Antonio Fraguas, «El Forges», casi ná

Román Rivero Nieto. Así reza el encabezamiento de un artículo del Diario LANZA, en la edición de un ‘Especial Carnavales’, del año 1987. Han pasado 31 años. Pero en realidad la vinculación de Forges con Miguelturra surgió el año anterior, en 1986.
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En aquel año, a iniciativa de la Diputación Provincial, a través del responsable del Área de Cultura, Manuel Juliá, siendo Presidente Fco. Javier Martin del Burgo, programaron un ambicioso Ciclo de Conferencias con el título genérico “HACIA EL AÑO 2000”. Uno de los conferenciantes era Antonio Fraguas “Forges”.

Después de exponer su conferencia, “El humor y la que se avecina”, en el Colegio Universitario de Ciudad Real, se traslada a Miguelturra (no me pregunten por qué a Miguelturra, precisamente) pero, intuyo, que algo tendría que ver la persona que le acompañaba, Francisco Matas, churriego de nacimiento, funcionario del Área de Cultura de la Diputación Provincial y, no obstante, amigo.

El motivo de su visita era lo que menos me imaginaba: Venía, para hacer entrega de los honorarios de su conferencia, al Área de Cultura del Ayuntamiento de Miguelturra, con la condición de destinarlos, íntegramente, al incremento del fondo bibliográfico de la incipiente Biblioteca Municipal que el concejal, Julián Arévalo, había puesto en marcha pocos años antes.

De este encuentro casual y con un gesto altruista digno de resaltar, hoy más que nunca, por parte de Antonio Fraguas, surgió el comienzo de una relación que se prolongaría en el tiempo.

forges1El conocimiento del humor absurdo y singular de Forges, por mi parte, venía de bastantes años atrás, cuando todavía ejercía de maestro de escuela en Pozuelo de Calatrava. El director Luis Álvarez y yo, comprábamos semanalmente, los coleccionables de Forges sobre la Historia de España (esa era otra historia) y sobre la Constitución Española ¡Como la disfrutábamos semana tras semana! Sentíamos una verdadera devoción por ese humor rupturista que derrochaba vocablos (forgendros) en cada viñeta. Y, para más inri, yo mismo utilicé una de sus viñetas de dos campesinos paseando por el campo, como tarjeta de mi boda, cambiándole el texto de los diálogos, allá por el año 1977. Hasta ahí llegaba mi forofismo por Forges.

Es difícil describir la sensación entre incrédulo y alucinado, cuando lo veo entrar en el despacho, como si nos conociéramos de toda la vida, en compañía de Francisco Matas. Sobre todo después de conocer el motivo de su visita. Era la primera vez que alguien apostaba, tan desprendidamente, por la cultura, en Miguelturra.

Una vez repuesto de la sorpresa y aprovechando la oportunidad que me ofrecía el destino, no dejé pasar la ocasión, y le planteé un segundo encuentro en Miguelturra, al año siguiente: Pero esta vez, ataviado de pregonero para la fiesta de nuestros Carnavales de 1987. No dudó en aceptar el ofrecimiento, pero puso una condición: La asignación económica que habitualmente se les ofrecía a los pregoneros precedentes (Forges, sería el sexto) debía destinarse, también, para la adquisición de fondo bibliográfico de nuestra Biblioteca. Nosotros, encantados de aceptar su condición.

Llegado el momento, Forges acudió, puntual a la cita, no solo con “deberes” hechos (su pregón marcó un antes y un después, nuestros Carnavales comenzaron a escribirse con mayúsculas) pero la guinda la puso al tener el detalle de crear, en exclusiva, una de sus viñetas para Miguelturra y su Carnaval, trabajo que transformado en miles de pegatinas guardamos todos los churriegos “como oro en paño”.

Por aquellos años, Forges, publicaba sus viñetas en Diario 16.

Bueno, pues en uno de los días del ‘Carnaval 87’ aparece otro trabajo distinto al de la pegatina, en el mencionado diario, de tirada nacional, dedicada al Carnaval Churriego ¡IMPAGABLE! No existe agradecimiento suficiente para compensar semejantes gestos de implicación con el proyecto de todo un pueblo que vive por y para sus Carnavales.

Este madrileño era así: Imprevisible, único en su sencillez y humilde en lo que hacía.

Mención aparte merece la visita que le hicimos Marcial González, coordinador del Área de Cultura y yo, pocos meses después, a Forges en su despacho, en Madrid. Nos recibió muy cordialmente pero, poco después, la conversación derivó a su universo personal, cuando le planteamos quien creía él, que podría ser la persona que pregonase nuestros Carnavales, para el año siguiente.

Adopta gesto reflexivo, pone los pies sobre su mesa de trabajo y, como en uno de sus chistes, comenzó a dar rienda suelta a su imaginación, soltando por su boca una ristra de personajes reales de aquellos años que más destacaban a nivel nacional, añadiendo a cada uno de ellos, sus comentarios surrealistas justificando porqué el intuía que podrían dar la talla y aceptar. El desfile de personajes era tal que daría para hacer, no una viñeta, sino un book, con todos ellos. Pasamos un rato inolvidable, inmersos en su mundo y contagiados por su visión de la vida, de la que se reía constantemente.

¡Qué feliz debía ser alegrando la vida de los demás, aunque solo fuera un ratito cada día!

Forges, sigue así, allá donde los dioses te hayan transportado. O mejor, sigue con nosotros. Sacándonos una sonrisa cada vez que releemos tu obra, recordándote con cariño.

Gracias por aquellos momentos vividos.

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