Bye, bye 2018

Manuel Valero.- Como cuando uno hace un viaje y ya sabe que detrás del último rasante aparece la ciudad o el pueblo con su conglomerado de casas y vidas, así asoma el año que viene que marcará según la contabilidad del tiempo el número 19 del siglo XXI.

Cuando era un niño a punto de pisar los umbrales de la adolescencia solía calcular la edad que tendría cuando llegara el galáctico año 2000, que era una cifra un poco Kubrick. Nos bastó ver la película 2001 agonizando los 60, y ya imaginábamos la calle como una vecindad robótica, con aceras mecánicas, coches voladores y androides amables que se oxidaban de tuercas junto a los seres humanos que se oxidaban de células.

Recuerdo  la fascinación que nos produjo la película que entendimos a medias y que la echaron en un cine del pueblo junto a otra que no recuerdo en absoluto. Las sesiones dobles eran habituales cuando el cine era un santuario cultural y de escarceo sexual y las películas, buenas. Cerrábamos  los ojos y hacíamos cuentas en el ábaco de la edad de los granos. Unos cuarenta años, decía uno. Joder, que viejo, le fintaba otro de la pandilla. Tan lejos y tan de cienciaficción nos parecía el dígito que nos parecía imposible que el siglo XX, nuestro siglo, fuera a acabar alguna vez. Y todo acaba, claro. Y acaba porque todo llega y cuando todo llega empieza a acabarse.

Al final haciendo recuento del relevo secular todo queda resumido a un aparato que cabe en el bolsillo y con el que puedes comprar, saber el tiempo, la fluidez del tráfico, ver películas, escuchar  música, hacer fotos y vídeos, charlar en tiempo  real con el amigo que se fue a Honolulu, videoconferenciar… y sí… ¡hablar por teléfono! Bueno, eso y la prohibición de fumar en los bares. Nada de aceras mecánicas ni coches voladores ni androides sociales, ni una sociedad mixta de tornillos y neuronas. Un poco sí, pero no tanto.

En realidad ha cambiado poco: sigue habiendo aceras de ladrillo basto, pueblos con calles por las que parece que el tiempo se quedó detenido el arrabal, personas humanas con la misma condición humana de cuando antaño y televisiones autonómicas inmunes al discurrir de las décadas.  Luego de los años la globalización nos ha convertido en incómodos vecinos. Cuando había poca tele todo parecía lejano y extraño y ahora a punto de cabalgar el año 19 del Tercer Milenio todo parece paradójicamente más lejano y aún más extraño.

Es verdad que a España llegó la democracia, entramos en el Mercado Común, nos europeizamos, que era como la prueba del nueve de la modernidad, los socialistas llegaron al poder, las televisiones privadas, se desmantelaron monopolios, se legalizó el divorcio, el matrimonio entre personas del mismo sexo… Y pasito a pasito hizo su acto de presencia lo que nos puso realmente en la virtualidad: Internet y las redes sociales. A los que éramos adolescentes en el corazón de los maravillosos sesenta, aunque viviera un tal Franco, regresado ahora por el meandro de la Historia,  el testigo finisecular nos pilló entrambasaguas pero con la formación suficiente para no tener problema en adiestrarnos en el manejo de las TIC, sin entrar en detalle. Cuando entré en el periódico Lanza se hacía a tipografía y pudimos despejar la jungla con los machetazos que nos facilitaban los cursos de puesta a punto.

Recuerdo que uno del grupo que se llamaba Edgardo y era el más gafapasta de todos porque hablaba de Einstein y la Teoría de la Relatividad, aventuró que para el 2000 se habrían acabado tres cosas: las enfermedades, el hambre y las guerras porque no podía haber otra guerra sin la factura de un planeta reducido a escombros.

Entonces no sé si fui yo y mi impenitente ensoñación quien le dijo: Entonces viviremos en un mundo feliz. A lo que Ambrosio, el único de la pandilla que trabajaba en los pintores soltó: Mientras haiga hombres habrá hijoputas. Duele haber tenido la suerte de comprobar por el don de los años vividos y el de haber llegado hasta hoy que el amigo currante tenía más razón que Edgardo habida cuenta de la persistencia, pese a los avances de la medicina, de las enfermedades; del hambre, pese a la globalización; y de la guerra, como contrapunto perpetuo a la paz que nunca será ni planetaria ni perpetua. Pobre Kant.

