Historias del Coronavirus

El 20 de marzo de 2020 micr.es publica mi artículo “El soldado de Nápoles (1)” y el 27, cuando ya estoy ingresado en el Hospital General Universitario de Ciudad Real, “El soldado de Nápoles (y 2)”, ambos dedicados a la epidemia de gripe, conocida en el mundo como española. Desde entonces, la sección “Desde el revés de la inopia”, que inicia mi gran amigo Rafael González Jiménez y que tras reiteradas peticiones de Eusebio García del Castillo asumo, está callada, en ella todo es silencio.

Quiebro ese silencio y al escribir un artículo relacionado conmigo rompo una constante mantenida desde mayo de 2015, cuando comienzo a colaborar con micr.es. Además, me veo en la obligación de comunicar a mis lectores que, con la excepción de hoy, todavía carezco de las fuerzas necesarias para encontrarme cada viernes con ellos en las páginas de este digital.

Y decirles que, desde luego, soy afortunado. Con neumonía en ambos pulmones, estoy con oxígeno casi tres meses (reservorio, en primer lugar, y después las llamadas gafas). Durante un buen número de días pienso que no consigo salir adelante, que puedo morir. No llego a estar en UCI, aunque permanezco siete días y siete noches en posición decúbito prono, es decir, tendido boca abajo y la cabeza de lado.

Eso sí, estoy en todo momento consciente, con el gran apoyo de la lectura. Y tras cuarenta días en el Hospital puedo seguir la recuperación en mi casa. Aún padezco ciertas secuelas, aunque espero y deseo su desaparición con el tiempo. Con frecuencia pienso, agradecido, en los trabajadores de la Sanidad Pública que me atendieron –personal médico, de enfermería, auxiliares, celadores y de limpieza–. Me salvan la vida, estoy convencido. Un recuerdo muy especial para mi médico de cabecera, gran valor de la tan olvidada atención primaria.

Dudo en contar públicamente mi experiencia personal, una más entre miles, muchas de ellas más duras –por ejemplo, un amigo estuvo hospitalizado noventa y tres días, un buen número de ellos en la UCI–. Pero  las imágenes de los manifestantes de la plaza madrileña de Colón el día 16 de agosto de 2020 me animan a hacerlo. Manipuladores e insensatos se congregan para negar, en esencia, que el virus es real.

He leído las declaraciones de algunos de los asistentes y no he podido evitar un sentimiento de tristeza ante esas actitudes que muestran un individualismo tremendo, mezclado con una malintencionada visión de la realidad. Estos terraplanistas de la sanidad pueden, por supuesto, pensar como quieran. Pero no deben con su negativa a la mascarilla poner en peligro la salud de sus semejantes. Primero, por legalidad y, segundo y más importante, por respeto hacia ellos.

Sólo voy a recordar a los negacionistas lo que comenta hace unos días un amigo, conductor de autobuses en Madrid. Durante el pasado abril él sigue trabajando, sin ningún viajero que transportar, y me confiesa que vuelve a su casa llorando a todo llorar pues lo único que llega a ver por las calles son vehículos mortuorios. Ahora, unos meses después, tiene que asistir a enfrentamiento entre viajeros cuando algunos de ellos suben al autobús sin mascarilla y, además, se encaran con los viajeros que les afean esa actitud.

En fin, entre mis lecturas recuerdo un libro de Slavoj Žižek, filósofo, sociólogo y crítico cultural esloveno. Escribe un sugerente texto al principio de la epidemia de coronavirus que se edita con el título Pandemia. La covid-19 estremece al mundo, con primera edición en mayo de 2020. Titula a uno de sus capítulos “¡Comunismo o barbarie, así de simple!” Y en él pone como ejemplo la nacionalización temporal de los ferrocarriles británicos por parte de Boris Johnson –que no es ningún comunista–, anunciada el 24 de marzo de 2020. También recuerda una parte de la conversación entre Julian Assange y Yanis Varoufakis, cuando el primero dice al economista y político griego lo siguiente: “esta nueva fase de la crisis está dejando claro, como mínimo, que todo vale, que ahora todo es posible”.

Claro, la crisis, que continúa la comenzada en 2008, es de tal envergadura que hasta la misma OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) recomienda en un informe recién publicado (Tax Policy Reforms 2020) medidas para salir de la crisis que no están muy alejadas de lo exigido por algunos sectores de izquierda, demonizadas, por supuesto, desde sectores conservadores y empresariales. Se llega a indicar que los Estados equilibren sus cuentas públicas mediante el incremento en los impuestos a la propiedad y a las ganancias del capital. Además, si durante la crisis que se desata a partir de 2008 el apoyo se centra fundamentalmente en bancos y empresas, ahora, además de tomar medidas para contener y mitigar la propagación de COVID-19, las ayudas se dirigen a empresas, hogares y sector de la salud.

