Siempre nos quedará París

Manuel Valero.- Hay una encrucijada que ahora emerge de nuevo tras el rasante de los años. República versus Monarquía. Atrás ha quedado la llanura de la Transición cuando la izquierda toda aceptó la Monarquía como moneda de cambio para el tránsito de una dictadura militar a una democracia civil.

El icónico testimonio  de Santiago Carrillo frente a los medios flanqueado por dos banderas, la comunista y la española constitucional, quedó grabado en los inicios del gran paso delante de 1978. Luego rubricó la histórica puesta en escena con la frase: No es tiempo de República o Monarquía sino de dictadura o democracia. Atravesado el apacible llaneo de los años el debate, la encrucijada, vuelve a aparecer ahora en un contexto global complicado e inquietante. ¿Y qué hacer? ¿Cómo abordar desde el criterio propio de cada uno una cuestión que tiene un profundo componente sentimental, ahora, también, que los dos bandos parecen fortalecerse en ambos lados de la banda ancha de la Historia?

Veamos. Una República es un modelo político de Estado cuya jefatura es elegida democráticamente. La Monarquía es dinástica y se traspasa familiarmente de padre a hijo, sí de padre a hijo, preferentemente, porque la Constitución vigente nació con esa falla. Desde ese punto de vista, uno prefiere acudir a la urna a depositar su minúscula pero al mismo tiempo gigante cuota de decisión e influir en la elección del jefe del Estado. Es una obviedad que el régimen republicano es más democrático que el monárquico.

¿Sí? Y es aquí donde comienza a hacer aguas el asunto hasta el punto de que la encrucijada se hace insoportable y nos sume intelectualmente, al menos a mi, en una situación incómoda. Sobre todo ante la más cruel de las paradojas: las monarquías absolutas hace tiempo que pasaron ya al cajón de la Historia, en tanto que las Repúblicas se ramifican en una rica oferta de marcas y modelos: la presidencialista pura y dura, la federal, la centralista y sobre todo la liberal y la popular. Por lo tanto en el contexto actual es difícil sustraerse a la simple duda y escrutinio de las bondades de la mejor opción. A nivel internacional a mi juicio hay dos países republicanos hasta el tuétano: Estados Unidos y Francia. EEUU nació republicano, Francia se hizo republicana en 1789 tras la revolución económica, social y política más importante de la Historia junto a la Soviética de 1917. Y a nivel internacional hay también una monarquía, la británica, que lo es desde los tiempos artúricos, línea tan solo rota por el breve mandato de Cromwell. Luego están las monarquías escandinavas, de la misma manera que Alemania e Italia suman su peculiar república al censo republicano universal. ¿Alguien conoce el nombre del presidente de la República Federal Alemana?  Se llama Frank Walter Steinneimer. Lo acabo de consultar en la red, no crean. Y pinta menos que el Rey de Roma, o que el actual Rey de España.

Así que llegados a este punto en que el 14 de abril florece con más fuerza por los cambios habidos en España en los últimos años, da la sensación que regresamos sobre nuestros pasos imbuidos en una fatal inercia sentimental, lo cual francamente hace muy difícil tomar partido hasta mancharse como diría el poeta. Esa cualidad pasional es lo que infla el globo del argumento. La Historia está ahí para quien quiera refrescarla, recordarla o interpretarla, pero el error estriba en revisar desde un mundo global y caótico que ha cambiado sustancialmente hasta el aldeanismo global con los postulados del ayer. Y en el caso español, dándole un plus indiscutible de legitimidad moral a la República como cauterio a su colapso tras un golpe de Estado que desencadenó una odiosa, trágica y sangrienta guerra cuyas heridas aún perduran pese a los intentos de reconciliación de 1978. La República trajo avances innegables a España y un florecimiento cultural envidiable, pero también por su coetaneidad con la Europa convulsa de entreguerras, distorsiones sociales y la liberación de una ira remota que aún resopla, la que no pudo ver convertida España en una República Popular.

