobierno al Frente Popular. Un trabajo serio, metódico y con pruebas documentales; no propaganda y mentiras.

      A mí, un señor condenado a muerte que sólo cumple cinco años de prisión efectiva, y que luego vive sin mayor incomodidad en el régimen que tan cruelmente lo ha tratado gozando de la amistad de Millán Astray, no me parece el mejor ejemplo de represión.

      • Sr. «Censor», mis fuentes son la memoria histórica, los estudios históricos y mi propia familia.
        No suelo consultar las fuentes de la escuela de pseudo-historiadores revisionistas como Paul Rassinier, Richard Williamson, Robert Farausson y Pedro Varela Geiss, entre otros.
        La represión franquista pisoteó con impunidad los derechos humanos de los españoles que no comulgaban con un régimen ilegal y genocida.
        El franquismo no fue derrotado y, hasta hoy, ningún tribunal lo ha condenado por crímenes de guerra o lesa humanidad.
        Dada la inacción del sistema judicial español al respecto, sería necesario que el Tribunal Penal Internacional condenara el franquismo y a sus responsables por crímenes imprescriptibles.
        En octubre de 2013, el PP rechazó incluir la apología del franquismo como delito en la reforma del Código Penal impulsada por el entonces ministro de Justicia, D. Alberto Ruiz Gallardón.
        La Ley de Amnistía de 1977 vulnera todos los tratados internacionales en materia de derechos humanos suscritos por España.
        La investigación de la Audiencia Nacional española estableció que hubo unos 114.000 desaparecidos. Luego se sumaron más. A ellos hay que añadir asesinados, 500.000 exiliados y 30.000 niños secuestrados y privados de su identidad.
        Hubo una clara planificación estudiada para perseguir y eliminar a determinados grupos de la sociedad para dar origen a otro país diferente. Y lo consiguieron en gran medida. Eso es un genocidio. En España se dio uno de los peores genocidios del siglo XX.
        ¿Qué hay que demostrar?
        No se puede construir el futuro que los represores quieren que se construya sino un futuro de justicia.
        Por eso, no se puede caer en el olvido…

        • Pues hay que demostrar, Charles, que todos los juzgados y condenados por el franquismo eran unos santos benefactores de la humanidad, y no asesinos, torturadores y criminales del peor jaez. Luego, hay que demostrar las cifras; usted es la mejor prueba de la propaganda, en dos comentarios se contradicen sus cifras. A continuación, hay que poner el mismo celo, y el mismo dinero, en investigar las víctimas de uno y otro bando; es una obligación moral. Y por último, no hay que mentir, y contar toda la verdad. Don Diego San José, el represaliado del libro que da pie a esta noticia y que vivió tan bien y tan cómodamente su represión, fue el Jefe de Prensa, léase Jefe de Propaganda, de Santiago Carrillo Solares, hablando de represión.

        • Sr. «Censor», no logro entender cómo puede usted barajar la posibilidad de que los represaliados del franquismo se lo merecían.
          Por otro lado, si lee atentamente mi anterior comentario, podrá comprobar que no hay ningún error en las cifras ya que hay que tener en cuenta que la represión franquista continuó durante la posguerra y el Régimen de Franco.
          Según los datos aportados por las Asociaciones de Recuperación de la Memoria Histórica, las víctimas de la represión franquista en la provincia de Ciudad Real se cifran, provisionalmente, en unas 1.914 personas…

        • Qué va, don Charles. Usted no se entera de nada, quítese la oreja de plástico, hombre. Lo que digo es que no es lo mismo condenar a un sujeto que hacía chorizos con las monjas que descuartizaba vivas que condenar a un inocente. Y a los datos de las obedientes y onerosas Asociaciones de Recuperación de Una Parte de la Memoria Histórica les faltan los datos de los represaliados por el Frente Popular, los de su bando. Puestos a escarbar, y ya que pagamos todos, que escarben para los dos bandos, que disimulen un poco, que se les nota mucho…

        • No considero que, actualmente, haya «bandos» en España. Si usted considera que aún persisten, ¿en cuáles se encuadra usted?
          Yo lo que creo es que hay muchos «bandidos».
          Por cierto, las «orejas de plástico» las utilizo con mi disfraz en Carnaval. Pero eso ya pasó.
          Ahora estamos en la tercera semana de Cuaresma. Ya sabe, eso del recogimiento, la reflexión y la revisión de vida…

  2. ¿Es necesario demostrar el proceso de depuración llevado a cabo por el bando sublevado?
    La represión es el ADN del franquismo.
    La Historia y las familias lo demuestran…

  3. Censor también te subes al carro de la posverdad? Tú también con el tema del odio? JAJAJA, no me lo creo…

    Los nuevos revisionistas de Vox, Hazte Oír y demás grupos «pro democracia y respeto a los derechos fundamentales de los españoles» nos abren a la luz posverdadera: La dictadura franquista hizo que España sea una isla en el océano de infieles del SXXI…CON UN PAR!!

    Parafraseando a Rafael Hernando cuando manifestó que “algunos se han acordado de su padre, parece ser, cuando había subvenciones para encontrarle”, yo también me acuerdo de los padres de quienes siguen queriendo que nuestros familiares sigan en cunetas y descampados.

