Retorno, regreso, rentrée

Abría, la sesión, la temporada o la estación, el día 1 El Roto en El País, con la viñeta de rigor –todo un campanazo que avisa  y señala, como debe hacer toda campana que se precie y estime– que fijaba, por demás, toda una tendencia. O la contradecía. Así un oficinista, empleado, administrativo, amanuense –lo que usted pueda ir pensando o asintiendo–, desplegaba frente al espectador sus esfuerzos laborales o recreativos, sobre su mesa, tablero, escritorio, escribanía, puesto de trabajo, con la solemne afirmación. “¡Que esté aquí, no significa para nada, que haya vuelto!”. Es decir que no ha habido retorno ni regreso, frente a lo que pudiera pensarse y sospecharse, en estos momentos por más que anuncien lo contrario y aún lo opuesto.

Y ello, esa aparente inmovilidad del retratado y de su tiempo y espacio, dejaba en evidencia las posiciones del semanario Babelia, del 30 de agosto, –y de tantos otros medios, canales y emisoras– donde se señalaba con pompa, circunstancia y gravedad: “La Rentrée cultural de 2025”. Para dar a entender con ello, el mandato cultural del momento. De este preciso momento. Esto es, todo el dechado de novedades culturales del otoño en ciernes que se publicitan y marcan el territorio denominado cultura –cual muestrario de baratijas y bibelots– poseído por los culturetas de rigor y turno. Libros de todo tipo –juveniles, infantiles, adultos, cofee book table, de bolsillo, poesía, ensayo, traducciones, narrativa e historia gráfica–; exposiciones de relumbrón y de recuperación testimonial; películas a estrenar y estrenos a inventar; conciertos en cartera, en billetera y en coctelera; y hasta videojuegos plurales y afamados, eran objetos del pronóstico y de las obligaciones del consumidor cultural que se precie en esta rentrée tan agorera.

Casi, parecido a los realizado, el día 2, en el mismo medio que El Roto, por Raquel Peláez, en su pieza aforística y emblemática: ‘Escriba bien rentrée’, que particulariza entre otros hallazgos y premisas, con la afirmación-mandato de las obligaciones estacionales de la encrucijada: “Buscar en Google como se escribe rentrée”. Por si no se sabe o por si uno se equivoca. Llama la atención este mainstream de la Rentrée capitaneado por los grandes medios, canales y emisoras, tratando de hacer ver que “algo importante empieza ahora en su vida”, como un anuncio absorbente, que ha dejado arrinconado el más modesto vocablo, desplegado hace solo cuatro años por Carlos Boyero, el mismo día 2 de septiembre del año 2021, denominado Retorno. Escribía Boyero, dentro del espacio de la crónica televisiva que llamaba Antena, su alegato anti Rentrée. Y que fijaba con la ironía habitual que destila la mala leche: “Una viejecita con la que comparto banco público le comentaba a una amiga que, entre el calor salvaje y lo mala que es la televisión en verano, no hay forma de matar el tiempo. Imagino que ella está convencida de que en otoño, invierno y primavera la televisión le regala sensaciones divertidas y estimulantes”.

Sensaciones que, entre otras cosas, permitan matar el tiempo y estrechar el espacio. Ya se sabe que mucho espacio, encoge el tiempo, dilata el aburrimiento y encarece el precio máximo de la vivienda protegida y sin proteger, por mucha Rentrée que se nos quiera anunciar de cara a un espléndido otoño de mostos boquiabiertos y anochecidas brumosas. Que en el fondo es de lo que se trata con los estímulos desplegados con tanta consigna: abrir la boca y esperar la noche.

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