Trato de ubicarme en esa encrucijada con la razón puesta en el año 21 del tercer milenio, y dado por buena e indiscutible la garantía democrática de una República frente a una Monarquía, encontrar ese punto de normalidad convivencial, ese Aleph donde todo confluya armónicamente. Pero me temo que por la profunda onda gravitacional (y emocional) de la II República es imposible: llegado el caso como he escrito en más de una ocasión ya no es cuestión de República o Monarquía. Llegado el caso habría que preguntarse qué tipo de República pues si las Monarquías existentes en el mundo democrático han pasado a ser antiguallas de revista, las Repúblicas mantienen intactas sus ofertas sobre el tenderete de países como, por citar a vuelapluma, Rusia, China, Cuba, Estados Unidos, Venezuela, Méjico, Argentina, Polonia y… por supuesto París. Siempre nos quedará París. Vale. Pues puestos a elegir ahí voy: Una República a la francesa, bien sur, aunque en Holanda o en Noruega vivan como Dios. Sólo un detalle: la libertad individual y colectiva por encima de todo y llámese el régimen Antoñita la Fantástica o Anacleta en bicicleta.  Aunque me temo que la pelota que nos contiene va por otros derroteros muy diferentes a los contenciosos locales.

Suerte.

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12 COMENTARIOS

  1. ¿ Dónde hace aguas el asunto? Si a un Presidente lo eleigen los ciudadanos y un Rey lo es por sucesión hereditaria. La República siempre ganará por goleada la prueba del algodón de lo democrático. Que un Presidente sale corrupto y malvado, pues oiga,a los cuatro o cinco años se le manda a su casa en unas nuevas elecciones. Lo demás es querer forzar los argumentos a favor de nuestra preferencia, la suya.

  2. Cómo cantaba mi recordado abuelo paterno, con música de la Marsellesa:

    No queremos reina maaala
    Ni tampoco rey ladróooon
    Que queremos un gran presidente
    Que gobierne muy bien la nación.

  3. No sé si había ocurrido antes, pero esta mañana me ha gustado escuchar en la radio la intervención del Presidente del Gobierno en el Congreso recordando la República, y explicando lo que realmente fue. Un momento importante en este país para las reformas laborales, económicas, agrarias, educativas, de género etc etc que se vio truncada por un ejército analfabeto en manos de fascistas que querían salvar a España, precisamente de lo que la estaba llevando al siglo XX.

    Ha estado bonito, justa hasta que ha intervenido Casado (el que estudió en Hardavaca y lo sabe TDO sobre la República) para decir que en su partido no celebran cosas que dividen a los españoles. Es decir, no celebra ni las reformas laborales, económicas, agrarias, educativas, de género etc etc. Su partido solo celebra el 18 de julio y la superioridad de la Iglesia sobre el resto… Que los tres poderes estén bien juntitos y que todo cambie para que siga igual. Vamos, lo que ya teníamos con el abuelo del emérito. Y vuelta la burra al trigo!

    En fin. año 2021, la Monarquía española arrastrada por el fango del Emérito y sus descendientes, y seguimos pensando que una República divide. La madre que nos parió!!

  4. Una cosa es la República y otra muy distinta la chulería incompetente de un Presidente como Sánchez…Un mentiroso compulsivo que no le hace ascos ni a la m. Para mantenerse en La Moncloa…

  5. En tal día como hoy, hace noventa años, comenzó la guerra civil que no se declaró hasta un lustro después. Un buen día para gritar ¡Viva el Rey!

  6. Su narrativa es que un buen día de 1936 un general malvado se levantó de mal humor y convenció al Ejército para hundir la II República. Se saltan la previa persecución religiosa, los golpes de Estado, las quemas de iglesias y el cierre de periódicos conservadores (más de 120).

  7. El fracaso de la Segunda República en los años 30 es similar al fracaso de la pseudodemocracia actual.

    Grupos políticos totalitarios, dominados por ideas socialistas e intervencionistas, en busca de poder, dinero y control social, con represión y estigmatización al disidente.

  8. El comunista Enrique de Santiago que representa a una banda que ha asesinado a decenas de miles de colombianos y aterroriza a toda Iberoamérica, se declaró dispuesto a asesinar a los Reyes y a las infantas si se daban las condiciones.
    Pero dice que VOX es violento.
    Así todo.

    • Enrique Santiago, gran político, gran abogado, brillante parlamentario y mejor persona.Elegantísimo. Tuve ocasión de comprobar su valía cuando estuvo en Puertollano hace dos años. Él, Yolanda Díaz y algunos más de U.P de lo mejor que hay en el Congreso. No lo dudes.

      ¡¡¡Viva la República!!! ¡ Abajo los que falsean la verdad!

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