Asombrosamente en España, que no es ajena a los trasuntos oscuros del mundo y a las estrategias entreveradas de misterio, poder e influencias, hemos entrado en un bucle que a veces nos lleva atrás y luego avanza para volver a retroceder sin resolver el punto de fuga que nos permita acelerar hacia un futuro si no feliz, al menos cordial y simpático. La clase política no hace más que dispararse tiros en el pie, meterle el dedo en el ojo al contrario y retomar pecios del pasado para repararlos en un asombroso argumentario .2, .3 ó punto cuatro. La izquierda no acaba de solidificarse, la nueva izquierda anda con el trampantojo del General y para colmo la nueva derecha, pone sus reales en  la otra cara del platillo, alimentados tirios y troyanos con puntazos de Twitter y televisión a todas horas. A casi 19 años del siglo XXI nos hemos retroplantado  en el gran dilema de la unidad de la Patria.

En fin, que sí, han avanzado las cosas que es una barbaridad. De vez en cuando inventamos nosotros, aunque los inventores no acaparen la curiosidad y adoración que de la plebe profesa a los basureros mediáticos, pero la crisis diezmó el bienestar general, las olas migratorias responden de manera paulviana a la globalización mediática e internáutica y llaman a las fronteras de los imperios –de qué me suena a mi esto-, Europa eleva a la cuarta potencia el dilema de la unidad patriótica europea, la pasión ideológica ha sustituido a la racionalidad y todo ofrece un estado líquido sobre el que es imposible solidificar casi nada. Al fin y a cabo el año 2018 no es más que un eslabón más que le pasa los marrones al siguiente que pasa. Y así.

Felices Fiestas de Navidad a los lectores de Miciudadreal.

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10 COMENTARIOS

  1. Felices vacaciones de invierno, Valero. Yo es que eso de la Navidad no lo digiero. No me gusta celebrar cosas que no se aten a la realidad. Pero bueno, eso es personal.

    De todas formas, para que nadie se enfade por mi opinión, os recuerdo que tal día como mañana nacieron también Hermes, Buddha, Dionisio, Zaratrustha, Krishna, Horus, Heracles, Adonis…todos ellos dioses adorados por humanos.

    La verdad es que este país es maravilloso.

    El Golpista Tejero de vinos españoles de Navidad en cuarteles de la guardia Civil y los políticos indepes que no han pegado tiros en la cárcel.

    Los ateos celebrando la nochebuena y los de derechas neocon disfrutando de la jornada laboral de 8 horas, las vacaciones, la baja por enfermedad y sin pagar el diezmo.

    Es un país Genial. Qué quieres que te diga. Además, ya sabemos que 2019 no nos traerá sorpresas: asesinatos de género, corrupción, bajeza política, juicios políticos y a políticos; manipuladores y demagogos que aprovecharán la ingenuidad de los que peor lo pasan. Eso, todo eso es bueno…, da estabilidad y así vivimos mejor. Que al español no le gustan los invitados de última hora.

    Un saludo primero a todas y luego a todos, y que Page y Zamora no nos mientan y suelten la pasta del programa 2025.

    Por ahora me preocupan pocas cosas más. He aprendido que la épica en la política es como el azafrán en el pienso de los gatos.

  2. Hay una cosa mejor que la épica en la política: la ética. Tu opinión es válida no enfada. Y cada quien como cantaba nuestro, seguro admirado, Serrat, es cada cual. Que 2019 no nos sea leve sino intenso pero constructivo. Saludos cordiales

  3. Coincido en tu diagnóstico. No hay nada que añadirle.

    El ser humano tan nuevo y tan viejo.

    Las paradojas siempre existieron en la Historia y más aún en la contemporánea, donde confundimos desarrollo tecnológico y humano.

    Feliz Navidad, feliz nacimiento del Hijo de Dios, o como le digo a mi hijo, mañana celebramos el cumpleaños de Bebé Chiquitito Jesús, y eso significa que tú también tendrás tu regalo de San Nicolás, paganizado Papá Noel.

    Y en dos semanas además los Reyes Magos, y encima como además cumples años en Enero, no te quejes si no te toca la lotería de Navidad, que no saldrás mal parado. Aunque todo depende de lo bien que te portes. Algo que mi hijo entiende perfectamente. El sentido de justicia se tiene ya desde la niñez…humana.

    Un abrazo Manuel.

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