Pensar y cambiar

joseRivero2Pensar y cambiar con la conjunción copulativa, establece una complementariedad de acciones: Lo primero y luego lo segundo.

Cosa diversa de la conjunción disyuntiva que expresa alternancia.

Así Pensar o Cambiar, que es otra cosa.

O uno u otro.

O piensas o cambias.

Pero si no piensas ¿Cambias?

Y ¿cómo se cambia sin pensar?

O ¿cómo se cambia sin pensamiento?

El pensamiento ¿es cambio o quietud?

Así el encuentro celebrado por la Fundación Deliberar, días pasados, con la conferencia Pensar es cambiar de ideas.

Tan relevante esa demostración en los últimos días y semanas: de pensar o fingirlo, cambiando de ideas.

1200px-Vargas_Losa_Göteborg_Book_Fair_2011bEncuentro el citado, que contó con la intervención de dos pensadores que cambian de ideas, como Mario Vargas Llosa y Fernando Savater.

En sus respectivas biografías se pueden rastrear esos cambios estáticos que dan como lugar el pensamiento desnudo.

Conviene no confundir el pensamiento desnudo con el pensamiento vestido.

El pensamiento desnudo es aquel carente de ideas.

Frente al pensamiento vestido, tan colmatado de atributos y cargas que impide la respiración y el ejercicio.

Y de todo ello hay ejemplos mil en la vida intelectual y en la vida política.

Lo que habría que precisar, por ello, es la naturaleza del cambio estático.

En la medida en que todo cambio comporta dinámica y expresa movimiento.

Conferencia, la llosiana y savateriana, que da lugar a varios equívocos sonoros.

Como El que no cambia de ideas, no piensa.

Como si la fidelidad a algún continente intelectual o políico, fuera una forma de no-pensamiento.

Y esa continuidad de ideas y de pensamientos fuera una forma de lignificación, como ocurre con las especies botánicas.

Y por ello para permanecer en el mismo sitio hay que estar siempre en  movimiento.

Y al revés: moverse para permanecer quieto.

ASPASQue eso, en clave futbolística, expresa Iago Aspas, cuando dice que “A veces el mejor desmarque es quedarse parado”.

Casi como un torero.

El fútbol dinámico como el toreo estático.

Y su consecuente contraria: Todo pensamiento es una forma de cambio.

Aunque haya ya muchos que cambian sin pensar y sin pensamiento adyacente.

Por ello todo pensamiento es una forma de cambio.

Por más que ese pensamiento sea ya un pensamiento pensado.

Y esa repetición de pensar lo pensado, por el mero hecho de pensarlo, no sea una repetición que anule el movimiento.

Sino que lo evidencie.

La activación neuronal del cerebro y la puesta en marcha de las sinapsis cerebrales comporta un motor que impulsa las ideas.

De aquí la obviedad de lo afirmado: Pensar es cambiar, en primer lugar y siempre.

No pensar es, por el contrario, quietud y fijeza. Un tributo de lo mineral.

Más dificultades encontraremos en Pensar es cambiar de ideas.

savaterComo si la finalidad de todo pensamiento en su ejercicio fuera, justamente, ese cambio de ideas.

Aunque habrá que precisar que todo ese régimen de  Cambiar y pensar opera de forma distinta en la Filosofía y en la Política.

En esta última disciplina el cambio es el alimento necesario de su propia continuidad.

Cambiar para seguir siendo uno mismo.

Y no cambiar para ser otro.

Por más que unos anuncien lo que no son.

Y otros son lo que no dicen.

Ejemplos a discreción se encuentran a diario en Parlamentos y gobiernos.

Basta mirar pensando.

Basta mirar para pensarlo.

José Rivero
Divagario

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3 COMENTARIOS

  1. En los momentos de crisis las caretas se caen.

    Es un efecto beneficioso más, de los momentos que exigen definición por críticos. Las crisis sacan lo mejor y lo peor de las personas, y demandan una renovación filosófica, que es ese volver a escudriñar una realidad con vida propia que supone siempre un desafío a nuestras ideas.

    El resistirse a una realidad con vida propia deriva en la defensa de las ideologías, que son esos apriorismos del bajo intelecto que por simplificación e incapacidad para la frustración quieren domesticar la realidad.

    El Parlamento actual y su composición es eso mismo, una expresión rebelde y fatídica contra una realidad que ha cambiado.

    El modelo del bipartidismo y su tradicional alianza con los separatismos caduca y se descompone. Suponen una realidad rechazada por sus perniciosos efectos en la igualdad legitimante que reclama la sociedad española.

    O todos iguales o todos distintos, no tenemos por qué hacernos cargo de pagar la pensión o los servicios públicos a quien es incapaz de costearlos por sí mismos.

    Más peligroso que el cuestionamiento de la unidad de España es el cuestionamiento de la solidaridad entre los españoles.

  2. Cambiar la forma de pensar es lo más difícil.
    Ya sabemos que adquirir conocimientos puede hacerlo cualquiera, pero el arte de saber pensar es el mejor regalo para entender nuestra realidad.
    Pensar para deliberar, deliberar para cambiar, cambiar para progresar….

  3. Pensar es una acción. Pensar en profundidad requiere un ejercicio prolongado en el tiempo, que pocos están dispuestos a hacer. Pensar sobre pensar es un ejercicio noble y necesario. Gracias

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