Fondo de solidaridad y seguridad agraria

El campo se nos muere entre las manos mientras miramos al cielo y releemos los últimos informes de las administraciones que, día a día, empeoran los resultados de todas las estimaciones anteriores sobre el campo rural sabiendo que, durante este tiempo perdido,  nuestros agricultores tiran la toalla y dejan sus labranzas abandonadas  para siempre esperando que, como a Lázaro, una mano milagrosa le diga levántate y anda.

         Muy desolador se presenta el panorama rural y muy poco, salvo hablar del tema, se hace desde las respectivas administraciones para salvar, si aún se puede salvar, tantos olvidos, tantas vejaciones, tantas promesas incumplidas y tanta inmovilidad en la resolución de los problemas rurales. Más de 140 pueblos castellano – manchegos han desaparecido para siempre y nunca más  se volverán a escuchar los gemidos de sus campanas tocando a muerte y a silencio. ¡Basta ya¡  se oye por doquier y muy especialmente entre la multitud de asociaciones rurales como  Soria Ya; La otra Guadalajara; Paisanos de Sancho del Campo de Montiel; Cuenca ahora; SOS Talavera; Serranía Celtibérica y un largo etcétera  que gritan en Madrid, en Toledo, en sus provincias y en su respectivos lugares pero nadie les hace caso porque ya, hace tiempo, que se murieron en el silencio de la administración.

         ¿De verdad que ustedes (Administración de Castilla _La Mancha  quieren poner remedio a esta situación de caos rural, de abandono, de insolidaridad y de agravio  con la gente del campo? Intentaré presentarles un gran proyecto de futuro para todos los campesinos del campo. Sé que no es fácil y mucho menos gratis poner coto a esta situación totalmente dantesca y de  falta de sentido común a la hora de intentar,  de verdad, parar este desatino histórico.

         Estoy de acuerdo con Diego Juste cuando dice: Sólo con actividad productiva, con agricultura y ganadería sostenible, es posible la existencia de un medio rural y un medio ambiente cuidado, organizado y respetado. ¿Ustedes creen que, hoy por hoy, se respeta a la agricultura y por ende al agricultor  que produce alimentos de calidad desde una perspectiva de producción responsable para que los ciudadanos puedan alimentarse bien y para proporcionarse un sustento casi siempre menguado? Estoy convencido que el labrador, hoy como ayer o más hoy que ayer, es el hermano pobre del sistema de producción español y por supuesto del castellano- manchego. Creo que no exagero  cuando afirmo que los agricultores castellano-manchegos están hoy sometidos a la mayor de las adversidades posibles porque dependen no de producir mucho o poco sino más bien de que sus productos estén tan bajos que muchas veces cuesta más recogerlos que dejarlos abandonados en las tierra o en los árboles.

         ¿Qué pasaría si los sueldos de los funcionarios o los sueldos obreros de la industria estuvieran sometidos al vaivén de la oferta y la demanda de unos pocos empresarios que establecen el precio  de lo que producen o dejan de producir los agricultores? ¿Creen ustedes que se puede elaborar un proyecto de vida sin saber si los productos que genera el agricultor van a tener un precio o van a tener otro dependiendo  de si el año es bueno o malo o si  llueve o nieva o tal vez hay muchas aceitunas  o uvas que recoger sabiendo que el empresario reduce el precio a la mitad?

         No cabe duda que todos los seres humanos queremos cierta estabilidad en nuestro trabajo y digo cierta estabilidad porque soy consciente que no se puede aspirar a conseguir una estabilidad plena como ocurre con los trabajadores estatales salvo que éste, el estado, tenga una quiebra total, pero si es factible y así debería ser que los trabajadores, agricultores del campo, mal llamados empresarios agrarios, cuando solamente son obreros autónomos,  tuvieran cierta estabilidad en sus sueldos agrarios.  Yo sé que las administraciones públicas no se han percatado que los agricultores están sometidos a rigores competitivos excesivos  y sin ninguna garantía para poder planificar la vida y digo que no lo saben porque no ponen remedio a la situación de abandono que tienen todos los productos agrarios. Y para lograr esta estabilidad ¿qué es lo que debe hacer la administración política de la región?: En primer lugar trabajar por el campo de una forma eficaz consistente en estudiar, analizar  y concretar qué o cuántas personas  pueden vivir del campo sin otros acompañamientos económicos.

