Entre abril y octubre de 2023, cruzamos Miguel Cortés Arrese (Sos del Rey Católico, 1951-Ciudad Real, 2023) y yo, diversas notas relativas a su participación en el proyecto en curso en esos momentos, de Castilla-La Mancha fea; aún con nombre pendiente de adjudicación, pero ya definido el horizonte temático del trabajo, sobre aspectos inconvenientes y alterados de la realidad figurativa regional. Que, de forma aproximada, se había puesto en marcha a principios de ese mismo año, en Almud ediciones, tras la estela del trabajo seminal de Andrés Rubio, España fea, del año 2022. Miguel había presentado con anterioridad trabajos en la editorial que daban cuenta del núcleo de sus intereses como investigador y académico –lo era de la Academia de San Fernando y de la RABAT–; así ocurría con los trabajos colectivos De Toledo a Moscú. Viajes alrededor del Quijote (2010) y Vaivenes de un patrimonio. Arte y memoria en Castilla-La Mancha (2015). Esa presencia de Miguel Cortes en trabajos colectivos daba cuenta de su capacidad de diálogo y colaboración, frente al usual divismo con que se desenvuelven algunos profesionales de la enseñanza que sólo admiten los focos, si recortan su silueta.



Yo ya había coincidido con Miguel, a lo largo de 2017 y 2018 con otro proyecto plural y complejo, como fuera Arte en Castilla-La Mancha, que había coordinado e impulsado el catedrático de arte de la UCLM y que, finalmente, se editó en dos tomos en esos años. Y me imagino el difícil trabajo de coordinación que tuvo que realizar para salvar tantos escollos del protagonismo autoral. Por razones diversas –la mano posible de Alfonso González Calero, como editor y la receptividad de Miguel– se me había adjudicado, en principio, el campo de la Arquitectura del siglo XX y del XXI, a publicarse en el segundo volumen, denominado Arte en Castilla-La Mancha II. Del Renacimiento a la actualidad (2018). Que por cuestiones que ya desvelaba en la preliminar Nota previa de lectura previa, había incorporado también a las artes plásticas. Probablemente, por descarte o incomparecencia de la persona encargada de trazar la realidad de las artes plásticas, agrupando pintura, escultura y afines. De suerte y manera, que aquello que elaboraba –bajo la atenta mirada y la supervisión inteligente de Miguel Cortés– paso a denominarse como Tramas, Temas, Nombres, Tipos, Géneros. Arte del siglo XX y XXI. Trazado el texto como un enorme calendario temático, dando comienzo en el llamado Entre siglos y finalizando con 2014 y la exposición de Cristina Iglesias en Toledo, Tres aguas. Como coordinador de la obra, no tuvo más que elogios, pese a las dificultades de la lectura alternativa que yo proponía. Coincidimos complacidos en las presentaciones de Toledo y de Ciudad Real, y a partir de allí, surgió cierta proximidad cómplice y fluida.
Como revelan las citadas notas escritas a mano con tinta azul, que acompañaron la remisión de sendas obras suyas. La primera referida a Paisajes del románico en tierras de Castilla (2023) tiene fecha del 10 de abril. Y en ella, me invitaba, amistosamente, a realizar algún comentario sobre la obra. Miguel, señalaba el diario Lanza como posible destinatario, pero yo opté por la revista digital Hypérbole, donde se publicó el 21 de abril, en un especial del día del libro( https://hyperbole.es/2023/04/ganar-el-cielo-perder-la-tierra/). El libro lo conservo lleno de marcas y señales, con algunas notas gráficas –un leve croquis de un arco trigeminado– referidas a las permanencias formales de los pórticos y galerías de San Esteba de Gormaz y de su posterior difusión. Las notas fijan, por otra parte, la presencia activa de nombres propios que siluetean la obra: desde Unamuno a Manuel Machado, desde su querido Azorín al no menos presente Ortega y Gasset –al que pone como modelo en su libro Notas de andar y ver–,
La nota de octubre –seis meses más tarde, más allá del envío del libro anterior– se trataba del Cuaderno de Sicilia (2023). Y en donde, en términos parecidos a la anterior tarjeta, daba cuenta del envío y del agrado que le produciría una reflexión mía en Hypérbole –ahora sin vacilaciones– junto con otros detalles. Hecho que acabó produciéndoseel 5 de noviembre(https://hyperbole.es/2023/11/miguel-cortes-cuaderno-de-sicilia/).Texto anotado, donde volqué imágenes del viaje de mi cuñada Teresa, a quien presté el libro de Miguel sobre la isla. Fruto de una lectura atenta y sorprendido por la sagacidad del autor, lo dice el prologuista Vespignani–como guía siciliano, por algunas de su pasiones confesadas: desde el arte bizantino y oriental, a la literatura de viajes como forma de conocimiento; desde el cine, hilvanando historias de Roberto Rosellini, al palimpsesto de su escritura llena de matices y saberes.



El ejemplar que conservo del Cuaderno de Sicilia, igualmente anotado como el anterior, conserva una coincidencia con las notas del Paisajes del románico en tierras de Castilla. En ambos casos, anoto la idea de Palimpsesto –lo descubro, justo ahora, en el momento del recuerdo y de recopilar notas y materiales–, como forma de escritura superpuesta, por encima de otros textos. Esa era la enorme modestia intelectual de Miguel –fruto de su sabiduría– escribir desde los datos que otros nos proporcionaron antes, no pensar tanto en la propia originalidad sino en el caudal de conocimientos que circulan en la historia y en los cuales nos instalamos con la aportación propia. Y cuenta con dos detalles reveladores del momento. Por ello se detiene en dos matices que son, en parte, los que abren están nota. El trabajo en curso –y del que se siente involucrado–, de edición de Castila-La Macha fea; y el estado de su salud –“Voy mejor de la lesión, te tendré al corriente”–.
La participación de Miguel en Castilla-La Mancha fea, se había producido, finalmente, con su texto –propio de su gusto por realidades de la literatura viajera y de saberes diversos– La mirada de los otros. La proposición inicialmente acordada –en un café que compartimos a principios del años 2023, en la librería Dos pájaros– habría sido que Miguel trazara la realidad y situación de los Museos –en cualquiera de sus variedades y formatos– regionales, donde podría desplegar sus conocimientos de historia del arte y su gusto por los viajes y sus secuencias escritas. La intermitencia del proceso de coordinación hizo que, ante otros compromisos perentorios, Miguel pospusiera su colaboración antedicha. Pero como quiso seguir vinculado al proyecto, me propuso otra alternativa, que es la que, finalmente, podemos leer en su memoria y en su recuerdo. Gracias Miguel.
P.D. Las notas remitidas en tarjetones con tinta azul, fueron escritas por su hija, según pude saber en el tanatorio, al mostrárselas a su viuda Mónica. Dando cuenta de la dificulta –ya en 2023– de la dificultad de Miguel para la escritura.