Isidro Sánchez
Desde el revés de la inopia

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21 COMENTARIOS

  1. Grande Isidro¡¡…enhorabuena por vencer al bicho, con la inestimable ayuda de ese ejército de grandes profesionales sanitarios públicos aunque aún estén mermados en personal. Mucho ánimo¡¡

  2. Mucho ánimo y fuerza psicológica para afrontarlo, pensamientos positivos, nada de rendirse, siempre buscando una idea que refuerce, un plan de futuro por hacer, una buena mentalidad. Es el consejo que yo doy, desde la humildad.

  3. Una gran alegría volver a leerte y sobre todo que estes mejor del maldito «bicho».
    Se que te cuidas y que te cuidan, y que también te «cuidamos», animándote moralmente a seguir peleando en tantas historias, como esta de escribir, tan bien como lo haces y tan fácil de leer…
    ¡Un fuerte abrazo, amigo, y «palante»!

  4. Felizmente, hay otra España que nada tiene que ver con los cretinos negacionistas. La que atiende la llamada de las Hermandades de Donantes de Sangre. Desde que comenzó la pandemia, las furgonetas que se desplazan por los pueblos de la provincia han visto un aumento considerable de las donaciones. Ayer, en uno de esos pueblos, vi una enorme cola de gente, en la calle, aguantando el calor para poder poner el brazo y dar casi medio litro de su sangre. Y lo sorprendente no es que no haya mermado el número de donantes habituales. Me dijeron que desde el inicio de la pandemia ha aumentado , además, el número de nuevos donantes. Todo un ejemplo de solidaridad.

  5. Qué grande eres, Isidro.Enfermo aún y sigues trabajando. Que aprenda Ángel Gabilondo, que trabaja menos que el ángel de la guarda de los Kenedy. Ya hay un tuit por ahí que dice: cuando Gabilondo despertó, Díaz Ayuso todavía estaba ahí.

  6. Toda la fuerza y cariño posibles para ti, profesor.

    Qué alegría tan grande poder leerte.

    Haznos un favor, recupérate pronto y no nos falles cada semana

    Un abrazo enorme y, repito, toda la fuerza posible. Me uno a la lista de comentarios de gente que te quiere de verdad en este medio y que son muchos. De la carcunda no esperes nada, ahora mismo se ahogan en su bilis.

    PD; durante el confinamiento muchos vimos pasar docenas de veces la furgoneta del tanatorio y todo tipo de coches fúnebres por las Rondas, haciendo el recorrido desde el hospital al crematorio y al cementerio. No hizo falta ninguna imagen en TV para saber que fue una debacle.

    Para los que me insultan a diario por mi comentario sobre el virus y los mayores, solo una cosa: mirad la cantidad de abuelos que han desheredado a sus hijos en Madrid. Hay cola en los notarios.

    Yo sabía bien lo que decía de esos que se autodenominan españolazos católicos y apostólicos, y a la primera de cambio dejan al abuelo en una residencia porque molesta.

    • Vaya! ¿Quiénes son los vencedores, hermano? Supongo que los miles de muertos , de 50, 60, 70, 80 o más. Los que, pese a tener enfermedades previas, tenían una esperanza de vida aceptable y la ha precipitado el bicho. Los que aun curándose tienen secuelas físicas y psicológicas. Los que han cerrado su negocio o han perdido su empleo. Dime, quién ha vencido en esta guerra, salvo el virus?

      • Stéphane Bancel, Pascal Soriot, Yin Weidong, Paul Hudson, Albert Bourla, Stanley C. Erck, Kenneth C. Frazier, Alex Gorsky, Emma Walmsley, Adar Poonawalla, George Yancopoulos, Lim Wee Chai, Nathaniel Davis, Eric Yuan, Bob Langer, Timothy Springer, Noubar Afeyan… y, cómo no, la Oligarchic Dozen: Jeff Bezos, Bill Gates, Mark Zuckerberg, Warren Buffet, Elon Musk, Steve Ballmer, Larry Ellison, Larry Page, Sergey Brin, Alice Walton, Jim Walton y Rob Walton.

        Todos esos (y más miembros de la Plutocracia; también los hay locales, pero he preferido omitirlos) son los que están ganando la Guerra de la CoViD-19, y no solo ganando millonadas, sino también el relato en los Grandes Medios de Manipulación y Propaganda (GMMP), que también les pertenecen.

  7. La crudeza del relato de mi amigo Isidro Sanchez sobre su atravesamiento sufriente del Corona virus 19, realmente me estremeció . Quiero destacar también que no se queda con el puro lamento sino que adhiere a salidas racionales de la crisis por el C19 generada. Gracias Isidro

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