El expolio del mundo rural, con sus viejos dentro

José Muñoz del Campo.– Viejo labrador, nonagenario, yo, cuenta en primera persona la situación en este pueblo que llaman Viso del Marqués, en la provincia de Ciudad Real. Mi historia es la de casi todos los viejos y viejas del lugar, unos quinientos, estimo.

Somos pequeños “propietarios” de tierras que no producen para sus dueños, pero sí, con el sistema degenerado que rige este asunto, y que ha provocado esta situación, sirve a unos listos para aprovecharse de lo que no es suyo para el ocio y la diversión a costa de los abuelos indefensos, frente a la juventud pujante de los nuevos señoritos que nos atropellan porque sí.

En los años de la posguerra, estas tierras livianas, pobres, de lagartos y lagartijas, de vinagreras y ruda, de cardos y abrepuños pinchosos, con inmenso esfuerzo de cultivo, de siega, de acarreo, de trilla y aviento, conseguíamos obtener el grano para obtener el pan necesario para no pasar hambre. Solamente eso: llenar el estómago de pan, como alimento básico. Sí, básico. Esa es la palabra. Cuando llegó el progreso de la maquinaria, estas tierras quedaron baldías. El escaso rendimiento dinerario las condenó a la incultura, al ocio, en este aspecto. El fruto no compensa los gastos. “Es el mercado”. Lo dijo Rodrigo Rato, aquel caritativo señor de Bankia, el de las tarjetas Blak. Si no producen en términos monetarios, las tierras no valen. No tienen ningún valor… monetario. Ciertamente tienen otros aprovechamientos menos significativos en términos cuantificables, como beneficio para el dueño (o dueña), naturalmente viejos: los pastos y la caza que generan. Aquí entran los espabilados, unos señoritos nuevos que se aprovechan sin pagar de aquello que no es suyo.

1) Los pastos.– Los ganaderos no pagan los pastos. En otro tiempo eran los Ayuntamientos quienes controlaban este aprovechamiento y se encargaban de abonar a los dueños las cantidades estipuladas, sin intervención de los dueños, que para el caso no existía: no había contrato entre las partes. Mala cosa. Aún así se obtenía algún ingreso. Modernamente parece que el sistema se ha privatizado, y es una gestoría la que interviene, no sabemos a cuento de qué, ni en nombre de quién. Pero no pagan. ¿Qué hacer 500 personas viejas disgregadas, sin orden ni control sobre esto? Nada pueden, sino quejarse individualmente, por separado, como quien comenta los precios de la fruta en el mercado. Total abandono de la suerte que corran los viejos de este lugar.

2) La caza.– En el mundillo de la caza se han introducido unos nuevos señoritos pobres, aspirantes a ricos, a los que tratan de imitar formando cotos en tierras de la mancomunidad (pequeñas parcelas, casi siempre incultas), a costa de los viejos, teóricos poseedores…, sin mando. En el término municipal de Viso del Marqués existen cinco o seis cotos, que los cazadores apañaron a 2 su medida, y les pusieron nombres para identificarlos. De principio, existían dos partes: De un lado los “postores” (así les llaman), y de otro los propietarios, distintos y revueltos, sin organizar, porque, efectivamente, si a los pequeños propietarios no los organiza una institución, que podría ser el Ayuntamiento o la Cámara Agraria, no hay manera: los pequeños propietarios no tienen capacidad organizativa, para regocijo de los “postores”.

De modo que el abuso está servido. Si se redacta un contrato, puedes firmar o no. Pero es igual: Si firmas el contrato cazan en tu finca, y si no lo firmas, también. Aún con esas dificultades, en un tiempo se firmaron contratos y los “postores” pagaban con arreglo a las condiciones de dicho contrato, pero, pasado el tiempo, los “postores” ya establecidos en sus respectivos cotos, consideraron por su parte que deberían pagar menos, y redujeron el precio a la mitad. Aquí ya desaparece la otra parte contratante, y no existe más que una, que decide sobre la otra, y la somete por la fuerza de los hechos. ¡Lo tomas o lo dejas! Para el caso es igual. Y, una vez que comprobaron que podían hacer lo que quisieran sin contar con nadie, y no pasaba nada, pero nada, nada, siguieron bajando la cantidad a pagar hasta reducirla al 10 por ciento del precio contratado. Es decir…, nada. La limosna de un mendigo callejero. ¡Lo tomas, o lo dejas! Para más escarnio, nos obligan a ir a un lugar, que tienes que averiguar por tus medios, a percibir la limosna a unos días y unas horas determinadas, fuera de las cuales ni lo intentes, porque te maltratarán por tonto.

Las tierras tienen, obviamente, un aprovechamiento no cuantificable, como es la contribución a regenerar el medio ambiente, tan maltratado por los urbanitas y otros. Pues sí. Estas tierras generan riqueza medioambiental, que nadie paga… y se aprovecha, sin que la gente, (parece que tampoco las instituciones) reparen en ello. Pero se aprovechan. Todo el mundo se aprovecha.

El Ayuntamiento.– Sigamos con el “negocio” de los viejos (y viejas), de mi pueblo. Yo pago cada año el IBI (Impuesto sobre Bienes Inmuebles) de rustica. De este impuesto se nutre el Ayuntamiento. En teoría, los impuesto se aplican (se deben aplicar) sobre los rendimientos… cuantificables. Si mis tierras no producen ningún rendimiento económico, ¿por qué me cobran el IBI? ¿Por qué el Ayuntamiento no vela por la permanencia del rendimiento de mis tierras a mi favor para que yo pueda pagar el IBI de ese rendimiento, y no tener que deducirlo de mi pensión de jubilado? Mi pensión ya paga lo que le corresponde en la Declaración de la Renta anual, ¿no es cierto? Por qué tengo que pagar por un rendimiento que no existe?

Los “postores” de los cotos de caza.– Estos señoritos nuevos, aspirantes a ricos, si se quieren divertir cazando, que lo hagan a su costa, no a costa de mi pensión de jubilado. Eso es lo que estoy haciendo: sostener unas tierras improductivas, para que los nuevos señoritos se diviertan a mi costa. De este atropello canallesco, ¿quién es el responsable?, porque responsables hay. Allí donde se comete un delito, es porque hay uno (o varios) delincuentes. Y, donde hay delincuentes que cometen delitos, hay víctimas que los sufren. En el presente caso, las víctimas somos Yo, y mis vecinos y paisanos, viejos y 3 viejas.

Es un crimen, que los viejos, nuestros padres, que sudaron tantos años, privándose de casi todo, para poder comprar una tierrecillas donde criar cereal para el consumo, trasmitidos por vía natural a los hijos, ya viejos, tengan que costear las diversiones “cazamenteras” de esta nueva especie humana de aspirantes a ricos, presumidos, emulando sus vicios, sus costumbres y sus modos ostentosos de forma hortera.

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2 COMENTARIOS

  1. Bueno, si echamos un vistazo a la Historia, podemos comprobar que en países como Francia, Alemania o Inglaterra hubo revoluciones burguesas y digamos que las élites sustituyeron la burguesía industrial por las oligarquías agrarias.
    Sin embargo, aquí, en España, no pasó eso. Tanto unos como otros implantaron un modelo productivo basado en desposeer a pequeños propietarios y convertirlos en jornaleros.
    Cuando comienzan las desamortizaciones en el medio rural es cuando la gente empieza a marchar.
    Y es que el problema del medio rural no viene de los años 60, está mucho más integrado en la Historia…..

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