Amarillo catalán

Hay toda una trayectoria histórica y cultural que une o unía, los colores con los Partidos Políticos.

Por eso se designan de forma metonímica a los Partidos por sus colores y por eso se dice de alguien que ‘se le ve su color político’.

Incluso en Uruguay los dos grandes partidos son conocidos como Blancos y Colorados.

Probablemente esa identificación uniformada y uniformadora, tuviera sus orígenes en la regimentación de los Ejércitos.

Hasta bien entrado el siglo XVI, los combatientes de los diferentes bandos contendientes apenas contaban con identificación alguna, al ser simples mercenarios y no Ejércitos Nacionales regulares.

La utilización del uniforme posibilitó no sólo el reconocimiento de los combatientes iguales, sino la identificación del enemigo, evitando muertes indeseadas por sable amigo.

Lo que parece más raro es la pretensión de identificar a una colectividad heterogénea con un solo color.

Como viene ocurriendo con la Cataluña actual que pugna por una visibilidad groc

Que eso es el amarillo en catalán.

Y es que el amarillo debería ser conceptuado, de un tiempo a esta parte, como el color catalán.

O el color de Cataluña, como algunos quisieran.

Por más que la senyera sea bicolor: rojo y amarillo.

Utilizar el rojo habría sido una posibilidad, pero era un color ocupado ya identificado con el pasado socialista y comunista.

Como si hubiera propiedad de los colores y sus significados.

Ya se sabe que la UCD fue verde y naranja; en la misma medida que fueron rojos los colores fundamentales, tanto del PSOE como del PCE.

El PP, ha optado tras los titubeos precedentes de Alianza Popular, por revestirse de azules y así lo muestra en su parafernalia partidista y celebrativa.

De la misma manera que UPyD jugó con el magenta, como emblema de sus sentires y Ciudadanos bucea en el naranja.

O que la primera IU buscaba, a veces, el espectro universal del Arco Iris.

Y Podemos puede flotar en morados.

Hace años, la Vicesecretaria del PSOE, Elena Valenciano fijaba “que en el PSOE se sumaban los colores rojos, verde y morado”. Para dar a entender que había que alojar más izquierda (rojo), con más ecologismo (verde) y más feminismo (morado).

Y por ello, ya debería de conceptuarse y registrarse el Amarillo catalán como santo y seña de ¿una comunidad?, ¿de una nación?, ¿de una militancia partidista independentista?

O ¿de un sentimiento?

¿Pero es posible reducir cualquiera de las señas anteriores a un color?

Y es que, entre lazos de solapa, los lazos abanderados en las farolas, las placas acartonadas en los estadios, las pegatinas variables, las inserciones publicitarias, las pancartas en las sedes institucionales de la Generalitat y todo lo imaginable, cierto renacimiento cromático de Cataluña va de la mano del color amarillo.

Sin necesidad de psicoanalistas.

Cuando bien cierto es toda la carga problemática de ese color que puede viajar

delAmarillo brillante, al Amarillo de cromo, delamarillo Nápoles al ocre Amarillo y del Amarillo catalán al gualda hispano.

Y todo ello a pesar de que se piense‘¡Qué mala prensa tiene el amarillo!’.

Sobre todo entre el mundo del teatro y  en el universo de los toros, que lo ven como un color gafado o que arrastra el gafe entre sus juntas.

Un gafe de ictericia o de enfermedades hepáticas.

Pese a ello, Miguel Hernández utiliza ese color para hablar de un tiempo ido, como ‘tiempo amarillo’, o Julio Llamazares compuso un libro con el nombre gafado de ‘La lluvia amarilla’.

Parte de la mala prensa del amarillo, más allá del Amarillo catalán, quizás tenga que ver con su vinculación con el limón.

Que en la China es el símbolo de la muerte.

Y más aún con la plaga actual del corona virus, huímos del amarillo.

No solo la maldición china del amarillo, o el gafe que sobre ese color mantienen toreros y actores.

También las estrellas amarillas que portaban los judíos en el gueto de Praga y en los Konzentrations lager y en los Vernichtungs Lager nazis.

Pero obsérvese que los inventores de tales marcas amarillas fueron los venecianos que en 1397 obligaron a los judíos a utilizar el distintivo amarillo.

Más tarde, en 1416, se ordenó que prostitutas y chulos portasen un pañuelo amarillo sobre el cuello o sobre las espaldas. Y que las mujeres judías, fuera del Gueto, llevasen ‘algo amarillo’.

Por más que haya muchos amarillos.

Desde el Amarillo Indio, al Amarillo Oro, desde el Amarillo Mostaza al Amarillo Limón, desde el Amarillo Huevo al Amarillo Kodak.

Y así Amarillo Flúor, Amarillo Tráfico, Amarillo Limón, Amarillo Azufre, Amarillo Ámbar, Amarillo Miel, Amarillo Plátano y Amarillo Maíz.

InclusoEnriqueLaborde en su ‘Viaje al calor’ hablaba del color amarillo, referido al Campo de Montiel de tal forma y con esta paleta: “Aquí el amarillo se manifiesta en toda su escala, desde el gualda brillante al cálido pajizo, del azufre intenso al pálido leonado, del cadavérico pergamino al desvaído del cirio pascual”.

Le faltó el Amarillo catalán.

José Rivero
Divagario

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9 COMENTARIOS

  1. Me encanta el amarillo. Es ácido, vivo, impresiona, da alegría.

    No podemos dejarnos llevar por los significados que puedan tener en otros sitios. Un gran color.

    El amarillo es para los positivos: felicidad, la alegría y el optimismo y para los rancios: celos, envidia, egoísmo y enfermedad.

    Para los psicólogos es un «color alegre y brillante que está asociado a la parte intelectual de la mente y a la expresión de los sentimientos y pensamientos. Facilita la expresión y el poder de la palabra, de forma que, cuando una persona tiene problemas para expresarse, se recomienda visualizar el color amarillo o vestirse de amarillo para facilitar la comunicación con los demás».

    Viva el amarillo!!! Por favor, señores de MCR pongan las letras del diario en amarillo, a ver si acabamos con los problemas de expresión del rancid world.

      • Jajajaja, yo ni con el amarillo ni con lo que escribes tengo problema.

        Además el amarillo es ese intermedio entre el rojo y el verde. Al filo de la navaja. Ese momento de jugársela, donde si no lo haces bien, multa al canto.

        Ese momento. Donde mejor decidir de manera racional.

  2. Ya lo dice el refrán, que no hay campo sin grillo ni hortera sin amarillo.

    La imposición en los espacios públicos catalanes de este color, además de un acto totalitario, es de un hortera que echa para atrás.

    Y sí, el amarillismo catalán está históricamente también gafado.

    Es querer dárselas de superiores a castellanos y aragoneses, abandonarse a los franceses, y salir escaldados en todas las ocasiones.

    Tiran de los almogavares de origen mayormente Navarro, tan siquiera catalán.

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