    Aunque, como bien parece, cada día queda menos para que el PP vuelva al frío de la oposición. Solo hay que tumbar a Susanita, y parece que Murcia es por donde se va a abrir la tarta…

  4. Me encontré este hilo de comentarios hace unos días y he esperado a asegurar algunos datos para contestar, soy el nieto de Diego San José. Deseo responder a Censor.
    Con respecto a sus comentarios, en lo que se refiere a mi abuelo:
    1º Su nombramiento con jefe de prensa de la Dirección General de Seguridad lo firmó Ramón Fernández Mato, quien ocupó dicho cargo en los Gobiernos de Lerroux, Portela Valladares y Casares Quiroga. Tanto Fernández Mato como Diego San José no pertenecían a ningún partido, aunque ideológicamente se identificaban con los llamados partidos republicanos burgueses, formaciones que iban desde Izquierda Republicana de Azaña hasta los liberales mauristas. En cualquier caso, Fernández Mato obtuvo su acta de diputado en las elecciones de 1936 por el Partido de Centro Democrático y se mantuvo fiel a la República durante la guerra.
    2º Mi abuelo ya era jefe de prensa de la Dirección General de Seguridad desde mucho antes del 18 de julio de 1936, cuando el Gobierno lo formaban únicamente los partidos republicanos con lo que hoy se llama apoyo externo del Partido Socialista, que andaba enfangado en sus luchas internas. El PCE antes de empezar la guerra era irrelevante, por mucho que estuviera en las pesadillas de los generales que preparaban el golpe de estado.
    3º Una vez empezada la guerra, la acción de Diego San José fue escribir artículos contra los generales golpistas y tratar de ayudar a los escritores de derechas encarcelados. Además, acogió en su casa a algunos amigos de derechas que hubieran corrido peligro de ser reconocidos por la calle. Lo hacía desde la convicción democrática de respetar las opiniones diferentes y de que los del bando contrario no aceptarían su diferente criterio político.
    4º A partir de noviembre de 1936, es decir, cuando se forma la Junta de Defensa en la que el PCE adquiere un papel relevante en los órganos de seguridad, a Diego San José se le aparta de la Dirección General de Seguridad y se le envía a hacer notas de prensa en comisarías de barrio. Mi abuelo y otros muchos republicanos repudiaron la barbarie y los asesinatos que se cometían en nombre de la República porque defendían la convivencia entre diferentes, cuya primera amenaza eran Franco y los suyos, que estaban empeñados en acabar con cualquier diferencia.
    5º La Ley de Responsabilidades Políticas de febrero de 1939, firmada por Franco, establecía como hechos delictivos, la simple pertenencia a partidos políticos, organizaciones sindicales o la expresión pública de apoyo a la República, con efectos retroactivos a febrero de 1934, algo totalmente antijurídico y arbitrario, puesto que ni tales hechos eran delictivos ni es concebible una ley que castigue lo que en el momento de suceder los hechos no era delito. Y bajo esa ley fue juzgado mi abuelo y con el lo fueron otros muchos por cosas como decir delante del cacique de su pueblo que la gente era libre de comprar en la tienda de su gusto y de votar a quién le pareciera.
    6º Diego San José fue detenido y vejado por escribir contra Franco, juzgado y condenado a 12 de años de cárcel, primero y a muerte después, por un decisión del general auditor de guerra del Ejército de Ocupación (la denominación es la oficial), que instó un nuevo juicio por no estar de acuerdo con el primero (ojo, por escribir en prensa contra Franco).
    7º En el segundo juicio, el fiscal utilizó el testimonio de las personas de derechas acogidas por mi abuelo en su casa para argumentar en su contra: «menudas agarraderas debía tener el acusado para atreverse a meter a conocidos derechistas en su casa», muy comprensivo y muy cristiano como ve, amigo Censor.
    8º En mi familia tenemos indicios muy sólidos de que Millán Astray arriesgó mucho para conseguir que Franco firmara la conmutación de pena de mi abuelo, pero él nunca abordó abiertamente esos detalles. En cualquier caso, esa conmutación de pena es, en el fondo, tan arbitraria como todo el proceso jurídico anterior, porque no tiene como base unos hechos realmente punibles, sino la voluntad de una serie de personas, el juez instructor, el fiscal, el general auditor, Franco…
    9º Mi abuelo salió de la cárcel en enero de 1944, pero no como una persona libre, sino bajo la tutela de un amigo industrial que le ofrecía trabajo en sus oficinas, de hecho la pena no quedaría liquidad hasta 1958.
    10º Su ‘comodidad’, bajo el régimen de Franco fue tener residencia obligada en Redondela (Pontevedra), solo podía ir a Madrid, donde había nacido, un mes al año, no poder ejercer el periodismo, que se incautaran durante muchos años los derechos de autor de sus obras, la incautación de todas sus cuentas bancarias y hasta que los editores de sus últimos libros se ahorraran el pagarle los derechos correspondientes. A mayores, su nombre quedó excluido de los medios de comunicación de forma radical, lo que incluso afectó a su hijo cuando se presentó a la reválida. Cuando volvió a publicar, lo hizo como colaborador, no como periodista, primero con seudónimo y más adelante ya con su nombre. Debía presentarse todos los meses en el cuartelillo de la Guardia Civil, y tenía que aguantar en silencio las invectivas que sabandijas como César González Ruano le dirigían con publicidad. Por supuesto, siempre estaba a expensas de que le detuvieran por razones de seguridad -una visita de Franco a los alrededores- o que a cualquier polizonte se le ocurriera hacer un registro en su casa. Por último, la carta del ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga Iribarne, en la que se le readmitía en el Registro Oficial de Periodistas, llegó a Redondela cuando ya llevaba dos días muerto.
    Mi abuelo tuvo la inmensa suerte de tener mucha gente a su favor, de izquierdas y de derechas. A todos ellos les estuvo muy agradecido por ayudarle a conservar la vida. Pero es que la vida de una persona no puede depender de una amistad, sino de la justicia y eso es lo que no tuvo Diego San José, justicia.
    Imagino que nada que yo le cuente cambiará su opinión, pero me conformo con que la próxima vez se exprese con cierto grado de prudencia.
    DF

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