         Una vez realizado el estudio de las personas que con equis hectáreas de terreno para cereales, olivar, pistachos, almendros viñedo, ganado  podrían vivir de los productos que sean capaces de producir etc. determinar los índices de productividad de cada explotación agraria en una mesa de negociación en la que estén representados todos los actores agrarios y llegar a  unos mínimos en los que se cuantifique los precios de los productos agrarios, nunca por debajo del coste de producción, y asegurar ese mínimo al agricultor para que le permita planificar su vida en el campo sin grandes sobresaltos. El segundo apartado consiste en establecer un fondo económico de  solidaridad y seguridad  agraria que cubra las posibles desviaciones de esos mínimos precios  establecidos para los productos agrarios en las mesas de negociación. Desviaciones debidas a las inclemencias del tiempo o la competencia desleal empresarial de manufacturación  de estos productos en el sentido de si hay abundancia se bajan los precios y si no la hay se mantienen o también por otros motivos no fácilmente descriptibles. Así pues la administración  regional debe crear un fondo de solidaridad que venga a solucionar este gravísimo problema compensando las pérdidas habidas en la explotación agraria.

         No se trata de subvencionar a nadie se trata de dar estabilidad a los hombres y mujeres del campo porque de no hacerlo así   nadie va a parar la vía de agua de la despoblación rural. Todas las anteriores medidas no han solucionado el problema  y la despoblación aumenta de día en día porque nadie apuesta por la inestabilidad   económica y menos si a esta inestabilidad  se añaden otras muchas discriminaciones sociales, culturales, deportivas, y de toda índole que afectan negativamente al desarrollo de la vida en el campo. Es evidente que el joven que se va del campo nunca vuelve y por lo tanto se pierde un campesino para siempre y aumenta el problema en la ciudad.

         La propuesta debe matizarse, estudiarse y analizarse por los agentes agrarios y por las personas que viven del campo y para el campo y de esta manera saber de qué montante económico estamos hablando. Hoy, los pequeños minifundios no tienen ninguna posibilidad de competir y se han convertido en recoger los sudores de los mayores y de aquellos que emplean sábados y domingos en trabajar sus pequeñas tierras. Podría asegurar que más de la mitad del campo castellano- manchego está en venta y que nadie quiere comprarlo porque solamente son productivas y competitivas las grandes extensiones agrarias con una tecnificación  moderna  y con  una mano de obra cada vez menor. Corresponde a la Administración poner freno, pero de verdad, a la despoblación rural y para eso es preciso hacer esfuerzos económicos serios, rigurosos y apolíticos que lleven estabilidad al campesinado  de tal manera que sus sueldos no estén a merced de las inclemencias o cambios climáticos o, aún peor, de la especulación,  de tal manera que cuando hay más producción el comprador paga menos y cuando es menor paga lo que le parece bien.

         Que nadie se confunda, y que sepan todos los españoles  que España está subvencionada, que el campo está subvencionado, que las empresas estatales están subvencionadas aunque produzcan poco o sean deficitarias, por lo tanto, que nadie se lleve las manos a la cabeza y tomemos el toro por los cuernos y hagamos los deberes pendientes durante más de cuarenta años con el campo español y por ende castellano – manchego. Algunos creerán que queremos convertir a los agricultores en vagos e improductivos y yo les digo que de eso nada porque deben funcionar las inspecciones, deben funcionar los análisis, los proyectos y las evaluaciones  y muy especialmente la implicación de los sindicatos para que la propuesta funcione.

         Creo que merece la pena apostar por la estabilidad económica de los agricultores del campo porque así también apostamos porque sigan viviendo en el campo y nadie pueda volver a decir que las campanas dejaron de sonar en aquel o en aquel otro pueblo porque se fue el último vecino  lejos o muy lejos, pero para nunca más volver.  

Emilio Nieto López

Primer Decano de la Facultad de Educación De Ciudad Real

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