El problema de las estructuras

En numerosas ocasiones se apunta a las estructuras rígidas como uno de los principales problemas de los partidos políticos españoles a la hora de adaptarse a las necesidades de los ciudadanos. Al focalizar sobre la marca del partido gran parte del peso dedicado a recoger el sentir ciudadano, inevitablemente se cae o en contradicciones o en un lento proceso de separación entre ciudadanos y entidades políticas que suele culminar con un cambio de líder. Sirva como ejemplo el matrimonio homosexual, derecho no impulsado por el PSOE hasta que José Luis Rodríguez Zapatero accedió a la Secretaría General del partido.

Pero esto no ocurre exclusivamente en los partidos políticos, existiendo un caso cuya rigidez y su imagen de marca se enfrentan directamente con el sentir ciudadano: la Iglesia Católica. Las religiones han intentado llenar, a lo largo de los siglos, el hueco de lo inexplicable para el ser humano. Desde la adoración a dioses que proveerían de sol, lluvia y comida de la mitología azteca hasta el creacionismo, las distintas religiones se han ido adaptando a los avances tecnológicos que han conseguido las sociedades a las que pertenecían.

El caso de la Iglesia Católica nos muestra cómo la inamovilidad de una rígida estructura centenaria, conlleva inevitablemente el alejamiento de los ciudadanos. No hace falta más que leerse la Biblia para entender que está adecuada al momento histórico en el que fue escrita: habla de paz, pero apoya la esclavitud; apuesta por la lucha a favor de los pobres, pero augura la muerte para aquellos que trabajen en domingo; habla a favor de la igualdad, pero considera impuras a las mujeres durante su período menstrual, así como aquello sobre lo que duerman, aquello sobre lo que se sienten y a aquellos que toquen los mismos muebles que ellas les obliga a lavar sus ropas. Con estas líneas no intento criticar la Biblia, si no demostrar que se escribió ajustándose a la cultura y al sentir de la sociedad en la que estaba inmersa.

El problema aparece entonces en el inmovilismo que conllevan las grandes estructuras, ya que debates como si la Tierra es redonda o plana, o el de la evolución frente al creacionismo, se produjeron en gran medida por la rigidez de la gran estructura eclesiástica. Es por ello que creo sinceramente que mientras las organizaciones no sean más flexibles, continuará aumentando el desencanto ciudadano para con ellas: ni la Iglesia Católica puede presumir de promover hoy en día de igualdad cuando su jerarquía es machista, discriminatoria y prácticamente niega a la mujer, ni los partidos políticos pueden seguir manteniendo procedimientos que impidan que las necesidades de la calle se transformen en iniciativas políticas si quieren adaptarse a una sociedad cada día más exigente.

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