Comunicado del PCE.- Hoy, 20 de noviembre, las fuerzas antifascistas nos movilizamos contra la reacción neofascista, actualmente en claro avance.
El auge reaccionario que vivimos no es casual y tiene causas, fines y también unos responsables y cómplices. Sus raíces económicas se encuentran en la crisis del sistema capitalista, concretamente en la caída de la tasa de ganancia, y también en la decadencia del imperialismo occidental, liderado por EEUU, que hasta hace relativamente poco era el bloque dominante en el mundo.
Ante esta crisis sistémica, la oligarquía capitalista está realizando una ofensiva reaccionaria y militarista para explotar aún más a la clase obrera y para saquear todavía más al resto de los pueblos oprimidos del mundo. Para cumplir con este objetivo, la clase burguesa apuesta por recortar los salarios de los trabajadores y trabajadoras, por especular con los precios de los bienes de primera necesidad y la vivienda, por privatizar los ya exiguos servicios sociales (sanidad, educación, pensiones, etc.), empeorando cada vez más las condiciones de trabajo y de vida de las masas obreras y populares en gran parte del mundo. A su vez, la oligarquía capitalista y sus fieles lacayos de la UE y la OTAN, apuestan por el rearme y la militarización con un doble objetivo: por un lado, para mantener el orden interno del bloque; y por otro, para someter y saquear a aquellos países soberanos antiimperialistas que resisten al imperialismo y que plantean una alternativa geopolítica multilateral, liderada por China y Rusia, que ponga fin a la hegemonía mundial del bloque imperialista encabezado por EEUU.
A nivel internacional, el imperialismo occidental no descarta recurrir a revoluciones de colores e intervenciones militares directas a países antiimperialistas y soberanos -como estamos viendo actualmente con la agresión de EEUU a Venezuela- con el objetivo de hacer negocio con la guerra, el saqueo y la posterior reconstrucción, única forma que tiene el capitalismo imperialista para salir de sus crisis estructurales, como hemos visto en numerosas ocasiones en la historia. No obstante, los trabajadores y trabajadoras sabemos muy bien que en una próxima guerra mundial, quienes vamos a salir perdiendo somos nosotros y nosotras, siendo empujados a ser “carne de cañón” y obligados a sufrir la miseria que siempre trae siempre consigo la guerra…
¿Vamos a estar los trabajadores y trabajadoras de manos cruzadas ante esta situación? No, no lo estamos ni lo estaremos. Y esto la oligarquía y sus lacayos lo saben también muy bien. Por esta razón, para que las masas trabajadores y populares se sometan al proyecto imperial belicista de la oligarquía, utilizan una doble táctica: por un lado, realizan una ofensiva ideológica y cultural que pretende engañar a las masas trabajadoras más atrasadas inculcándoles el nacionalismo más reaccionario, el racismo y la xenofobia para redirigir el descontento social a chivos expiatorios, que en definitiva suelen ser los sectores más oprimidos y explotados de la sociedad, enmascarando de esta forma las verdaderas causas y los verdaderos culpables de la situación de empobrecimiento de las masas trabajadoras y capas medias de la sociedad; y por otro lado, pretenden disciplinar a los elementos más conscientes y combativos mediante la represión y el miedo.
En relación a lo anterior, vemos cómo la crisis económica del capitalismo imperialista se manifiesta también en el ámbito político y cultural, y más concretamente en los países occidentales imperialistas, -como es el caso de España- con una premeditada degradación de la democracia burguesa y su progresiva fascitización. Dicho proceso, se manifiesta de dos formas: por un lado, en un reforzamiento del carácter represivo y autoritario del Estado burgués; y por otro lado, en intentos de recuperar el control de las calles por parte de organizaciones nazifascistas.
Pero, ¿cómo ha sido esto posible? En los último años hemos visto una progresiva normalización de los discursos de odio y ultra-reaccionarios, los cuales se han amplificado con la llegada de fuerzas ultra reaccionarias a las instituciones públicas, cuyo principal representante es VOX (aunque no el único) e incluso hemos sido testigos de la complicidad de ciertas instituciones y personalidades del Estado con estos elementos ultra reaccionarios. Tampoco podemos olvidar como los medios de comunicación de masas, la mayoría de los cuales son propiedad de la oligarquía capitalista, están normalizando, blanqueando y amplificando las ideas ultra-reaccionarias así como también el papel que están jugando los influencers de extrema derecha patrocinados por el gran Capital con el objetivo de embaucar a las generaciones más jóvenes para que asuman dócilmente el programa e ideas ultra reaccionarias de la oligarquía capitalista en contra de sus propios intereses.
Si bien es cierto que las principales fuerzas políticas responsables de este auge reaccionario son el Partido Popular y VOX, también lo son la socialdemocracia y la izquierda institucionalizada, encabezada por el PSOE. Su inconsistente política progresista y su antifascismo electoralista no erradica de raíz el neo-fascismo. La unidad antifascista y democrática en frentes electorales es positiva pero la historia nos ha demostrado en varias ocasiones que así no pararemos la ofensiva oligárquica reaccionaria. Tampoco medidas tibias como la Ley de Memoria Democrática, la ilegalización de la Asociación Francisco Franco o la resignación del Valle de los Caídos, van a resolver el problema, mientras que por otro lado se permite que organizaciones neofascistas y nazifascistas, como Núcleo Nacional o Falange Española, actúen impunemente con discursos antidemocráticos y haciendo gala de su simbología anticonstitucional. Solo tenemos que ver el “tour” neofascista provocador que está realizando el fascista de Vito Quiles por todo el país con total impunidad.
Tampoco olvidamos que hoy se cumplen 50 años de la muerte del dictador fascista en la cama. A pesar de los anhelos de las masas trabajadoras y populares por una verdadera ruptura democrática con el régimen fascista anterior, en realidad, tuvo lugar una reforma pactada que tenía por objetivo mantener el poder de la oligarquía capitalista y también a los elementos ultra reaccionarios del aparato estatal -especialmente en el Poder Judicial, el Ejército y la Policía-, e integrales en un sistema democrático-liberal burgués, asegurando total impunidad por los crímenes cometidos durante la dictadura fascista anterior. Por tanto, no hubo una depuración de responsabilidades, tampoco una verdadera justicia y reparación a las víctimas y represaliados y mucho menos una memoria histórica democrática y antifascista; por el contrario, se prefirió un “pacto del olvido” como si nada hubiera ocurrido.
En consecuencia, a día de hoy, la ruptura democrática sigue pendiente en nuestro país: la necesidad de la superación del régimen del 78 heredero del franquismo por un régimen democrático-popular antioligárquico y antiimperialista, encaminado hacia el Socialismo, es más imperiosa que nunca.
Por último, desde el Partido Comunista y la Juventud Comunista en Ciudad Real consideramos que nuestra prioridad inmediata como antifascistas y demócratas consecuentes ha de ser la constitución de un movimiento de masas antifascista que plante cara a la reacción, tanto desde el ámbito ideológico como organizativo en los barrios populares, en los centros de estudios, en los centros de trabajo, y en todo los frentes posibles.
¡Abajo el fascismo y la reacción!
¡Viva la lucha antifascista!
¡No pasarán!










Desde vox llamamos a un contra movimiento en oposición a este grupo de ateos, rojos, vagos, maleantes etc., animando a reunirnos, cantar loas al medio huevo digo a franco, animando además a portar armas y reivindicar así su uso libre para defendernos de estos elementos demoníacos, como defendía nuestro querido Charlie Kirk