Manuel Juliá: «Una parte de los adeptos al islam tiende a la divinización de lo civil»

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César Muñoz Guerrero.- Entre los espacios que ha estrenado el canal de televisión Telecinco se encuentra España mira a La Meca, donde se están tratando «temáticas como la convivencia y adaptación entre comunidades, los roles de la mujer musulmana o la presencia del radicalismo islámico y sus ramificaciones yihadistas en nuestro país», según la propia cadena. La idea original partió del periodista Manuel Juliá, cuyos artículos sobre el tema publica cada lunes, desde la semana pasada, el diario El Mundo. En esta entrevista explica el proyecto.

PREGUNTA.- ¿España mira a La Meca era un proyecto premeditado, o nace como consecuencia de la coyuntura actual?

RESPUESTA.- Hace unos meses publiqué en el diario El Mundo unos reportajes sobre Cataluña, que llevaron el título genérico Bajo el volcán separatista, donde narraba el recorrido que hice siguiendo el libro de Josep Pla Un viaje frustrado. En él, Pla parte de Palafrugell, sigue toda la costa del Ampurdán y llega hasta Portbou, en la frontera francesa, donde se vuelve porque ve un barco de guerra y piensa que le pueden abordar. Tras finalizar esta serie tenía acordado con el diario El Mundo hacer algo parecido sobre la problemática del islam. En un momento determinado, durante el proceso de redacción, hablé del trabajo que hice en Cataluña con una persona que trabaja en Unicorntv, productora de El programa de Ana Rosa y de En el punto de mira, entre otros. Es una empresa joven. Según me dijeron habrían tenido interés en adaptar las crónicas catalanas a la televisión. Entonces les comenté lo que preveía hacer sobre el islam y me pidieron que les pasase la estructura del guión para presentarlo a Mediaset y, en caso de que les interesase, el viaje provocara una especie de diálogo entre un periódico y una cadena de televisión. Así, El Mundo sacaría los escritos por las mañanas y Telecinco emitiría los documentales por la noche. Mediaset lo aprobó con bastante alegría. Se hizo una preproducción en la que se me incluyó como autor de la idea y ahora figuro como colaborador especial. Estuve viajando con el equipo de realización entre marzo y mayo. Me di cuenta de que hacer un buen trabajo de campo es muchísimo más difícil de lo que parece. Hicimos rodajes de ocho o nueve horas. Nos quedamos tirados en un campamento sufí en Granada a las tres de la mañana, trabajamos de 8 a 10 de la noche sin parar más que para comer un bocadillo. He escrito como me gusta: viajando.

P.- ¿Qué referencias ha utilizado para tratar el tema?

R.- Además del Corán, he leído un libro maravilloso de Adonis que se llama Violencia e islam, y otros muchos libros más. No tiene nada que ver lo que aparece en el periódico con lo que se emite en televisión. Se ha creado una sintonía entre lo textual y lo audiovisual. Los lectores saben que por la noche pueden ver unos documentales donde tienen algo distinto. Este planteamiento puede dar mucho juego en el futuro.

P.- ¿Qué particularidades ha encontrado en la religión islámica?

R.- El islam es para mí muy complejo. Una parte de sus adeptos tiende a la divinización de lo civil: lo mismo que en la India no se matan vacas, Mahoma prohibió el vino porque sus consumidores podían padecer locura si se exponían al sol, o el cerdo por la triquinosis. Los diez mandamientos son, en realidad, un código social. La realidad de divinizar las costumbres evolucionó sobre todo en el cristianismo y algo menos en el judaísmo; sin embargo, en el islam todavía falta que se dé esa evolución.

P.- ¿La cadena vetó algún aspecto?

R.- No, tuve absoluta libertad. Eso sí: yo presenté el guion a la cadena, que básicamente me ha comprado la documentación y la idea que después, en los reportajes, se han modificado muchísimo. El público que los vea se dará cuenta de que están hechos desde un punto de vista independiente: se critica la islamofobia, pero también determinadas costumbres cuya permanencia tiene difícil explicación. Este trabajo aspira a la armonización, y está compuesto de tres partes, que aluden a la convivencia, a la situación de la mujer y al terrorismo yihadista, respectivamente. Para su elaboración hemos viajado por toda España: Ceuta, Granada, Valencia, Ripoll (Barcelona), Madrid, Sevilla…

P.- Se licenció en periodismo en la década de 1970. ¿Se le ocurrió que en algún momento escribiría sobre el nacionalismo o el islam?

R.- En aquel tiempo no. Estamos hablando del año 1973, digamos que el mundo tenía una deriva distinta. El nacionalismo estaba surgiendo, en aquel momento se intentaba la conformidad de unas instituciones que ya había reconocido la República. Eso a pesar de que la apuesta de la República salió mal, con la proclamación del Estado Catalán de 1934 por parte de Companys, rebelión que sofocó la propia República española. Tampoco imaginé que fuesen a darse los flujos migratorios que hubo. Yo fui un emigrante: me fui a Venezuela con veintipocos años a trabajar en un periódico porque en España era imposible debido a la crisis de 1973 —siempre hay una crisis: si no es una, es otra—, y estuve un año y pico trabajando en el Diario de Caracas. Nunca pensé que estos temas fuesen a tener la trascendencia que en este momento.

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6 COMENTARIOS

  1. Buena inspiración la de Josep Pla, el escritor catalán proscrito por los independentistas, pese a ser el mejor escritor en catalán del siglo XX, además de uno de los mejores analistas y corresponsales de prensa de su época en España.

    El islam sacraliza la vida civil pública y si lo deja de hacer, deja de ser islam.

    En Cataluña se ha producido un proceso intenso de islamización. El hermetismo de sus comunidades ha redundado en su radicalización. Es la tercera Cataluña de la que no se habla y la que demográficamente se impondrá.

    Porque en eso radica la crisis catalana, en una decadencia demográfica de los catalanes, una pujanza económica de los charnegos y una decadencia catalana sólo recibida a costa de las cuentas regionales.

    Si Pla levantara la cabeza…

  2. Enhorabuena por esta serie documental. En España viven casi dos millones de musulmanes, de los que el 40% han nacido aquí.
    Sin embargo, seguimos identificando a un terrorista con nombre àrabe con un musulman…..

  3. Juliá, si te das una vuelta por las calles de Ciudad Real, más divinización que hizo la RoRo de las calles culipardas no se puede conseguir.

    Políticos y reyes que besan anillos, que van detrás de procesiones, que celebran calladitos las fiestas de guardar, que solo saben poner nombres de cristos, vírgenes y santos en la ciudad.

    ¿De verdad son solo los adeptos al Islam?

    ¿Qué diferencia hay entre Reig plà y cualquier clérigo islámico?

    ¿Cuánto hace que las mujeres iban en España con un pañuelo en la cabeza y tenían que sentarse aparte de los hombres?

    No me gusta ninguna religión, pero si las satanizas, que sea a todas, porque beben de lo mismo: el miedo a lo que no se ve, y que para muchos de nosotros no existe: la idea de un Dios Todopoderoso en plan Harry Potter.

    • Esto es de Plà: «Para mantener un país en un punto de libertad, hay que hacer concesiones a la inmoralidad humana intrínseca. Por esa razón, en este país hay tantos ateos que van a misa y tantos católicos que no van. Hay que hacer concesiones para asegurar la convivencia.»

      Creo que los Pujol se lo tomaron al pie de la letra, y el campechano, y Aznar, y el Bigotes…

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