Sin rencor en el mundo de la cultura

Jesús Millán Muñoz.- Sin inquina, sin rencor, sin maledicencia en el mundo de la cultura. Pienso que este sería o debería ser el primer mandato en una deontología de la creación e investigación cultural.

Y, esta norma debería afectar a todos los oficios y profesiones y vocaciones y lugares en relación al mundo de la creación e investigación y difusión y de la industria cultural, tanto pública, como privada. Pienso que si esta norma se aplicase, por la inmensa mayoría de todos los que participan en este ajedrez-mundo, pienso que se daría un vuelco radical en la promoción, difusión, distribución, conocimiento, creación, originalidad, invención en todos estos terrenos. Sean  aplicados a las ciencias, a la filosofía, a las tecnologías, a las artes a las teologías, a la cultura en general, etc.

Estoy en la tercera parte de mi existencia, en la última trayectoria o tendencia o dimensión, ya sé que pronto se producirá el silencio a y en este mundo, se creará el Traspaso de la Última Ventana, no entro aquí, si después existe el silencio total, o existe el Gran Ser. No entro aquí en esta cuestión. Sé, que ya estoy en la vertiente final de mi existir como individuo. Lo que no sé, es si me quedan unos años de luces y de navidades o unos lustros, pero no mucho y muchos más. Esta es la realidad.

Cada uno afronta este tiempo de mil modos o mil maneras, la mayoría, una población apreciable intenta olvidar este hecho, como si esta realidad no fuese con él. Y, al menos, hasta ahora, miles de generaciones, cientos de miles de millones de seres humanos, billones de seres vivos en todas las especies, hasta ahora, todos y a todas les ha sucedido lo mismo, el silencio, sin entrar, reitero, si después de este caminar por y en este ovoide o planeta, existe un Algo Infinito o no. Sin entrar si con las nuevas tecnologías se abrirán nuevos campos y nuevos modos de ser o de estar, sin entrar, como dicen, que “podrán vaciar nuestra mente y nuestra conciencia a un sistema informático” y, de alguna manera seremos cada individuo eternos en esta vida –sin entrar en otras utopías o desutopías que se pueden producir…-.

En el mundo de la cultura, en todos los oficios que están alrededor y dentro de ellos, la realidad es que existen muchas zancadillas, muchas maledicencias, muchas mentiras, muchas hipocresías, muchas envidias, muchas falsedades, muchos rencores, muchos sinsabores, muchas inquinas y, también grandes amistades, grandes alegrías, grandes felicidades. Cada uno, contará para su interior como le haya ido…

Muchos, no son conscientes, que superar a Velázquez y El Greco y similares es difícil, que superar a Shakespeare y Dante es difícil, superar a Bach y Mozart es difícil, superar aPlatón y Kant es difícil. Muchos los llamados, pocos los escogidos… Y, eso crea enormes tensiones, enormes sufrimientos, enormes egocentrismos, enormes de todo… Pero no solo en el campo de los autores y autoras, creadores y creadoras, en las docenas de disciplinas de la investigación y de la creación, sino también en la multitud de ramificaciones, en la enseñanza, en puestos administrativos, en gestores públicos y privados, que también buscan fama y notoriedad, en multitud de dádivas y pagos en especies, y en todos los oficios que están dentro y fuera de la cultura. Y, también, muchos silencios…

A estas alturas de mi existencia, aunque soy consciente, que no todo el mundo con y ante mi trabajo ha correspondido y respondido con legalidad y moralidad y justicia y equidad. Incluso admitiendo esto, a estas alturas de mi existencia, cuándo la puerta final se está abriendo, aunque no sepa cuándo y cuánto y cómo y en dónde, debo indicar, que por mi parte, se terminan y se terminaron todas las dialécticas/diatribas/luchas/polémicas hace mucho tiempo… Simplemente, que cada uno se prepare para ese viaje final, y, cada uno o cada una, con su conciencia y con sus hechos y sus actos, cada uno se tendrá que enfrentar al Tribunal de su Propia Conciencia, ya, ya sin engaños y sin mentiras, ya sin manipulaciones y ya en verdad. Yo, yo también me tendré que enfrentar a ese doble Tribunal, al Tribunal de la Propia Conciencia, y, al Tribunal de la Existencia del Ser Supremo –sin entrar si existe o no existe…-.

Quiero y deseo, si no es pedir mucho, a todas las personas y entidades, que me han cerrado puertas, ventanas, han puesto zancadillas y demás parafernalias de este mundo de la cultura. Digo y les digo, que dejen ya de continuar de ese modo y con ese modo. Que se dejen de rencores, inquinas, silencios, maledicencias, que hagan amnistía de todo ello y en todo ello. Y, simplemente, que olviden mi ser y mi estar en este mundo, pero no olviden el trabajo realizado por mí, durante mas de cincuenta años. ¡Y, que ellos como yo, como todos, seamos conscientes que tendremos que enfrentarnos al Tribunal Último de nuestra conciencia, ya sin engaños y ya sin mentiras…!

¡La cuestión es que cuándo nos enfrentemos a la verdad, qué sucederá, cuándo creamos que alguien nos ha estado haciendo mal, y, cuándo averigüemos que no nos lo ha hecho, cuando alguien pensamos que ha hablado mal de nosotros, cuándo no ha hablado…! ¡Que alguien lo máximo que ha podido hacer es una protesta por escrito, pero nada más, que siempre ha ido por las claras…!  ¡Cuándo seamos conscientes, que toda persona, que ocupa un cargo y una carga, puede recibir la crítica y el análisis de sus actuaciones…! ¡Si yo publico artículos, la sociedad tiene derecho, con respeto y moralidad suficiente, expresar que no está de acuerdo con las columnas que yo redacto, y, eso no me debe ofender! ¡Eso es libertad, libertad de pensamiento, tanto que defendíamos la libertad de conciencia y de expresión y de publicación, tanto que se nos llena la boca de todo ello…!

¡Siempre he huido de la inquina, rencor, maledicencia, hipocresías, envidias del mundo y del mundo de la cultura…! ¡No soy perfecto, pero siempre he huido de todo ello, y si existe el Buen Dios, lo pongo como testigo…! ¡Sé, sé que estoy en el último trayecto de mi existir, aquí en esta tierra, aunque no sé, cuánto y cómo y cuándo se echará el telón final y propio, por eso, deseo vivir en paz, solo deseo eso…!

¡Yo, olvido, y lo escribo y lo publico: todas las zancadillas y maledicencias e inquinas y rencores que han tenido con mi trabajo cultural y mi persona, por tanto, espero que se me pague con la misma moneda del olvido, solo espero el Tribunal de la Propia Conciencia y del Juicio Particular, que cada uno se enfrente con su propia conciencia y sus propios hechos y sus propios datos y sus propios actos…! ¡Yo, yo también…! ¡Solo espero que el trabajo realizado cultural por mí, se valore y analice sin inquinas y sin rencores y sin maledicencias…! ¡Paz y bien…!

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